Las crisis con el Líbano comienzan a aparecer en el horizonte. Para el Líbano, hay dos grandes que deben ser resueltas por Israel: las disputas sobre la frontera terrestre y la frontera marítima.
Después de que la ONU estableció la frontera entre Israel y el Líbano en 2000 después de que las FDI se retiraron de la zona de seguridad, el Líbano se apresuró a protestar por la decisión, alegando que 13 lugares a lo largo de la frontera, desde Rosh Hanikra hasta el Monte Hermon, habían permanecido en el territorio israelí aunque pertenecían al Líbano, y deben ser devueltos. Israel no estuvo de acuerdo y comenzó a construir una cerca fronteriza a lo largo de la línea que la ONU había determinado, creando así la crisis en tierra.
El problema marítimo tiene que ver con los 860 kilómetros cuadrados (330 millas cuadradas) de aguas abiertas frente a las costas compartidas de Israel y el Líbano. Sucede que es la fuente de los principales depósitos de gas natural. El Líbano reclama la propiedad plena e Israel disputa esa afirmación. Ambas partes han buscado la ayuda de Estados Unidos para resolver ambos asuntos. Hasta el momento, cuatro enviados estadounidenses han sido enviados a Beirut con las soluciones propuestas, todas las cuales fueron rechazadas por el Líbano. En su última visita al Líbano, el Secretario de Estado de los EE. UU., Mike Pompeo, ofreció una solución creativa que provocó disputas en el Líbano.
Israel se niega a informar detalles sobre las conversaciones de Pompeo. Pero la idea del secretario de Estado era tratar las dos disputas por separado, lo que las haría más fáciles de resolver. Sugirió, en primer lugar, centrarse en el asunto de la frontera terrestre para encontrar una respuesta que satisfaga al Líbano, mientras que la frontera marítima se manejaría por separado por mediadores acordados. Hasta que se complete la mediación, las compañías internacionales serían responsables de extraer el gas y las ganancias se dividirían entre Israel y el Líbano. Después del proceso de mediación, ambas naciones acatarían la decisión del mediador.
Pero la propuesta estadounidense causó tensión entre el primer ministro libanés, Said Hariri, quien apoya el manejo de los dos temas por separado, y el presidente del Parlamento, Nabih Berri, quien cuenta con el respaldo de Hezbolá. Hariri sostiene que la economía libanesa está en crisis y que los ingresos del gas natural podrían ayudar.
Berri y Hezbolá, por otro lado, afirman que si Israel aceptara las demandas de Líbano con respecto a la frontera terrestre, socavaría las afirmaciones de Hezbolá de que Israel está “ocupando” el territorio libanés y que la organización ya no tendría ningún uso para su gran arsenal de armas. Además, los opositores a la propuesta de los Estados Unidos dicen que un movimiento como ese provocaría un debate dentro del Líbano sobre la necesidad de desmilitarizar a Hezbolá.
Estados Unidos quiere separar los dos asuntos, porque hacerlo le permitiría mover el gas de Qatar a Europa a través de Israel y Chipre, sin estar expuesto a la amenaza militar que representa Hezbolá. Eso permitiría a Estados Unidos asestar un golpe contra Rusia, el mayor proveedor de gas de Europa. Israel se está quedando callado, pero podemos asumir que estos problemas surgieron en las conversaciones recientes con Pompeo, y que la producción continua de gas natural de acuerdo con la propuesta de Estados Unidos se considera más importante que los ajustes minúsculos en la frontera.