En la última semana, tres israelíes han sido asesinados en la última oleada de terrorismo palestino en la Margen Occidental. Las víctimas han sido dos soldados y un bebé de cuatro días nacido prematuramente después de que su madre fuera atacada por unos terroristas desde un vehículo en marcha.
Los ataques tuvieron lugar cerca de la ciudad de Ramallah, en el Margen Occidental, capital de facto de la Autoridad Palestina (AP), donde el presidente Mahmud Abbas y la mayoría de sus altos funcionarios viven y trabajan. El vehículo utilizado para el ataque en las inmediaciones del poblado de Ofrá fue descubierto más tarde por el Ejército israelí en el distrito de Ain Musbah de la propia Ramala, a solo unos centenares de metros de la residencia privada y el cuartel general de Abbas.
Nadie dice que Abbas supiera de los atentados de antemano. Sin embargo, su respuesta y la de sus altos cargos arroja serias dudas sobre su pretendido compromiso con la paz.
Horas antes del atentado, Abbas proclamó, en un discurso ante varios líderes de su facción Fatah, que mantiene su compromiso con una «resistencia popular pacífica» y con la diplomacia. «No creemos en las armas, y no creemos en los cohetes», afirmó, en referencia a los artefactos lanzados hacia Israel por Hamás y otras organizaciones terroristas desde la Franja de Gaza.
Ahora bien, el mismo Abbas que dice oponerse al uso de las armas y los cohetes no ha condenado los atentados que han costado la vida a tres israelíes. En cambio, él y sus funcionarios condenan a Israel a diario por reprimir el terrorismo.
La incitación antiisraelí empezó casi inmediatamente después del atentado de Ofrá, cuando Abbas y sus secuaces en Fatah y la Autoridad Palestina arremetieron contra Israel por enviar soldados a Ramallah en busca de terroristas.
En lugar de condenar los asesinatos, el Ministerio de Información de Abbas condenó duramente al Ejército israelí por entrar en las oficinas de la agencia palestina de noticias Wafa. El referido departamento dijo que la operación israelí era un «acto de terrorismo» y apeló a la comunidad internacional para que pidiera cuentas a Israel por su «agresión» contra los palestinos.
Según la lógica del ministerio de Abbas, que los soldados israelíes busquen a terroristas es un «acto de terrorismo», pero disparar a una mujer embarazada y a otros seis civiles israelíes que estaban en esa parada de autobús, no.
El Ejército israelí no entró en Ramallah por que Israel quiera “reocupar” la ciudad y volver a instaurar una administración militar. Se trató de una operación limitada que duró unas pocas horas, en un contexto de busca y captura de terroristas palestinos. Pero Abbas y sus altos mandos no hacen más que librar una feroz campaña de incitación contra Israel diseminado mentiras y absurdas teorías conspirativas.
Considérese, por ejemplo, lo que manifestó el secretario general de la OLP, Saeb Erekat, que se presenta como «negociador palestino en jefe». En un comunicado estrafalario, afirmó que la «incursión [israelí] en Ramallah se llevó a cabo con el respaldo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump». Asimismo, demandó a la comunidad internacional que pidiera cuentas a Israel por sus «crímenes» y procurara protección a los palestinos.
Lo extraño es que Erekat sugiera que Israel necesita el permiso de Trump para enviar a sus soldados a Ramallah a atrapar a unos terroristas asesinos. Y que crea que el intento de capturar terroristas es un «crimen» por el que Israel debería rendir cuentas ante la comunidad internacional.
No acaban ahí las declaraciones estupefacientes de la Autoridad Palestina. Vean si no el comentario que hizo Osama Qawasmeh, portavoz de Fatah, que afirmó que la operación del Ejército israelí en Ramallah se dirigía en realidad contra el propio Abbas. Para Qawasmeh, el Ejército israelí «irrumpió» en Ramallah por el rechazo de Abás al plan de Trump, aún no anunciado, para la paz en Oriente Medio. Por si no fuese suficiente, adujo que el intento del Ejército israelí de atrapar a los terroristas también estaba relacionado con la oposición de Abbas a una reciente resolución de Estados Unidos en la Asamblea General de la ONU que condena a Hamás por incitar a la violencia y lanzar repetidamente cohetes contra Israel.
Esta acusación absurda refleja la retorcida lógica de Abbas y compañía. Para ellos, el verdadero problema no es disparar a una mujer embarazada o asesinar a dos soldados. Los líderes palestinos, empezando por Abbas, señalan con un dedo acusador a Israel por cometer la osadía de enviar a sus soldados a capturar terroristas palestinos y prevenir nuevos ataques contra ciudadanos israelíes. Ni que decir tiene, los soldados israelíes que penetraron en Ramallah no se acercaron en ningún momento a la oficina o a la residencia de Abbas, y desde luego no tenían la menor intención de atacarlo, ni a él ni a ninguno de sus oficiales. De hecho, ni un solo funcionario de la Autoridad Palestina o de Fatah resultó detenido o herido.
¿Piensa este dirigente de Fatah que el resto del mundo es tan estúpido como para creer que Israel arriesgaría las vidas de sus soldados enviándolos a Ramallah solo porque Abbas ha rechazado un plan que nadie ha visto y del que nadie sabe nada? ¿Acaso alguno de los soldados que entraron en Ramala llamaron a la puerta de Abás y le entregaron una carta en la que se le dijera que tenía que aceptar el plan no revelado de Trump, o correrá el riesgo de ser castigado? Por supuesto que no.
Vamos con otro ejemplo de las mentiras y teorías conspirativas difundidas por los hombres deAbbas en los últimos días: Mahmud Habash, consejero de asuntos religiosos del rais, dijo, que Israel y Hamás se estaban confabulando para «cambiar las tornas» en el Margen Occidental y así allanar el camino a la aplicación del futuro «acuerdo del siglo» de Trump.
Vale la pena señalar que Hamás ha admitido públicamente que está detrás de la oleada de ataques terroristas en la Margen Occidental. Sin embargo, según Habash, la represión israelí del terrorismo no es sino una conspiración provocada por Israel y el propia Hamás para debilitar a la Autoridad Palestina y dar paso a «la aprobación del acuerdo del siglo, que tiene por objetivo liquidar la causa palestina«.
El asesor de Abbas está absolutamente convencido de que el mundo es tan estúpido como para creer que detrás de los recientes ataques terroristas hay una alianza entre Israel y Hamás. He aquí otro libelo de sangre antiisraelí liderado por Abbas y su entorno. Estas declaraciones no son solo una patraña y un insulto al sentido común, es que casi parecen sacadas de un espectáculo cómico. Casi, porque estos comentarios aparentemente ridículos se refieren a una serie de ataques terroristas que se han cobrado la vida de ciudadanos israelíes. Como tales, han de ser tomados en serio y entendidos en el contexto de la campaña de incitaciones y mentiras contra Israel de los líderes palestinos. Es precisamente este tipo de retórica incendiaria lo que impele a los terroristas palestinos a seguir atacando a Israel.
En lugar de culpar a Hamás por los atentados, la oficina de Abbas optó por responsabilizar a Israel por el repunte de la violencia en el Margen Occidental: «El clima generado por la política de Israel de llevar a cabo repetidas incursiones en las ciudades palestinas, así como la incitación contra el presidente Abás, ha dado lugar a esta oleada de violencia, que nosotros rechazamos», manifestó por medio de un comunicado.
Una vez más, se comprueba que Abbas considera las medidas antiterroristas de Israel como la fuente de la agitación y la violencia, no los atentados de Hamás. El mensaje que Abás está mandando al mundo es: ¡cómo se atreven estos israelíes a tomar medidas de seguridad para frenar los ataques terroristas contra sus civiles y soldados!
Abás, obviamente, teme condenar a sus rivales de Hamás por la más reciente oleada de atentados en la Margen Occidental. Sabe que el día que condene el que se dispare a una mujer israelí embarazada su pueblo se levantará contra él y lo acusará de colaborar con Israel. Pero Abás solo se puede culpar a sí mismo: su constante incitación y sus mentiras sobre Israel han hecho demasiado peligroso que pronuncie una sola palabra contra los terroristas palestinos.
Por último, cabe mencionar un importante detalle, sobre el cual Abbas y sus representantes mantienen la boca bien cerrada: la mano dura de Israel contra Hamás en el Margen Occidental sirve en realidad a los intereses de la Autoridad Palestina. Sin ella, Hamás habría derrocado hace mucho al régimen de Abbas y se habría hecho con el control del territorio. Son los soldados israelíes emplazados a unos centenares de metros de la oficina y la residencia de Abbas los que mantienen a éste a salvo. Es una verdad incómoda para Abbas y sus gurús, pero así son las cosas.