Desde la masacre de Hamás del 7 de octubre, miles de palestinos de Cisjordania han salido a la calle casi a diario para expresar su apoyo al grupo terrorista respaldado por Irán y con sede en la Franja de Gaza.
Se trata de la misma Cisjordania que la administración Biden y muchos occidentales esperan que forme parte de un futuro Estado palestino junto a Israel. Quienes siguen promoviendo la peligrosa idea de una “solución de dos Estados” ignoran el hecho de que Hamás no solo está asentado en la Franja de Gaza, sino también en Cisjordania.
Resulta extraño que el presidente Joe Biden y algunos dirigentes occidentales sigan hablando de la necesidad de establecer un Estado palestino soberano e independiente, incluso después de las atrocidades cometidas por Hamás en octubre. Lo que en realidad están diciendo es: Ahora que Hamás ha utilizado la Franja de Gaza para invadir Israel y masacrar judíos, démosle a este grupo terrorista islamista Cisjordania para que también pueda utilizarla para masacrar judíos.
Las manifestaciones a favor de Hamás demuestran que el grupo terrorista es popular entre los palestinos, incluidos los que viven en Cisjordania. Las manifestaciones también sirven para recordar que un gran número de palestinos apoya el terrorismo contra Israel, incluidos crímenes repugnantes como violaciones, decapitaciones, torturas y quema de mujeres y niños vivos.
Recientes encuestas de opinión pública realizadas por el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas (PSR) han demostrado que la mayoría de los palestinos apoyan a Hamás y la “lucha armada” (asesinatos) contra Israel. Todos los niños palestinos saben que si hoy se celebraran elecciones presidenciales, ganaría el grupo terrorista Hamás. La encuesta más reciente de PSR, publicada un mes antes de la masacre de Hamás, mostraba que el 58 % de los palestinos votaría al líder de Hamás, Ismail Haniyeh, frente al 37 % que lo haría por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas. La encuesta también mostraba que el 58 % del público palestino apoya “los enfrentamientos armados y la intifada” contra Israel.
Las manifestaciones a favor de Hamás han tenido lugar sobre todo en las zonas de Cisjordania controladas por la Autoridad Palestina (AP), dirigida por Abbas. Aunque Abbas y otros altos dirigentes de la AP odian a Hamás, no están haciendo nada para impedir que los palestinos que viven bajo su gobierno salgan a la calle para celebrar el asesinato de 1.400 israelíes y las heridas causadas a más de 5.000 durante la matanza del 7 de octubre.
Cabe señalar que en 2007, Hamás expulsó a la AP de la Franja de Gaza tras asesinar a cientos de leales a Abbas, algunos de los cuales fueron arrastrados por las calles y linchados, mientras que otros fueron arrojados desde las azoteas de edificios altos.
Al no poner freno a las manifestaciones a favor de Hamás, la Autoridad Palestina no solo es cómplice de la incitación al asesinato de judíos, sino que también actúa en contra de sus propios intereses al envalentonar a sus rivales de Hamás. Una de las razones por las que la AP no toma ninguna medida para detener las manifestaciones pro-Hamás es porque sus propios dirigentes también participan en la campaña de incitación contra Israel y su sustitución por un Estado islámico.
La retórica antiisraelí y antisemita de Abbas a veces parece superar a la de sus rivales de Hamás. Un mes antes de la masacre de Hamás, Abbas repitió una serie de barbaridades antisemitas que ha pronunciado a lo largo de los años, entre ellas que el dictador nazi Adolf Hitler mandó masacrar a los judíos por su “función social” como prestamistas, no por su enemistad racista hacia los judíos.
En un discurso retransmitido por la televisión palestina el 3 de septiembre, Abbas dijo a los dirigentes de su facción gobernante, Al Fatah, durante una reunión en Ramala:
“Dicen que Hitler mató a los judíos porque eran judíos y que Europa odiaba a los judíos porque eran judíos. No es cierto. Se explicó claramente que [los europeos] lucharon [contra los judíos] por su papel social, y no por su religión… Los [europeos] lucharon contra esta gente por su papel en la sociedad, que tenía que ver con la usura, el dinero, etcétera, etcétera”.
También cabe señalar que fue Abbas quien inició la campaña de incitación contra Israel en torno a las visitas de personas y grupos judíos al Monte del Templo de Jerusalén, cuyo Muro Occidental es todo lo que queda de los templos judíos (destruidos en 586 a. C. y 70 d. C.), y que es el lugar más sagrado del judaísmo.
En un notorio discurso en 2015, Abbas acusó falsamente a los judíos que visitan su sagrado Monte del Templo de profanar la mezquita de Al-Aqsa, situada en el Monte del Templo:
“Saludamos cada gota de sangre derramada por el bien de Jerusalén. Esta sangre es sangre limpia, pura, derramada por el bien de Alá… Todos los mártires irán al Paraíso y todos los heridos serán recompensados por Alá… La mezquita de Al-Aqsa y la iglesia del Santo Sepulcro son nuestras. Son todas nuestras, y ellos [los judíos] no tienen derecho a profanarlas con sus sucios pies”.
El libelo de sangre de Abbas fue interpretado por muchos palestinos como una licencia para asesinar judíos. De hecho, poco después de que Abbas hiciera la acusación en 2015, los palestinos se embarcaron en una oleada de terrorismo en la que decenas de judíos fueron asesinados en ataques con arma blanca y coches bomba.
Abbas y la Autoridad Palestina han demostrado una y otra vez que odian a Israel tanto o más que Hamás.
Los dirigentes de la Autoridad Palestina han emprendido una campaña incesante para vilipendiar a Israel y demonizar a los judíos, especialmente en el ámbito internacional. Los dirigentes palestinos han acusado repetidamente a Israel de “genocidio”, “crímenes de guerra”, “limpieza étnica” y “apartheid”. También ha amenazado constantemente con presentar cargos por “crímenes de guerra” contra israelíes ante el Tribunal Penal Internacional.
Durante décadas, Abbas ha utilizado todas las tribunas disponibles, incluida la Asamblea General de las Naciones Unidas, para difundir mensajes de odio y mentiras contra Israel. Su objetivo último ha sido socavar y deslegitimar a Israel hasta el punto de aislarlo por completo en la escena internacional. Su incitación diaria contra Israel no solo ha dado poder a Hamás, sino que también ha fomentado el antisemitismo en todo el mundo.
Desde el pogromo de Hamás del mes pasado, Abbas se ha abstenido de condenar al grupo terrorista. En su lugar, ha optado por responsabilizar a Israel de la guerra subsiguiente. En esencia, Abbas está diciendo que Israel no tiene derecho a defenderse ante las atrocidades de Hamás. También está dando a entender que no ve ningún problema en que Hamás haya enviado a miles de terroristas a invadir Israel y asesinado brutalmente a civiles israelíes inocentes.
Es peligrosamente falsa la idea de que Abbas o cualquier otro dirigente palestino frenaría a Hamás en Cisjordania. Abbas no tiene ningún problema con que Hamás opere en Cisjordania, siempre y cuando el grupo terrorista tenga como objetivo a Israel, y no a él o a los dirigentes de la Autoridad Palestina. Por eso ha permitido que los partidarios de Hamás desfilen por las calles de Ramala, Nablús, Yenín y otras ciudades de Cisjordania y coreen consignas a favor de Hamás.
El 29 de octubre, decenas de escolares se manifestaron en Jenín coreando: “Somos la hija del [archi-terrorista de Hamás Mohammed] Deif”, “Queremos la Yihad [guerra santa], queremos morir por Alá” y “Queremos volar la cabeza de los sionistas”. En otras manifestaciones de partidarios de Hamás, algunas de las cuales se celebraron no lejos de la oficina de Abbas, los palestinos corearon: “Quien tenga un rifle, que dispare a un judío o se lo dé a Hamás”.
La idea de establecer un Estado palestino en Cisjordania significa convertir esta zona en otra plataforma de lanzamiento para atacar a Israel y masacrar a hombres, mujeres y niños judíos. El presidente estadounidense Joe Biden y el secretario de Estado Anthony Blinken pueden seguir argumentando cuanto quieran que Hamás no representa a los palestinos, pero todos los que viven en Cisjordania y la Franja de Gaza saben que se trata de una mentira letal. Todo palestino conoce, y a menudo admira, las manifestaciones a favor de Hamás que han tenido lugar en Cisjordania desde el 7 de octubre.
Todo palestino ve, y a menudo admira, los grupos armados afiliados a Hamás que han surgido en Cisjordania en los últimos dos años. Todo palestino ha visto también cómo Hamás ganaba las elecciones al consejo estudiantil en las principales universidades de Cisjordania, como la Universidad de Birzeit y la Universidad de An-Najah. Todo palestino, además, ve cómo la Autoridad Palestina no está dispuesta a luchar contra Hamás y otros grupos terroristas en Cisjordania.
Lo que muchos occidentales no parecen darse cuenta es que es la presencia civil y de seguridad de Israel en Cisjordania lo que impide que Hamás, o grupos como Al Qaeda o ISIS, se hagan con el control de la zona. De lo que tampoco parecen darse cuenta es de que Abbas está en el poder en Cisjordania gracias a la presencia de Israel allí. Sin la presencia de Israel, Hamás habría tomado el control de Cisjordania hace mucho tiempo. Crear un Estado palestino en Cisjordania significaría convertirla en otra base dirigida por Irán para la Yihad contra los judíos.
Ya es hora de que Biden y otros líderes occidentales dejen de impulsar ideas delirantes que conducirán rápidamente a una repetición de la masacre del 7 de octubre. Cuántos bebés judíos deben ser decapitados o cocidos vivos en un horno, se pregunta uno, para que vean que los líderes palestinos han radicalizado a su pueblo contra Israel hasta el punto de jactarse de masacrar judíos con sus propias manos.