La muerte del presidente iraní Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero ha trastocado los planes de los partidarios de la línea dura que esperaban verlo suceder al líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.
Impacto de la muerte de Raisi en la política sucesoria iraní
Raisi, de 63 años, era considerado el principal candidato para reemplazar al Líder Supremo de 85 años. Su ascenso a la presidencia formaba parte de una estrategia para consolidar el poder en manos de los sectores más conservadores, que buscan fortalecer los pilares de la República Islámica contra las amenazas internas y externas.
Raisi disfrutaba del firme respaldo de Jamenei, quien había ocupado el cargo de presidente antes de convertirse en líder supremo en 1989 tras la muerte del fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruhollah Jomeini. El líder supremo tiene la autoridad máxima en Irán, actuando como comandante en jefe de las fuerzas armadas y decidiendo la dirección de la política exterior, especialmente en su confrontación con Estados Unidos e Israel.
A pesar de no haber respaldado oficialmente a un sucesor, los observadores de Irán señalaban a Raisi como uno de los dos candidatos más probables, siendo el otro el segundo hijo de Jamenei, Mojtaba, quien se cree que ejerce una influencia significativa detrás de escena.
Consecuencias inmediatas en la facción de la línea dura

Con la muerte de Raisi, la facción de la línea dura enfrenta una crisis de liderazgo. Raisi había sido un clérigo chiíta de rango medio cuya presidencia fue un trampolín hacia el liderazgo supremo. Sin su figura, no hay un candidato claro con una plataforma similar, lo que abre la puerta a otras facciones y figuras que podrían emerger como contendientes serios. Esto, según Vali Nasr, profesor de Estudios de Oriente Medio y Asuntos Internacionales en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados John Hopkins.
Las políticas de Raisi reflejaban las de Jamenei en todos los aspectos importantes, desde la consolidación del poder clerical hasta la represión de oponentes y la adopción de una postura dura en política exterior. Sin embargo, la muerte de Raisi genera una gran incertidumbre en la sucesión y podría desencadenar una competencia feroz entre las distintas facciones dentro del régimen.
Las recientes elecciones parlamentarias demostraron el control de la línea dura, aunque con una participación históricamente baja, lo que sugiere una crisis de legitimidad entre la élite clerical. La creciente insatisfacción económica y social ha impulsado protestas masivas, como las de 2022, tras la muerte de una joven detenida por la policía moral.
Posibles contendientes y dinámicas de poder tras la muerte de Raisi

A pesar de la especulación sobre Mojtaba Jamenei, su posible candidatura enfrenta oposición. El propio Jamenei ha expresado su rechazo a un sistema hereditario, un remanente del derrocamiento de la monarquía respaldada por Estados Unidos en 1979. Esta postura elimina tanto a Mojtaba como a Ali Jomeini, nieto del fundador de la República Islámica, como candidatos viables.
Se espera que actores poderosos como los Guardias Revolucionarios y clérigos influyentes en Qom intensifiquen sus esfuerzos para influir en el proceso de selección del próximo líder supremo. Según un exfuncionario iraní, la muerte de Raisi es un golpe significativo para el establishment, que ahora carece de un candidato claro.
La constitución de Irán establece que el Líder Supremo es designado por la Asamblea de Expertos, un organismo clerical de 88 miembros. Sin embargo, otro organismo de vigilancia de línea dura compuesto por clérigos y juristas alineados con Jamenei tiene el poder de vetar leyes y candidatos, lo que complica aún más el proceso sucesorio.
Escenario de incertidumbre y las elecciones presidenciales

La Asamblea de Expertos había retirado a Raisi de la lista de posibles sucesores hace unos seis meses debido a su caída en popularidad, influenciada por las dificultades económicas y las sanciones de Estados Unidos. No obstante, clérigos pro-Raisi habían realizado intensas campañas para restablecer su nombre, sin éxito.
Ali Vaez, director de proyectos de Irán en International Crisis Group, comentó que “nadie, excepto un puñado en la cima, probablemente sepa qué parte de la narrativa de Raisi como heredero tenía una base en la realidad”. La muerte de Raisi introduce una gran incertidumbre en la sucesión.
El papel de Jamenei en la promoción de Raisi fue visto por muchos como una señal de su preferencia por él como sucesor. La muerte de Raisi podría provocar luchas internas en el régimen, como no se han visto desde los años 1980, según Alex Vatanka, director del Programa Irán del Instituto de Oriente Medio en Washington.