¿Quién está causando realmente el hambre en Gaza? Cada mañana, justo después del café, enciendo los canales de noticias y me invade una sensación de absurdo. Mientras yo, como tantos otros, sigo con mi rutina diaria, en el mundo se desarrolla una narrativa distorsionada, una versión cruda y realista de Los juegos del hambre.
Las imágenes son desgarradoras: niños extremadamente delgados, rostros demacrados, civiles desesperados lanzándose sobre camiones de ayuda humanitaria. Los titulares de cadenas internacionales como CNN, CBS, NBC y otras, hablan de “hambruna generalizada” y de una “grave crisis humanitaria”.
Incluso la prensa israelí, que en los primeros meses de la guerra se concentró casi exclusivamente en la guerra, ha comenzado a alinearse con la agenda internacional. Sin embargo, esta cobertura, aunque parezca bienintencionada, alimenta una narrativa falsa y peligrosa. Presenta el resultado —el hambre— sin mostrar la causa, y así se convierte en un instrumento eficaz de propaganda en manos de Hamás.
La primera pregunta que debe plantearse cualquier periodista honesto no es “¿Hay hambre en Gaza?”, sino “¿Quién es responsable de ese hambre?”. La respuesta es clara y categórica, aunque casi no se menciona. El Estado de Israel envía a la Franja cientos de camiones diarios cargados con alimentos, medicinas y ayuda humanitaria. Desde el punto de vista calórico, la cantidad de ayuda que entra en Gaza cubre, e incluso excede, las necesidades básicas de su población.
El problema no está en el suministro, sino en la distribución. Hamás se aprovecha del vacío de poder para apropiarse de la ayuda. Los terroristas del grupo saquean los camiones, venden los alimentos en el mercado negro a precios abusivos y garantizan que sus miembros coman en abundancia, mientras la población civil sigue pasando hambre.
Al mismo tiempo, como lo han demostrado diversas investigaciones, sus líderes celebran banquetes opulentos. Las imágenes de terroristas de Hamás comiendo y bebiendo a placer contrastan de manera absoluta con las de los civiles famélicos, y exponen la verdad con toda claridad.
En lugar de desenmascarar este mecanismo cínico, la prensa internacional —y con ella ciertos sectores de la prensa israelí— se limita a emitir las imágenes que el enemigo les proporciona. Hemos visto la foto de un niño delgado, que en realidad sufre una grave enfermedad y cuya imagen circulaba en redes sociales mucho antes de la guerra. Hemos visto imágenes de una niña rescatada entre escombros que fueron reutilizadas en diversos contextos, e incluso fotografías tomadas en Yemen presentadas como si provinieran de Gaza.
Eso no es periodismo. Es difusión de noticias falsas y propaganda enemiga en tiempos de guerra. En lugar de hacer las preguntas pertinentes, los reporteros se basan en cifras del Ministerio de Sanidad palestino, que no es más que un brazo de Hamás, y encuadran la historia como una tragedia humanitaria atribuible a Israel.
¿Por qué sucede esto? La respuesta es compleja. En el mundo operan actores antisemitas, pero también existen sectores liberales y democráticos cuya empatía natural está siendo manipulada. Las imágenes de niños hambrientos son un recurso poderoso, y se difunden deliberadamente para presionar al gobierno israelí, tanto desde el exterior como desde dentro. El objetivo es uno solo: detener la guerra antes de que se alcancen sus objetivos.
Se trata de un juego doble y sofisticado por parte de Hamás. Hacia afuera, construye una imagen de víctima humanitaria para ejercer presión sobre Israel. Hacia adentro, el control sobre los alimentos y la ayuda le sirve para mantener el poder, castigar a sus opositores y obtener beneficios económicos. La prensa, con su cobertura parcial, se convierte en un actor involuntario —o quizá voluntario— en esta maniobra cínica.
La función del periodismo en tiempos de guerra no se limita a reflejar la realidad. Debe aportar contexto, verificar los hechos y evitar convertirse en altavoz del enemigo. No se trata de ignorar el sufrimiento de los civiles, pero es una obligación moral y profesional señalar al verdadero responsable.
En lugar de mostrar una imagen fragmentaria que solo genera culpa en Israel, la prensa debe exponer la verdad completa: Hamás utiliza a su propia población como escudo humano y como herramienta en su guerra psicológica.
Por eso, la próxima vez que vean un titular sobre el hambre en Gaza, deténganse un instante y pregúntense lo que casi nunca se pregunta la prensa.