A pesar de las predicciones, no se alcanzó un alto el fuego en Gaza durante la visita del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a Washington. La razón es evidente: Hamás plantea exigencias que Israel no puede aceptar bajo ninguna circunstancia. Esto proviene de una organización terrorista que ha quedado devastada tras 20 meses de combates y que recientemente ha visto a su principal patrocinador, Irán, reducido a la impotencia.
Sin embargo, Hamás aún sostiene que es Israel quien debe rendirse. Es como si los nazis hubieran exigido a Eisenhower que retrocediera cuando los Aliados cruzaron el Rin en 1945. ¿Qué quiere Hamás? La retirada completa de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) de Gaza y una garantía de que la guerra concluirá de forma permanente, condiciones que ha mantenido a lo largo de la guerra.
A pesar del grado en que Israel ha debilitado a Hamás, esta continúa siendo una organización terrorista peligrosa con miles de combatientes armados en sus filas. Por supuesto, las FDI no pueden retirarse frente a una amenaza de ese tipo.