Los Emiratos Árabes Unidos, que están barajando sus cartas diplomáticas en la región, maniobran con prudencia entre Israel e Irán. Con un objetivo claro: evitar a toda costa pagar el precio de un enfrentamiento directo entre los dos países enemigos, en un contexto de consideraciones de seguridad. La retirada estadounidense de Oriente Medio ha empujado a los países de la región a replantearse sus relaciones y a realizar acercamientos para garantizar su seguridad y una cierta estabilidad regional, especialmente desde que a finales de noviembre se reanudaron en Viena las negociaciones sobre la cuestión nuclear iraní para reactivar el acuerdo de 2015 en un clima pesimista. La visita de Naftali Bennett a Abu Dhabi a principios de la semana se enmarca en una política de diálogo emiratí que se ha intensificado este año, especialmente en relación con Irán. A principios de este mes, el consejero de Seguridad Nacional, el jeque Tahnoun bin Zayed, también hermano del príncipe heredero de Abu Dhabi, viajó a Teherán para reunirse, entre otros, con el presidente ultraconservador iraní elegido en junio, Ebrahim Raissi.
Aunque la visita pretendía “pasar una nueva página” entre los dos países, según el asesor diplomático del presidente emiratí, Anwar Gargash, “esto debe ser sin duda motivo de preocupación para los israelíes”, sugiere Aaron David Miller, académico de Carnegie y antiguo negociador en las administraciones republicana y demócrata de Estados Unidos. “Estratégicamente, tanto los EAU como Israel ven a Irán como una amenaza, pero la percepción de la amenaza difiere: el Estado hebreo ve el programa nuclear de Irán como una amenaza clave para la seguridad, mientras que los EAU son más vulnerables debido al programa balístico de Irán y a las actividades desestabilizadoras en la región”, dice Sanam Vakil, subdirector del programa MENA en Chatham House.
Más moderado
Señal de las diferencias entre el Estado hebreo y Abu Dhabi con respecto a Teherán, el expediente iraní no se mencionó en el comunicado conjunto publicado al final de la reunión de más de cuatro horas entre Naftali Bennett y Mohammad ben Zayed. Si Israel y los países del Golfo, que no participaron en las discusiones que condujeron en 2015 al acuerdo sobre la energía nuclear iraní, han denunciado durante mucho tiempo este acuerdo, la posición emiratí es hoy más moderada al respecto. Al tiempo que reafirman la necesidad de encontrar un terreno común en las cuestiones secundarias que les conciernen directamente, los países del Golfo anunciaron recientemente su apoyo a la vuelta al acuerdo de Viena concluido bajo la administración de Barack Obama. Yendo más allá, “los funcionarios emiratíes empezaron a acercarse a sus homólogos iraníes en 2019, casi inmediatamente después de que quedara claro que los costes de una confrontación con Irán probablemente superarían los beneficios”, dice Kristian Coates Ulrichsen, investigador del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad Rice de Houston, en referencia a los ataques a petroleros en el Golfo de Omán y a los misiles lanzados contra las instalaciones petroleras de Saudi Aramco en septiembre de 2019 desde Yemen por los rebeldes Houthi respaldados por Teherán. La seguridad del Golfo, y en particular del Estrecho de Ormuz, uno de los principales puntos de tránsito marítimo de petróleo del mundo, bordeado por Irán a un lado y por los EAU al otro, es una prioridad para la federación de los EAU.
Tras la retirada unilateral del acuerdo por parte de la administración de Donald Trump en 2018 para seguir en su lugar una política de “máxima presión” contra Teherán en forma de sanciones económicas, la República Islámica ha ampliado notablemente su programa nuclear, lo que pone de manifiesto la contraproducencia de estas medidas y preocupa a los países de la región. “Casi un año después de la administración Biden, ha quedado claro que volver a involucrar a Estados Unidos en el acuerdo nuclear es mucho más complicado de lo esperado, y es natural que los responsables políticos emiratíes e israelíes empiecen a pensar en sus propias respuestas si las conversaciones fracasan”, señala Kristian Coates Ulrichsen. Utilizando la amenaza militar, los funcionarios israelíes intentan conseguir el apoyo de Washington, que dice estar dispuesto a explorar todas las opciones, pero insiste en que prefiere la diplomacia. Según el sitio de noticias Axios, el asesor nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, visitará Israel la próxima semana para hablar de Irán.
Atrapados en el fuego cruzado
Por su parte, los Emiratos Árabes Unidos “probablemente encontrarían muy desconcertante la perspectiva de un enfrentamiento abierto entre Irán e Israel, por no hablar de un conflicto con Estados Unidos”, analiza Aaron David Miller. Queriendo evitar quedar atrapado en el fuego cruzado, “Abu Dhabi no tiene ningún interés en presentarse como la punta de lanza estadounidense-israelí contra Irán, ya que su proximidad a este país lo hace vulnerable”, añade, sabiendo que el volumen de las relaciones comerciales entre Irán y los emiratíes podría alcanzar los 20.000 millones de dólares para el año fiscal que termina en marzo de 2022. Pero “si los EAU han llevado a cabo una recalibración táctica, esto no debe confundirse con un cambio en la percepción de la amenaza (iraní)”, matizó Sanam Vakil.
Mientras que los jefes de la diplomacia israelí y emiratí habían acudido conjuntamente a Washington para celebrar una reunión tripartita en el marco de los preparativos para la reanudación de las conversaciones a mediados de octubre, el enviado estadounidense para Irán, Robert Malley, realizó una notable gira por los países del Golfo el mes pasado para tratar el expediente iraní. Todos expresaron su preocupación por la adquisición de armas nucleares por parte de Teherán, pero también mencionaron el peligro que suponen para la estabilidad regional sus misiles balísticos y su apoyo a grupos armados, dos temas que no están en la agenda de Viena. En este sentido, la normalización de las relaciones entre Abu Dhabi y el Estado hebreo a raíz de los Acuerdos de Abraham, concluidos en septiembre de 2020 bajo el liderazgo de Donald Trump, tenía como objetivo principal consolidar un frente antiiraní en la región. Y en un intento de mostrar un frente unido en la Península Arábiga, el secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo, Nayef al-Hajraf, insistió el martes en los esfuerzos conjuntos de los miembros de la organización para hacer frente a las amenazas y evitar los conflictos regionales e internacionales. “Los Estados miembros (del CCG) consideran que cualquier ataque a uno de ellos es un ataque a todos ellos, y cualquier peligro que amenace a uno de ellos es una amenaza para todos ellos”, dijo en una declaración tras la 42ª cumbre de la organización en Riad.
Por Laure-Maïssa | Le’Orient Le’Jour