Ahora que ha concluido, los periodistas están empezando a explorar la devastación que ha generado la batalla para expulsar al Estado Islámico de su capital siria, Raqa. Las informaciones aparecidas hasta ahora arrojan una interesante luz sobre la guerra entre Hamás e Israel en Gaza en el verano de 2014. En particular, refutan totalmente la acusación de la ONU y gran parte del mundo occidental que Israel provocó un número “terrible” y “excesivo” de víctimas palestinas.
Ciertamente, no es tan obvio a simple vista. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, en Raqa hubo 3.000 muertos –incluidos unos 1.130 civiles– en cuatro meses de lucha. En Gaza, según cifras de la ONU, hubo 2.251 palestinos muertos –incluidos 1.462 civiles– en solo 50 días. Y aunque hay buenos motivos para pensar que la cifra de muertos que da la ONU está considerablemente inflada (la verdadera proporción de bajas civiles-combatientes ronda probablemente el 1-1, o incluso es inferior), hasta Israel sitúa el número de muertes en 2.125, con 936 combatientes, 761 civiles y 428 personas no identificadas, lo que no está tan por debajo de las cifras de Raqa como la duración de los respectivos conflictos podrían llevarnos a esperar.
Pero esa conclusión simplista ignora dos factores fundamentales. El primero es que no tiene sentido comparar las cifras desnudas; la comparación que importa es la de los muertos respecto a la población. Y con esa medida, la tasa de muertos en Raqa superó a la de Gaza en una proporción de hasta 100 a 1. Este es el cálculo:
Según lo publicado por The New York Times la semana pasada, Raqa tenía una población de 300.000 habitantes cuando el ISIS la capturó. Pero después que la organización empezara a imponer su brutal reino del terror en 2014, “decenas de miles” de personas huyeron, así que la población era muy inferior cuando empezó la batalla para expulsar al ISIS. Huyó más gente cuando empezó la lucha. En consecuencia, “en los días de declive del régimen de la organización, solo quedaban 25.000 personas”. En cambio, la población de Gaza en 2014 era de alrededor de 1,79 millones, según las estadísticas oficiales palestinas.
En otras palabras, esas 3.000 muertes en Raqa representan el 1% de la población de la ciudad antes de la llegada del ISIS, y nada menos que un 12% de la de principios de septiembre. Las muertes en Gaza, en cambio, representaron alrededor del 0,12% de la población del territorio. Por lo tanto, en términos relativos a la población, la cifra de muertos en Raqa fue entre diez y cien veces más alta que en Gaza, y desde luego mucho más cercana a la estimación más alta. Es una diferencia astronómica.
Además, es probable que la diferencia real sea muy superior, a causa del segundo factor fundamental: el efecto de los mayores daños materiales registrados en Raqa.
En un artículo del año pasado en el que comparaba los daños materiales de la guerra de Gaza con los de la batalla para expulsar al ISIS de la ciudad iraquí de Ramadi descubrí que más o menos el 6% de los edificios de la Franja habían sido destruidos o gravemente dañados, frente a alrededor del 50% de los de Ramadi (los cálculos detallados están aquí). Todavía se están evaluando los daños en Raqa, pero es probable que resulten similares a los de Ramadi. Ivor Prickett, periodista de The New York Times, escribió el otro día: “Cuando visité el este de Raqa, era difícil encontrar una calle o un edificio que no hubiesen sido dañados por la batalla”.
El resultado, como señaló Prickett, es que, dejando de lado las 3.000 personas que se sabe que han muerto en Raqa, “muchas otras están desaparecidas”. Y muchas de las desaparecidas probablemente murieron y quedaron sepultadas bajo los escombros. Pasarán meses hasta que se las encuentre, si es que se las encuentra, a juzgar por lo sucedido en la ciudad iraquí de Mosul. Allí, como informó The New York Times a principios de octubre, se siguen desenterrando cuerpos de entre los escombros más de dos meses después de la liberación de la ciudad de manos del ISIS; se tardará muchos meses más en encontrar todos, y puede que algunos no sean localizados jamás.
El hecho es que, como dijo el Times, muchos de los miles que “quizá hayan muerto en combate” en Mosul “yazcan sin contabilizar bajo los escombros”, lo que significa que posiblemente la verdadera cifra de muertos no se sepa nunca. Lo mismo ocurre con Raqa. Pero en ambas ciudades la verdadera cifra de cadáveres sepultados bajo las ruinas significa que la verdadera cifra de muertos es muy superior de lo que indicaban las primeras informaciones.
Sin embargo, en Gaza, precisamente porque los daños materiales fueron mucho menores, todos los muertos fueron localizados rápidamente y se pudo anunciar una cifra total casi enseguida. El número total de muertos en la Franja se está comparando con un conteo muy parcial y preliminar en lugares como Raqa y Mosul, lo que hace que el conflicto de Gaza parezca, en comparación, más sangriento de lo que realmente fue.
El ISIS y Hamás emplean tácticas prácticamente idénticas, por eso tiene sentido comparar Gaza con Raqa. Ambos cavan extensas redes de túneles bajo edificios civiles, colocan alambre con explosivos alrededor de edificios civiles, almacenan armas en edificios civiles y luchan en medio de la población civil. Esas tácticas incrementan enormemente los daños materiales y las muertes de civiles, sea en Gaza, en Siria o en Irak.
Pero, a pesar de la similitud en las tácticas del enemigo, Israel produjo proporcionalmente en Gaza un número de muertos mucho menor y muchos menos daños a la propiedad que la coalición occidental contra el ISIS en Siria e Irak. Dicho de otro modo, los propios países occidentales que acusaron a Israel de causar un daño “desproporcionado” y “excesivo” en Gaza son culpables de haber causado un daño mayor en Siria e Irak.
De modo que, si de verdad se creen las acusaciones que han lanzado contra Israel, los líderes occidentales –empezando por el expresidente estadounidense Barack Obama y el secretario de Estado John Kerry– deberían entregarse como criminales de guerra. Y si no les gusta esa opción, hace tiempo que deberían haber admitido que lo que pasa en Siria e Irak pasa en Gaza. Sencillamente, no se puede combatir a organizaciones terroristas que emplean las tácticas utilizadas por el ISIS y Hamás sin dañar a los civiles.
Y es también hora de que admitan lo que un grupo occidental de expertos militares de alto rango concluyó en un exhaustivo informe sobre la guerra de Gaza: ante estas dificultades, el éxito de Israel en la minimización de los daños a civiles igualó o superó al de cualquier otro país occidental. Por si se necesitasen más pruebas, ahí está esa diferencia de cien a uno en la ratio de muertos entre Raqa y Gaza.
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio