Una preocupada mujer de pelo oscuro en un centro de la Cruz Roja de Moscú hablaba por teléfono, intentando saber más sobre su ascendencia judía para poder ayudar a su hijo a escapar de la campaña del presidente Vladimir Putin para alistar tropas para luchar en Ucrania.
Le dijo a su madre: “Mamá, tu abuelo Moishe nació en 1870, ¿verdad? Como Lenin”.
La cansada madre, que no quiso revelar su nombre por razones de seguridad, dijo a la AFP que su última esperanza era que su hijo obtuviera un pasaporte israelí para no tener que ir a Ucrania a luchar.
Desde que Putin ordenó el envío de tropas a Ucrania en febrero y luego anunció una llamada a filas a nivel nacional en septiembre, decenas de miles de rusos han huido del país.
Para conseguir entrar en Israel, muchas personas han buscado frenéticamente su ascendencia judía. Las personas que se convierten al judaísmo o las que pueden demostrar que tienen al menos un abuelo judío pueden obtener la ciudadanía israelí en virtud de la Ley del Retorno.
Ivan Mitrofanov, de 32 años, es una de estas personas que se esfuerza por encontrar pruebas de que tuvo antepasados judíos.
Después de que los militares rusos sufrieran una serie de derrotas en Ucrania el 21 de septiembre, se anunció una primera oleada de movilización, pero como trabajador informático, él estaba exento.
Por otro lado, Mitrofanov afirmó que “se apresurará a escapar mientras las fronteras estén abiertas”.
Muchos rusos prevén nuevas oleadas de movilización y les preocupa que su gobierno pueda imponer la ley marcial o prohibir la entrada a los hombres en edad militar.
Si se le pregunta a Mitrofanov, Israel es el lugar al que hay que ir en lugar de Europa.
Es peligroso viajar con mi pasaporte ruso por Europa”. Finalmente decidió: “Me iré a Israel, donde nos quieren de verdad”.
La afluencia de nuevos inmigrantes a Israel está desbordando la burocracia en Moscú.
Una empleada de la administración municipal en el oeste de Moscú llamada Tatiana Kalazhnikova informó de que “el 90 % de nuestros clientes vienen a buscar a sus antepasados judíos”.
Las autoridades rusas han tachado de desleales a quienes intentan huir del país, una acusación que no ha satisfecho a Kalazhnikova.
Esperan salir de Rusia y trasladarse a Israel, afirma.
Más de un millón de israelíes, de una población total de 9,4 millones, tienen ascendencia de la Unión Soviética.
Desde que estalló la crisis, los informes indican que se ha triplicado el número de ciudadanos rusos y ucranianos que solicitan inmigrar a Israel.
Según la Oficina Central de Estadística, desde principios de marzo ha habido más de 20.000 nuevas llegadas desde Rusia y más de 12.000 desde Ucrania.
En julio, Rusia ordenó la liquidación de la Agencia Judía, organización que ayuda a los judíos a emigrar, por considerar que infringía la ley y contribuía al éxodo. Este asunto provocó una grave crisis diplomática con Israel, que aún no se ha resuelto.
La estrella rusa de la música Alla Pugacheva y su cónyuge cómico Maxim Galkin son algunas de las celebridades rusas que se han trasladado a Israel.
Decenas de miles de personas se dirigen a las fronteras de Georgia y Kazajistán desde hace semanas, tras el anuncio de una movilización desorganizada y a menudo arbitraria.
El hecho de que se hayan creado cinco nuevas empresas privadas para ayudar a los rusos a emigrar a Israel es un indicio de la gran demanda.
Algunas personas incluso consultan a genealogistas para intentar descubrir su ascendencia judía.
El genealogista judío Vladimir Paley ha visto “10 veces más solicitudes” tanto de rusos como de ucranianos desde que estalló la crisis, añadió.
La mujer, de 55 años, explicó que durante la movilización fue contactada con frecuencia por madres preocupadas que querían enviar a sus hijos al extranjero.
Muchas personas de Rusia y de la antigua Unión Soviética han emigrado a Israel.
Por el contrario, el cliente de Paley, Mikhail, de 40 años, explicó que en este caso actuaba por “miedo y aversión”.
Como escritor y profesor de historia, Mikhail nunca se planteó marcharse. La movilización de Putin le ha hecho reevaluar su situación, y ahora quiere abandonar el país con su familia.
Sin embargo, la mudanza ha contribuido a la ruptura familiar porque suele ser una decisión impulsiva tomada en un corto periodo de tiempo.
Un ex funcionario del Ministerio del Interior ruso llamado Andrei Trubetskoy, que ahora tiene 58 años, llegó a la conclusión en febrero de que “ya no quería tener nada que ver con su propia nación”.
Él y su esposa, historiadora, examinaron a fondo los viejos archivos en busca de información sobre su bisabuelo judío jasídico, pero no encontraron nada.
La pareja empezó a aprender hebreo mientras ponía en orden sus papeles.
Finalmente, su mujer dijo que no, y el matrimonio terminó en divorcio. Ahora se va a ir solo.
Según la socióloga Lyubov Borussyak, de la Universidad Libre de Moscú, “la decisión de abandonar es generalmente impulsiva”.
Desde febrero, ha entrevistado a 150 hogares de emigrantes.
Quieren salir de Rusia, remarcó, no a otra nación. “La gente huye en un estado de pánico y miedo”.