Esta semana, los 30 ministros de Asuntos Exteriores de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se reunieron en Riga (Letonia). El momento de la reunión no podía ser mejor.
El punto principal de la agenda era la situación en Ucrania y las acciones de Rusia hacia ese país en las últimas semanas. Otro de los puntos del orden del día era el análisis de los errores cometidos durante la retirada de la OTAN de Afganistán durante el verano y las lecciones que se pueden extraer de ello.
Sin embargo, un punto de la agenda que no ha recibido mucha cobertura en los medios de comunicación fue el lanzamiento del proceso formal para reescribir el próximo Concepto Estratégico de la OTAN.
Según el secretario general Jens Stoltenberg, uno de los objetivos del nuevo Concepto Estratégico será que la alianza adopte “una perspectiva global”. Aunque muchos responsables políticos del mundo árabe pueden pensar en la OTAN principalmente en términos europeos, deberían estar atentos al resultado de este proceso para ver si Oriente Medio recibe la atención que merece.
El Concepto Estratégico es el principal documento estratégico que guía las políticas futuras de la alianza. Después del Tratado del Atlántico Norte de 1949 que estableció la OTAN, el Concepto Estratégico es probablemente uno de sus documentos más importantes.
La última vez que la organización publicó un nuevo Concepto Estratégico fue hace más de una década, en 2010. En 2021, el mundo parece drásticamente diferente.
Además, el anterior Concepto Estratégico se publicó antes de los acontecimientos de la Primavera Árabe y sus consecuencias. Hace once años, nadie podría haber adivinado que la OTAN lideraría una intervención militar en Libia; que Siria se sumiría en una guerra civil que daría lugar a una de las organizaciones terroristas más mortíferas del mundo; o que la OTAN perdería la batalla en Afganistán.
En el Concepto Estratégico de 2011, de 40 páginas, no se encuentran las palabras “China”, “pandemia” y “Oriente Medio”. En retrospectiva, está claro que el documento tuvo una vida útil de aproximadamente un año. La alianza necesita desesperadamente un reemplazo.
Hay muchas cuestiones que la OTAN querrá abordar en su próximo Concepto Estratégico. En particular, no puede ignorar a Oriente Medio y el Norte de África. Los miembros de la alianza comparten muchas de las preocupaciones de seguridad de los países de la región de Oriente Medio y Norte de África, ya sea el terrorismo regional que emana de los grupos extremistas o la amenaza de la proliferación nuclear en Irán.
Hay que dejar muy claro que el compromiso de la OTAN en la región debe centrarse en la creación y mejora de asociaciones, no en intervenciones militares.
Afortunadamente, si la organización quiere mejorar sus relaciones en la región de Oriente Medio y Norte de África tiene una sólida base sobre la que construir. Por ejemplo, muchos países de Oriente Medio y Norte de África han demostrado su voluntad de cooperar con la Alianza e incluso han aportado tropas a las misiones dirigidas por la OTAN. Entre los grandes ejemplos de ello se encuentran la participación de emiratíes, egipcios, bahreiníes y jordanos en Afganistán, y los soldados emiratíes y marroquíes que contribuyeron a las misiones dirigidas por la OTAN en los Balcanes.
Además, en los últimos años se han llevado a cabo tres operaciones militares de la OTAN en la región MENA. Se trata de misiones de adiestramiento en Irak, de la lucha contra la piratería en el Cuerno de África y de la zona de exclusión aérea que la OTAN impuso sobre Libia en 2011.
Además de esta estrecha cooperación entre militares, la OTAN también cuenta con estructuras ya establecidas para mejorar una cooperación más amplia con sus socios en esta parte del mundo, pero ha hecho poco para mejorar estas relaciones en los últimos años.
Lleva a cabo su tarea de seguridad cooperativa con sus socios del sur a través de dos mecanismos: El Diálogo Mediterráneo y la Iniciativa de Cooperación de Estambul.
El primero, lanzado en 1994, constituye la base de las relaciones de la OTAN con sus socios mediterráneos: Argelia, Egipto, Israel, Jordania, Mauritania, Marruecos y Túnez. Aunque las conversaciones suelen tener lugar de forma bilateral, entre la OTAN y un único socio mediterráneo (OTAN+1), en ocasiones el foro se reúne como OTAN+7, lo que sitúa a Israel en la misma mesa que algunos de sus vecinos regionales, donde de otro modo no estaría.
La Iniciativa de Cooperación de Estambul, lanzada en 2004, es actualmente la base de las relaciones de la OTAN con los países del Golfo. Aunque se invitó a los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo a unirse a ella, hasta ahora sólo han participado Bahrein, Kuwait, Qatar y los EAU.
Ha llegado el momento de que la OTAN aproveche sus actuales relaciones diplomáticas y militares con sus socios de la región MENA. La Alianza debe utilizar su próximo Concepto Estratégico para trazar un camino que convierta programas como el Diálogo Mediterráneo y la Iniciativa de Cooperación de Estambul en plataformas significativas para el avance mutuo de los intereses de seguridad regionales. Durante demasiado tiempo, ambas agrupaciones han sido relegadas a la condición de tertulias. Esto tiene que cambiar.
Sí, el principal objetivo de la OTAN debe seguir siendo Rusia. Pero no puede ignorar a sus vecinos del sur. Con el éxito de los Acuerdos de Abraham, unido al efecto unificador que la agresión iraní ha tenido en todo Oriente Medio, no hay mejor momento para que la OTAN trabaje más estrechamente con sus socios en la región.