Según un informe de Israel Hayom, el ex primer ministro Benjamín Netanyahu se ofreció a ayudar al presidente Bashar Assad a hacer las paces con el mundo a cambio de echar a los iraníes de Siria, pero cuando el primer ministro Naftali Bennett llegó al cargo rechazó la idea. Si este informe es exacto, demuestra que se ha desperdiciado una oportunidad, y no es la primera vez.
Hay una disparidad inexplicable entre la impresionante postura militar de Israel y su muy limitada tendencia a comprometerse proactivamente con la región de forma diplomática. La valoración de que Assad no podría cumplir con un acuerdo de este tipo se basaba en un análisis obsoleto de la situación en Siria. Oriente Medio no deja de sorprender a los expertos y comentaristas que dan cero posibilidades de que algo suceda. Por ejemplo, nadie podía predecir que Egipto echaría a sus asesores soviéticos hasta que el presidente Anwar Sadat lo hizo de improviso. Del mismo modo, todo el mundo estaba seguro de que Siria nunca abandonaría el Líbano, ya que Damasco consideraba la tierra de los cedros como una parte inseparable de sus dominios, pero los libaneses consiguieron echarlos.
Un año después del estallido de la guerra civil siria almorcé con un conocido periodista. Cuando me preguntó por el futuro de Assad, a quien los expertos daban por perdido, le contesté que el gobernante sirio iba a sobrevivir y que acabaría siendo cortejado. “Eres el único que piensa eso”, respondió desconcertado. Le contesté que las circunstancias cambian con el tiempo.
Ahora la pregunta que se nos plantea sobre Siria es: ¿Ha cambiado realmente la situación en Siria? Yo creo que sí. Irán, que solía ser un activo estratégico para el régimen de Assad durante muchos años, es ahora un lastre a la hora de reconstruir el país. Egipto, Jordania, Irak, los Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Bahréin quieren volver a nombrar embajadores y hacer que los sirios vuelvan al redil. Assad sabe que Irán, China y Rusia son incapaces de sanar el país, solo Occidente puede hacerlo.
Una Siria estable sería de gran valor para la estabilidad general de la región. No nos engañemos: Assad es un criminal de guerra y sus acciones son imperdonables, pero una nueva realidad en el país podría dar lugar a un cambio real en Siria y en la región, lo que podría allanar el camino para llevar a Assad a juicio una vez que su país vuelva a ser seguro. Mientras tanto, Assad sabe que no podrá mantenerse al margen durante mucho tiempo, ya que cada vez más países suníes se unen a la alianza anti-Irán.
Israel está obligado a dar un salto de fe con la esperanza de reforzar su posición diplomática: Debe aprovechar esta apertura y recorrer un camino que estuvo cerrado durante muchos años. Quizá Israel no tenga que liderar este esfuerzo, pero podría abogar por él. Una Siria estable y sin fuerzas extranjeras, una Siria que vuelva a estar en el redil suní-árabe será acorde con el interés nacional de Israel. Ha llegado la hora de la realpolitik.
Itzhak Levanon es un diplomático israelí y ex embajador de Israel en Egipto.