El ex secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, pronunció un discurso muy breve, sucinto y preciso respecto a la relación de Estados Unidos con Taiwán en noviembre del año pasado. Esta información ha vuelto a enfadar a Pekín, que ha declarado que no se tolerará la existencia de un Taiwán libre e independiente. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin (汪文斌), ha dicho que el lenguaje de Pompeo está interfiriendo en la soberanía de China.
Pompeo estaba exponiendo los hechos. Taiwán nunca ha formado parte de la República Popular China ni del Partido Comunista Chino (PCC), por lo que no es un territorio de China. La historia, al margen de la propaganda e interpretación del PCCh, es clara al respecto.
La realidad es que el ex presidente Chiang Kai-shek (蔣介石) fue el líder indiscutible del gobierno nacionalista en toda China desde 1928 hasta 1949. Los comunistas iniciaron una guerra civil, que ganaron. Esto obligó a Chiang y a su gente a huir a la nación insular conocida como Formosa.
La nación independiente de Taiwán se estableció entonces en la isla de Formosa y fue reconocida por la ONU junto con naciones de todo el mundo. Estos son los hechos.
La actual confusión sobre el estatus de Taiwán fue una mala política exterior creada por error por el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, que dio instrucciones al gobierno de Estados Unidos de no reconocer formalmente el estatus de nación soberana de Taiwán para apaciguar a China.
La administración del ex presidente estadounidense Richard Nixon, con la ayuda del ex secretario de Estado Henry Kissinger, también incurrió en una falta de claridad.
Esto condujo a la equivocada política exterior que se conoce en Estados Unidos como “ambigüedad estratégica” respecto a la relación entre Taiwán y China.
Este cambio de definición por parte del gobierno estadounidense no cambia que Taiwán haya sido y siga siendo una nación independiente, y no afirma que Taiwán sea parte de China.
China lleva décadas utilizando la frase “un país, dos sistemas” para decir que aceptaría un gobierno soberano en un territorio como Hong Kong, permitiendo que éste tenga sus propios sistemas políticos y judiciales independientes, pero reconociendo que sus asuntos exteriores dependen de China.
En teoría, suena bien que China permita que Taiwán siga siendo una nación independiente, pero que de alguna manera forme parte de China. De nuevo, los hechos son claros: Taiwán nunca ha formado parte de la República Popular China ni del PCC.
La gente ha visto los verdaderos colores e intenciones de China junto con su falta de credibilidad en sus compromisos de política exterior, especialmente en su “un país, dos sistemas”.
Esto se ilustró cuando el presidente chino Xi Jinping (習近平) y el PCCh deshonraron a los gobernantes chinos que negociaron la transferencia de Hong Kong de vuelta a China. Esta transición debía realizarse de forma pacífica durante un periodo de 50 años, desde 1997 hasta 2047.
El mundo está de acuerdo en que Hong Kong era parte de China, aunque fue colonizada por Gran Bretaña en el siglo XIX. Los británicos aceptaron devolver Hong Kong a China en la década de 1990. Esto se hizo formalmente en el escenario mundial de la ONU, con una ceremonia de firma que incluía testigos de otras naciones.
El tratado negociado incluía una garantía de China a Hong Kong de que ésta seguiría siendo un territorio autónomo con un poder judicial independiente durante 50 años.
En apenas 22 años desde la firma de ese tratado, Xi, China y el PCCh han deshonrado este acuerdo y al pueblo chino. Prueba de ello es la mano dura de la policía de Pekín en Hong Kong y la introducción de la Ley de Seguridad Nacional de China que erosiona el poder judicial independiente de Hong Kong.
Ahora, China quiere aplicar el “un país, dos sistemas” a Taiwán y hacer creer a todas las naciones que manejará esta relación de forma equitativa. Desgraciadamente, las acciones de China hablan de otra manera.
La diferencia con Taiwán es, de nuevo, que nunca ha formado parte de China ni del PCC. Por eso será necesaria una coalición mundial de países para reconocer a Taiwán como una nación soberana e independiente. Esto debe hacerse antes de que China se equivoque en sus esfuerzos de “reunificación”.
Si China actuara por la fuerza, como ha prometido, esto obligaría a las naciones democráticas occidentales a responder en defensa de Taiwán, una nación democrática independiente similar. Lo más probable es que esto fomente la próxima gran guerra mundial con una gran pérdida de vidas humanas y de capital por todas las partes, pero también a costa de China y de su vergüenza.
El remedio es que los países que creen, como la mayoría, que Taiwán es una nación independiente lo reconozcan diplomáticamente.
China también debería renunciar inmediatamente a las falsas reivindicaciones territoriales sobre Taiwán.
Debería haber un estímulo y un acuerdo internacional para que cualquier conversación en la relación entre Taiwán y China se haga de forma pacífica.
Por este motivo, mi oficina presentó la “Ley de Invasión y Prevención de Taiwán” antes de retirarme del Congreso de los Estados Unidos al final del 116º Congreso de este año.
La legislación instruye y recomienda que el gobierno de EE.UU., junto con otras naciones, trabajen juntos para facilitar las negociaciones pacíficas relativas a Taiwán y China. Afirma que si China invade por la fuerza a Taiwán, Estados Unidos lo defenderá.
La legislación pretende enviar un mensaje fuerte y claro y aclarar la política de “ambigüedad estratégica” del pasado. También pretende enviar un mensaje de unidad entre los países democráticos occidentales a China, al PCC y a Xi antes de que calculen mal su próximo movimiento con respecto a Taiwán.
Ese mensaje es el siguiente: Permitir que Taiwán exista de forma independiente como nación soberana.
El mundo se ha beneficiado mucho de Taiwán, ya sea en medicina, ciencia, ingeniería, cultura o comercio. Nosotros (todas las naciones) debemos seguir colaborando pacíficamente y hacer todo lo que esté en nuestra mano para evitar otro conflicto mundial entre naciones.
Unámonos en beneficio de todos y celebremos el éxito y la independencia de Taiwán. Invitamos a China a hacer lo mismo y se le tendría en alta estima si lo hiciera.
Ted S. Yoho fue representante de los Estados Unidos por el Tercer Distrito del Congreso de Florida antes de su jubilación.