La decisión del Primer Ministro británico Boris Johnson de permitir al gigante chino de las telecomunicaciones Huawei el acceso a la nueva red 5G de Reino Unido ha puesto una tensión innecesaria en la alianza transatlántica en un momento en el que necesita mostrar un frente unido contra las ambiciones globales de Beijing.
La decisión del Sr. Johnson de permitir que Huawei construya partes de la red 5G se ha tomado ante la feroz oposición de la administración Trump, que considera a la empresa china un riesgo para la seguridad debido a sus vínculos históricos con el Partido Comunista Chino (PCC).
Donald Trump llamó personalmente al Sr. Johnson para instar al Primer Ministro británico a que no permita que Huawei siga teniendo acceso a la infraestructura 5G de Reino Unido, advirtiendo que al hacerlo se arriesga a causar una división en las relaciones transatlánticas, y que podría suscitar dudas sobre la continua participación de Reino Unido en la alianza de élite de recopilación de información de los Cinco Ojos que Londres ha compartido con los Estados Unidos, el Canadá, Australia y Nueva Zelandia desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
En cambio, tras una reunión del Consejo de Seguridad Nacional de Reino Unido, Johnson anunció que se permitiría a Huawei seguir trabajando en el desarrollo de la infraestructura 5G, aunque con condiciones estrictas en cuanto a la capacidad de la empresa para acceder a las partes de la red vinculadas a las instalaciones militares, nucleares y de inteligencia de Reino Unido.
Johnson ha tratado de tranquilizar a Washington ofreciéndole trabajar en estrecha colaboración con los Estados Unidos para desarrollar la tecnología 5G que “rompería el dominio” de Huawei, con el objetivo de exprimir finalmente al gigante chino de la infraestructura de Reino Unido.
Sin embargo, la profundidad de la decepción de Washington con la decisión británica se reflejó en los comentarios del Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, quien, antes de llegar a Londres para una visita de dos días, dijo que todavía había tiempo para que el Sr. Johnson “revisara” la decisión.
Las objeciones de los Estados Unidos a que se permita a Huawei el acceso a redes de comunicaciones sensibles en Occidente se deben a la constante preocupación por los vínculos de la empresa con el PCC, así como con el Ejército Popular de Liberación de China.
Se ha acusado a Huawei de desarrollar una sofisticada tecnología de vigilancia que se ha utilizado en la provincia china de Xinjiang como parte de la represión de Beijing contra la minoría musulmana uigur oprimida del país.
Según los informes, cientos de miles de uigures han sido detenidos en campos de prisioneros improvisados y sometidos a programas de “reeducación” por el gobierno chino.
La preocupación por las actividades de Huawei ya ha convencido a varios países, como la India, Nueva Zelandia y Australia, de que se unan a los Estados Unidos para prohibir a la empresa china sus redes 5G. De hecho, la preocupación de Washington por Huawei significa que los teléfonos móviles de la compañía ni siquiera están permitidos en las bases militares americanas.
La decisión del Sr. Johnson, por lo tanto, será considerada como una victoria para Beijing, y una reivindicación de sus afirmaciones de que la campaña de Washington contra Huawei está impulsada más por la rivalidad comercial que por las preocupaciones genuinas sobre cualquier amenaza a la seguridad que la empresa pueda plantear.
Por este motivo, sería conveniente que Johnson siguiera el consejo de Pompeo y reconsiderara la posibilidad de permitir el acceso de Huawei a los sistemas de telecomunicaciones de Reino Unido, independientemente de las restricciones que las autoridades británicas afirman que impondrán al acceso de la empresa a instalaciones sensibles.
En una época en que el principal desafío de las democracias occidentales es defender sus intereses frente al objetivo a largo plazo de Beijing de lograr el dominio mundial, es vital que presenten un frente unido contra la amenaza china.
Johnson debe comprender que los intereses de Reino Unido se benefician más manteniendo fuertes lazos con Washington, en lugar de permitirse acuerdos comerciales dudosos con Beijing.