Nada ilustra mejor la capacidad de los Estados delincuentes para aprovecharse del liderazgo lamentablemente débil de Joe Biden que el papel que ha desempeñado el déspota bielorruso Alexander Lukashenko en la creación de una crisis de migrantes en el corazón de Europa.
Tal y como ha demostrado gráficamente la impresentable actuación de Biden durante su reciente cumbre por vídeo con el presidente chino Xi Jinping, el líder estadounidense parece estar cada vez más fuera de su alcance en la escena mundial, hasta el punto de que los adversarios de Washington ven que la debilidad de Biden juega a su favor.
La confianza de Xi en que no tiene nada que temer de Biden se reflejó claramente en el tono condescendiente que adoptó hacia el líder estadounidense desde el principio de su reunión de tres horas y media, refiriéndose a Biden como su “viejo amigo”, cuando es evidente que no lo es.
Además, Xi demostró su evidente sentimiento de superioridad sobre su rival estadounidense al advertirle que Biden estaba “jugando con fuego” en la cuestión de Taiwán.
“Algunas personas en Estados Unidos pretenden utilizar a Taiwán para controlar a China. Esta tendencia es peligrosa y es como jugar con fuego, y los que juegan con fuego se quemarán”, dijo Xi, según la lectura de Pekín.
Por el contrario, Biden se mostró poco dispuesto a plantear cuestiones que pudieran resultar incómodas para el líder chino, como el papel de Pekín en la pandemia de Covid-19 que ha causado estragos en todo el mundo.
Tampoco es China el único país delincuente que cree que la debilidad inherente a la administración Biden le da carta blanca para causar daños en otras partes del mundo.
Otro ejemplo de líderes deshonestos que se aprovechan de la ineptitud del gobierno de Biden es la creciente crisis de los inmigrantes en Europa del Este, donde Lukashenko ha sido acusado de provocar deliberadamente problemas en las fronteras de Polonia y Lituania, alentando a miles de inmigrantes ilegales a intentar buscar asilo en la Unión Europea.
Los funcionarios de la UE creen que Lukashenko, estrecho aliado del presidente ruso Vladimir Putin, es el responsable personal de provocar la crisis, y acusan al líder bielorruso de adoptar “un enfoque inhumano y de estilo gángster”.
Las razones de Lukashenko para provocar la crisis tienen como objetivo chantajear a la UE para que levante las sanciones que le impuso después de que su régimen lanzara una brutal represión contra los activistas de la oposición tras las elecciones presidenciales de 2020, que fueron ampliamente condenadas como una farsa.
Se impusieron nuevas sanciones después de que Lukashenko ordenara al ejército bielorruso interceptar en mayo un avión de pasajeros de Ryanair, que fue desviado a Minsk para que las autoridades pudieran detener a dos activistas que viajaban en la aeronave.
Aunque la principal motivación de Lukashenko para provocar la crisis se centra en conseguir el levantamiento de las sanciones, también está muy claro que Putin está dispuesto a explotar la crisis como una oportunidad para sembrar la división y la discordia dentro de la alianza occidental.
El autócrata ruso también es consciente de la débil disposición de Biden como resultado de la cumbre de tres horas a la que asistieron los dos líderes en Ginebra el pasado mes de junio, cuyo resultado más notable fue la capitulación total del presidente estadounidense ante Moscú en lo que respecta a las demandas de control de armas de larga data.
Desde entonces, el Sr. Putin ha dejado clara su falta de voluntad para tomarse en serio las cuestiones de control de armamento realizando una serie de actos de provocación, como su reciente demostración de su capacidad para destruir un satélite con un misil de nuevo desarrollo.
Putin siempre busca una excusa para debilitar la alianza occidental, por lo que la última crisis migratoria en Europa le ha brindado la oportunidad perfecta para causar problemas.
El Kremlin ha negado que sea responsable de la crisis, pero países como Polonia lo han rechazado y han acusado a Rusia de utilizar a los inmigrantes como peones para desestabilizar a la UE.
A juzgar por los intercambios cada vez más enconados entre los líderes europeos, la crisis migratoria está teniendo el efecto deseado de provocar la división entre los Estados miembros de la UE.
La decisión de la canciller alemana Angela Merkel, por ejemplo, de programar una conversación telefónica con Lukashenko, el primer contacto que el déspota bielorruso tiene con un líder occidental desde las elecciones de 2020, ha provocado amargas críticas de varios Estados de Europa del Este.
Polonia, que se encuentra en la primera línea de la crisis, se ha quejado de que se le está dejando fuera de las discusiones sobre su propia frontera, mientras que Lituania, que ha declarado el estado de emergencia, ha acusado a Merkel de hacerle el juego a Lukashenko al darle el reconocimiento que ansía.
A pesar de estas tensiones entre los Estados miembros, la UE intenta presentar una línea firme resistiendo a las presiones para suavizar las sanciones contra Minsk.
Además, en circunstancias normales, la UE esperaría recibir el apoyo de Estados Unidos en su enfrentamiento con Rusia.
En esta ocasión, sin embargo, la incapacidad de Biden para proporcionar algo parecido a un liderazgo claro y eficaz ha hecho que Estados Unidos tenga que pasar a un segundo plano, una lamentable situación que no pasará desapercibida para Putin, así como para otros adversarios como Xi.
Es una medida de la impotencia de la administración Biden el hecho de que, a pesar de que Europa es uno de los aliados más cercanos de Washington, la Casa Blanca todavía no ha conseguido nombrar nuevos embajadores en países europeos clave como Gran Bretaña, Francia, Alemania y Polonia, limitando así gravemente la capacidad de Washington para mantener contactos de alto nivel con sus aliados.
En consecuencia, los únicos ganadores de la última crisis migratoria de Europa serán probablemente Putin y su matón aliado bielorruso, mientras que para Biden sólo servirá como una prueba más de que, aunque todavía esté en el cargo, no tiene absolutamente ningún poder cuando se trata de ejercer influencia en los asuntos mundiales.