J’Accuse…!, escrito hace más de 100 años durante el Caso Dreyfus, bien podría haber sido publicado en 2022, sólo que reempaquetado como el ataque infundado de Amnistía Internacional contra el Estado de Israel.
Mientras que hace un siglo, Alfred Dreyfuss fue el chivo expiatorio del gobierno francés porque era judío, hoy el Estado de Israel está siendo el chivo expiatorio de Amnistía Internacional, porque es el judío entre las naciones.
Durante milenios, el pueblo judío ha sido señalado, atacado y condenado por la única razón de ser. El difunto rabino jefe del Reino Unido, Lord Jonathan Sacks, al describir el antisemitismo como un “virus mutante”, observó que “en la Edad Media, los judíos fueron perseguidos por su religión; en los siglos XIX y XX fueron vilipendiados por su raza. Hoy, los judíos son atacados por la existencia de su Estado-nación, Israel”.
Sacks concluyó que el antisemitismo “adopta diferentes formas, pero sigue siendo lo mismo: la opinión de que los judíos no tienen derecho a existir como seres humanos libres e iguales”.
El año 2022 bien podría ser 1894, y uno podría ser perdonado por preguntar si ha cambiado mucho desde el Asunto Dreyfus.
El ejemplo más reciente de alto perfil viene de la mano de organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, esta última ha publicado recientemente una diatriba de 280 páginas en la que demoniza a Israel como un “Estado de apartheid” y pide el desmantelamiento del Estado judío.
Estas organizaciones, que en su día fueron baluartes de la defensa de los indefensos, han tirado por la borda la confianza que les otorgaron millones de personas en todo el mundo para convertirse en portavoces de la campaña de “lawfare” contra el único Estado judío.
Cada vez que se publican sus supuestos informes, artículos minuciosamente investigados desmienten y exponen sus afirmaciones falsas y maliciosas. Sin embargo, siguen saliéndose con la suya. A pesar de sus acusaciones infundadas, las ONG como Amnistía son abrazadas por muchos otros que se unen al esfuerzo por deslegitimar a Israel. ¿Dónde está el moderno Émile Zola para gritar “J’Accuse”?
La respuesta puede ser más sencilla de lo que pensamos. Tenemos que mirar hacia dentro. Debemos seguir el consejo del gran sabio Hillel y preguntarnos: “Si no es por mí, ¿quién será por mí?”.
La mejor manera de contrarrestar verdaderamente el antisemitismo es mirar a la oscuridad y declarar: “Te veo, y no tengo miedo”. Sí, se trata de una tarea desalentadora, especialmente con el reciente aumento explosivo de la violencia antisemita mundial. Pero si permitimos que quienes intentan aterrorizarnos y silenciarnos tengan éxito, si no nos defendemos a nosotros mismos y al Estado judío, entonces habrán ganado de verdad.
¿Pero qué se puede hacer más allá de gritar J’Accuse? ¿Qué medidas prácticas pueden tomar los judíos, los activistas pro-Israel o cualquier persona que luche por la verdad y la decencia?
El primer paso, y el más importante, es denunciar a quienes difunden mentiras y avivan las llamas del odio. Utiliza tu voz. No asumas como un hecho una historia en Instagram. Investiga siempre, comprueba los hechos y crea tu propia opinión informada. Crea aliados en esta lucha. Aprende de los expertos y de las organizaciones que están en primera línea. Y lo que es más importante, siéntete orgulloso y no pidas disculpas por tu identidad judía y sionista.
Somos una generación con innumerables herramientas a nuestra disposición; sólo necesitamos la fuerza de voluntad, el conocimiento y las habilidades para utilizarlas. Cuanto más aprendamos y comprendamos de verdad, mejor podremos defender a Israel. Nunca debemos tener miedo al debate ni a aprender más para ser mejores defensores.
Por supuesto, nada de esto implica que todo el mundo tenga que estar de acuerdo con todas las políticas israelíes, ni mucho menos. Dicho esto, si se pide la destrucción de Israel, se niega al pueblo judío su derecho fundamental a la autodeterminación o se perpetúan tropos y mentiras antisemitas, como ha hecho Amnistía, se ha cruzado la línea antisemita en la arena.
Ataques como estos deben ser confrontados dondequiera que surjan, ya sea en el campus, en línea o dentro de las principales organizaciones por los funcionarios electos. Debemos demostrar que, aunque estemos abiertos al debate, no permitiremos que se nos vilipendie a nosotros mismos ni al Estado de Israel, que ya no nos quedaremos de brazos cruzados ante el odio y el antisemitismo, independientemente de la forma que adopten.
Tenemos una obligación y una responsabilidad, no sólo para con las generaciones que nos precedieron -aquellas que pasaron por el infierno en la tierra, pero que nunca renunciaron al sueño de reconstruir nuestro Estado-nación en nuestra patria ancestral- sino también para con las generaciones futuras.
No podemos seguir permitiendo que las flagrantes mentiras y el odio de grupos como Amnistía queden sin respuesta. Israel y el pueblo judío están aquí para quedarse. Estamos luchando contra un enemigo implacable que ha persistido durante milenios. Pero incluso la más pequeña luz puede alejar la oscuridad. Y cada uno de nosotros, a nuestra manera, debe ser esa luz.