Este es el documento que la Fuerza Aérea esperaba que nunca saliera a la luz: una investigación interna iniciada poco después del 7 de octubre y luego enterrada en silencio. A continuación reconstruimos, minuto a minuto, lo que la Fuerza Aérea sabía esa noche, lo que no pudo hacer y, quizá, lo que eligió ocultar.
La afirmación oficial sostiene que la Fuerza Aérea no estuvo al tanto del desastre hasta alrededor de las 5:00 a.m. Sin embargo, la línea de tiempo muestra otra cosa.
A las 2:50 a.m., se realizó la primera llamada telefónica de alerta. El jefe del Departamento de Operaciones de la División de Operaciones de las FDI contactó al Comandante de defensa antiaérea de la Fuerza Aérea de Israel: “Hay señales preocupantes en el sur”, advirtió. Algo inusual ocurría en Gaza.
A las 3:20 a.m., se convocó una sesión informativa entre oficiales superiores. “Necesitamos tomar esto en serio”, dijo Shlomi Binder, jefe del Departamento de Operaciones. Con esa premisa, instó al redespliegue de fuerzas. No obstante, la División de Gaza y el Comando Sur desestimaron la preocupación y afirmaron que no sucedía nada fuera de lo común. Aun así, Binder presionó a su homólogo de la Fuerza Aérea para que actuara.
Desde ese momento, la Fuerza Aérea quedó plenamente involucrada en el incidente. Las conversaciones entre los oficiales superiores se intensificaron. Pese a ello, faltó una figura clave: el Comandante de la Fuerza Aérea, Tomer Bar. Dormía y nadie lo llamó.
Entre las 3:30 y las 4:00 a.m., el jefe de operaciones del Comandante le envió actualizaciones sobre movimientos inusuales de Hamás. Los mensajes llegaron, pero nadie los leyó. Incluso después de que otro mensaje informara que el Comando Sur había cerrado el incidente, Bar siguió dormido y su entorno no insistió en despertarlo.
Alrededor de las 4:00 a.m., Binder preguntó por WhatsApp si el Comandante estaba al tanto. Un oficial superior respondió que sí, aunque Bar continuaba dormido, desconectado de la situación en curso y sin información sobre los hallazgos inusuales.
Poco después de las 4:00 a.m., mientras surgían informes desde el terreno, la inteligencia de las FDI identificó varias actividades irregulares en Gaza. Se registró un aumento del movimiento de aviones no tripulados de Hamás en múltiples lugares. Esa información se recopiló y se analizó en tiempo real, pero quedó dentro de la división y no avanzó por la cadena de mando.
Después de las 5:00 a.m., se produjeron dos eventos clave casi de forma simultánea. Por un lado, el Comandante finalmente despertó y recibió su primera llamada de actualización. Por otro, se fijó una reunión de alto nivel para las 8:30 a.m. Bar pidió excusarse e instruyó a un oficial de inteligencia para que asistiera y luego lo informara.
En paralelo, a esa misma hora, el jefe de la rama de recolección de la Fuerza Aérea alertó a dos comandantes de escuadrones de aviones no tripulados estacionados cerca de la base de Palmachim. “Ocurre algo extraño”, indicó, e instó a preparar los sistemas ante una posible escalada.
A las 6:30 a.m., todo cambió. Comenzó el ataque de Hamás. Con la Fuerza Aérea en su nivel de alerta más bajo, la institución quedó sorprendida y se vio obligada a responder con un esfuerzo desesperado y descoordinado frente a un asalto sin precedentes.
Más tarde, cuando los responsables presentaron los hallazgos de esta investigación interna a los oficiales superiores, la reacción fue de estupor. A pesar de la reputación de la Fuerza Aérea por el autoexamen riguroso y la integridad profesional, el liderazgo decidió a mediados de 2024 archivar el informe, presentado originalmente en una conferencia de febrero de 2024, y sustituirlo por una versión revisada y desinfectada.
En consecuencia, solo quedan las huellas de una verdad enterrada y un registro de lo que se sabía, de lo que se ignoró y de lo que nunca se pretendía ver.
			