Mientras Rusia aprieta a Ucrania en un vicio militar y energético, y la OTAN hace sonar la alarma, el gobierno de Kiev debe centrarse urgentemente en reforzar su seguridad militar y energética. Ucrania necesita, sin duda, la ayuda diplomática y militar de Occidente para frenar los planes de invasión de Moscú, pero también debe protegerse de la intención subversiva del Kremlin de debilitar al Estado y dividir a su sociedad mediante la escasez de energía y la privación de ingresos de tránsito.
El presidente Vladimir Putin ha dejado muy claro que Moscú no acepta la existencia de un Estado ucraniano independiente y prooccidental. Ha diseñado una guerra por delegación en el Donbás ucraniano con el objetivo de legitimar las entidades rebeldes controladas por Moscú que pueden vetar cualquier decisión política importante de Kiev. El objetivo principal de la acumulación militar de Rusia a lo largo de las fronteras de Ucrania es convencer a la administración Biden de que presione a Ucrania para que acepte el establecimiento de regiones autónomas en su territorio que paralicen las aspiraciones occidentales del país. La capitulación de Kiev ante Moscú simplemente fomentará una mayor invasión del Kremlin en el territorio ucraniano.
Sin embargo, aunque se posponga otra intervención militar, el régimen autocrático de Rusia tratará de desestabilizar al gobierno democrático de Ucrania por todos los medios a su alcance. En particular, su ofensiva energética se intensificará, y Ucrania está mal preparada para resistir. Moscú está a un paso de llevar a cabo con éxito su plan de eludir a Ucrania como ruta de suministro de gas a Europa. La construcción de dos nuevos megatubos, el Nord Stream 2 y el TurkStream, ha concluido. Las sanciones de Estados Unidos no lograron detener Nord Stream 2 y el acuerdo del presidente Joe Biden con la canciller alemana Angela Merkel eliminó más obstáculos para su construcción. Si el regulador alemán y la Comisión Europea certifican Nord Stream 2, todo el tránsito de gas natural ruso se desviará de Ucrania. Este desarrollo despojará a Ucrania de su importancia como país de tránsito de gas para Moscú, haciéndola más vulnerable a la invasión.
Además, Putin declaró en 2019 que una vez que Nord Stream 2 esté operativo y Gazprom deje de utilizar la ruta ucraniana, el país no podrá recibir suministros de gas ruso en sentido inverso desde Europa. Esta declaración indica que Moscú controlará cuánto gas reciben los vecinos de Ucrania del Nord Stream 2 para asegurarse de que no habrá volúmenes extra que puedan revender a Kiev.
Pero la presión energética no sólo afecta al sector del gas de Ucrania. En noviembre, Rusia prohibió la venta de carbón a Ucrania y bloqueó el tránsito de carbón desde otros países, como Kazajistán. Mientras tanto, alrededor de una cuarta parte de la electricidad de Ucrania se produce en centrales eléctricas de carbón, y como un número importante de minas de carbón permanecen en los territorios ocupados del Donbás, Ucrania ha necesitado importar carbón.
Ucrania cuenta con una importante capacidad de generación de energía nuclear, que proporciona más de la mitad de su electricidad. Sin embargo, también en este caso depende en gran medida de Rusia. La mayoría de los reactores nucleares siguen funcionando con combustible ruso y el combustible gastado se envía de vuelta para su almacenamiento en Rusia. Aunque la cooperación entre el operador nuclear ucraniano Energoatom y Westinghouse se está ampliando gradualmente, nueve de las quince unidades de energía nuclear siguen dependiendo del combustible ruso.
Un acuerdo firmado en septiembre entre Estados Unidos y Ucrania incluye la finalización de un reactor nuclear y la construcción de otros cuatro; el proyecto será ejecutado por Westinghouse y Energoatom. Pero el acuerdo requiere urgentemente una instalación central de almacenamiento de residuos nucleares, un proyecto en el que la empresa estadounidense Holtec lleva trabajando desde 2017. Sin embargo, el proyecto se enfrenta a importantes dificultades y sigue sin estar claro si la ineficacia del gobierno o la interferencia de Moscú han impedido que esta instalación de almacenamiento entre en funcionamiento.
Las centrales solares y eólicas son fuentes de energía prometedoras, que contribuyen a reforzar la independencia energética de Ucrania. En 2020, la cuota de energía renovable ascendió al 7,3% de la electricidad y está creciendo rápidamente. Sin embargo, la política energética del gobierno está plagada de incompetencia y corrupción que hacen al país más vulnerable a Moscú. Para mantener los precios de la electricidad bajos para los hogares y las empresas, el gobierno ha introducido topes de precios en el mercado eléctrico, que aseguran que la generación térmica no tenga dinero para comprar carbón. Esto afecta tanto a la empresa estatal Centerenergo como a la compañía energética privada DTEK. Y aunque DTEK importó carbón (sobre todo de Estados Unidos) y también ayudó a contratar compras de carbón para el Estado, es probable que Rusia siga utilizando estas restricciones para presionar a Kiev.
En los próximos años, Ucrania tendrá que reducir la proporción de carbón en su combinación energética desde el 35% actual para cumplir los objetivos europeos de reducción de carbono. El declive económico de la pandemia ha socavado el plan de incentivos del gobierno y ha provocado la acumulación de deudas con las empresas que generan energía renovable. Las deudas se han reembolsado recientemente, excepto las contraídas con DTEK, el mayor productor de energía eólica, que controla aproximadamente una cuarta parte de la capacidad de generación de energías renovables de Ucrania.
Desgraciadamente, a medida que se acerca el invierno y Rusia presiona a Ucrania militarmente y corta el suministro de energía, el Presidente Volodymyr Zelenskyy parece más preocupado por ganarse el favor de los oligarcas que pretenden mantener las bajas tarifas de la electricidad que por llevar a cabo reformas energéticas fundamentales. Las perpetuas luchas políticas internas, las guerras mediáticas entre oligarcas y las acusaciones de intentos de golpe de Estado interno, junto con una política energética fallida, socavan la estabilidad y la condición de Estado de Ucrania. Esto debilitará aún más la economía y fomentará el malestar social que Rusia explota en su beneficio. La administración Biden debe colaborar estrechamente con Kiev para reforzar su seguridad energética y contrarrestar las amenazas de Rusia.