Las elecciones palestinas previstas para mayo podrían aplazarse; se espera que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, tome una decisión definitiva el jueves por la noche. Si esto ocurre, se culpará a Israel, y la excusa será la negativa del gobierno a permitir que los palestinos voten en el Este de Jerusalén.
La verdad es que la culpa es de la AP y de Hamás. Han impedido que los palestinos tengan una voz real en sus asuntos durante una década y media, desde que se celebraron las últimas elecciones -en las que ganó Hamás- en 2006.
El problema para Israel es que ha permitido que se produzcan las elecciones sin molestarse en considerar los diversos resultados del naufragio. ¿Qué pasaría si se celebran las elecciones y gana Hamás? ¿Se repetiría el escenario de 2006, o la AP tendría un conflicto civil?
No se puede permitir que Hamás llegue al poder en Ramala, lo que supondría una vía inevitable para un mayor conflicto. Se trata de un conflicto múltiple, porque Hamás no solo quiere erradicar a Israel, sino que también quiere reprimir a los palestinos. Muchos funcionarios de Al Fatah han sido duros con Hamás, y éste querrá vengarse.
Por otro lado, Israel no ha parecido preocuparse realmente por el resultado. Aunque admite discretamente que un fracaso de Al Fatah en las elecciones podría perjudicar a Israel, Jerusalén se ha esforzado por no interferir. Está claro que, si se ve que Israel favorece a un bando, éste puede salir peor parado.
Pero, ¿Qué pasó con la posibilidad de crear algún capital político a partir de los recientes Acuerdos de Abraham? ¿Por qué los acuerdos no ayudaron a que soplaran nuevos vientos de paz en Judea y Samaria? Los rumores del último año indican que Mohammad Dahlan, el antiguo hombre fuerte de Fatah en Gaza, se ha acercado a Abu Dhabi, y hay indicios de que podría intentar volver al liderazgo.
No es de extrañar que Hamás quiera que las elecciones continúen. Está unificada en Gaza. No está claro si a Fatah se le permitiría hacer campaña allí. Esto presenta un extraño escenario en el que un Fatah dividido podría ir a las elecciones sabiendo que puede perder.
El elefante en la habitación no es solo el potencial de caos en la AP, sino la propia falta de gobierno de Israel. El primer ministro Benjamín Netanyahu ha apoyado la inercia y la gestión del conflicto con los palestinos, en lugar de iniciar realmente algo. Cree que el statu quo favorece a Israel.
Según este pensamiento, una AP y un liderazgo divididos significan que, a largo plazo, Israel no se enfrenta a una nueva intifada o a la presión internacional. Israel ha conseguido, por ejemplo, neutralizar las amenazas de la Jihad Islámica Palestina desde Gaza, al tiempo que ha mantenido una apariencia de tranquilidad con Hamás, rota esta semana por el lanzamiento de cohetes desde Gaza. Pero en general, la situación de seguridad en Judea y Samaria ha sido buena.
Sin embargo, los recientes enfrentamientos en Jerusalén muestran cómo las cosas pueden salirse de control. Los mensajes contradictorios que han recibido los palestinos, con la instalación y retirada de barreras en la Puerta de Damasco y los enfrentamientos con la policía, hacen que muchos se pregunten qué está pasando. El Ramadán es siempre un momento delicado.
Israel tiene el deber de proteger a sus ciudadanos del tipo de ataques de “TikTok” que fueron filmados mostrando a jóvenes árabes atacando a judíos religiosos. Sin embargo, no parece haber una visión a largo plazo en Jerusalén sobre esta cuestión. Netanyahu está distraído por su fracaso a la hora de formar gobierno. En ese sentido, Israel también sigue atrapado en una realidad de continua inestabilidad de la coalición. Esto casi hace que parezca que el caos político interno de Fatah y el caos interno de Israel son simbióticos, lo que permite a Hamás y a otros extremistas hacer incursiones.
El Estado judío necesita tener una estrategia con los palestinos. Ignorarlos no ha funcionado. “Gestionar el conflicto” solo aporta seguridad temporal, pero no ningún cambio conceptual a largo plazo. Si se culpa a Israel de impedir las elecciones palestinas, no será útil en el intento del país de crear una imagen más positiva en Europa y en toda la región.
Esto no significa que Israel tenga que dejar que se celebren las votaciones en el Este de Jerusalén, pero sí que tiene que celebrar debates serios sobre la cuestión. Sin un gobierno que funcione, no parece probable que eso ocurra pronto.