Estados Unidos insiste en sostener la ficción de que países como Catar, Turquía y otros en la región son “socios estratégicos”, pese a la abrumadora evidencia de que estas naciones socavan los intereses estadounidenses, financian a extremistas y desestabilizan Oriente Medio. La ilusión de una amistad ha nublado el juicio de Washington y ha puesto en peligro directo la vida de sus aliados y de sus propias tropas.
Este engaño debe terminar de una vez por todas.
Washington considera a Catar un socio, aunque en realidad se trata del actor más falaz del escenario internacional. Estados Unidos mantiene una extensa presencia militar en la base aérea de Al Udeid, desde donde lanza operaciones en toda la región. A cambio, Catar financia a Hamás, alberga a los talibanes y difunde discursos contrarios a Occidente a través de su cadena estatal Al Jazeera. Ningún analista serio de política exterior puede negar esta contradicción: el mismo país que alberga aviones de combate estadounidenses también da cobijo a los enemigos de Estados Unidos.