El movimiento terrorista palestino Hamás prohibió a los palestinos que viven bajo su férula en la Franja de Gaza celebrar el Día Internacional de la Mujer. Hamás ignoró la decisión del gobierno de la Autoridad Palestina (AP) en la Margen Occidental de dar el día libre a los funcionarios aduciendo que el Día Internacional de la Mujer es un acontecimiento “occidental y foráneo” incompatible con las tradiciones y enseñanzas islámicas.
El movimiento islámico también lanzó una advertencia a todas las instituciones públicas y privadas de la Franja, incluidos colegios y universidades, para que se abstuvieran de celebrarlo.
La decisión de Hamás generó duras críticas entre numerosos palestinos, especialmente entre las asociaciones de mujeres y pro derechos humanos, así como por parte de la AP. Los críticos dijeron que la prohibición era una señal de la falta de respeto de Hamás por las mujeres y por su contribución a la sociedad palestina.
El Sindicato General de Trabajadores Palestinos hizo público un comunicado en el que condenaba que Hamás se negase a reconocer y honrar el papel de las mujeres palestinas. El comunicado decía que éstas habían hecho enormes sacrificios y contribuido extraordinariamente a la fuerza laboral y al desarrollo de la sociedad palestinas.
La prohibición de Hamás también molestó a muchos hombres palestinos, que se mostraron indignados por la “humillación” a las mujeres palestinas. Fazi Tbail, destacado periodista palestino, declaró: “Celebraré el Día Internacional de la Mujer, os guste (a Hamás) o no. ¡Vosotros solo representáis el atraso!”.
Pero no todos los palestinos protestaron por la última afrenta de Hamás a las mujeres palestinas. Ahí está Linda Sarsur.
Sarsur, residente en EEUU, partidaria de la sharia y del movimiento antiisraelí BDS, en lugar de condenar a Hamás por suprimir el Día Internacional de la Mujer, optó por vomitar su odio contra Israel y el sionismo.
La prominente feminista palestino-estadounidense declaró en una entrevista que el apoyo al feminismo y al sionismo son incompatibles. Sarsur dijo en The Nation:
Es que no tiene sentido que alguien diga: “¿Hay sitio para quienes defienden el Estado de Israel y no lo critiquen en el movimiento?”. No lo puede haber en el feminismo. O defiendes los derechos de todas las mujeres, incluidas las palestinas, o ninguno. No hay otra.
Sarsur parece en cierto modo olvidarse del sufrimiento de sus iguales bajo la Autoridad Palestina y Hamás. Ella expresa su preocupación por los derechos de las mujeres con una condición: que pueda echar la culpa a Israel.
Uno se pregunta qué opina de que Hamás haya suprimido el Día Internacional de la Mujer. O sobre las severas restricciones impuestas a las mujeres palestinas en la Franja de Gaza, que incluyen el no tener derecho a sentarse en un restaurante o ir a la playa sin la compañía de un pariente masculino. ¿Y cuál es su respuesta a que Hamás prohíba a las mujeres fumar con cachimba en las cafeterías, con el pretexto de que eso va contra la tradición y conduce al divorcio?
Aparte de eso, ¿es consciente la feminista Sarsur de que las mujeres que viven bajo el yugo de Hamás tienen prohibido conducir motos y ciclomotores? ¿Es consciente de que Hamás ha prohibido a las mujeres correr en una maratón organizada por Naciones Unidas?
Estas son las bochornosas verdades que la feminista pro Hamás no quiere escuchar. ¿Por qué? Porque el odio de Linda Sarsur hacia Israel y el sionismo prevalece sobre su solidaridad con las mujeres palestinas. Los derechos de las mujeres oprimidas por Hamás son lo último que tiene en la cabeza. Para Sarsur y las de su ralea en el movimiento feminista palestino-estadounidense, lo importante es la deslegitimación y demonización de Israel y los judíos. Desde la comodidad de Estados Unidos y otros países occidentales, Sarsour y sus colegas están demasiado ocupadas incitando contra Israel como para recordar el sufrimiento de las mujeres en la mayoría de los países árabes, empezando por las que viven bajo la AP y Hamás.
Tal vez sería útil para la causa de las mujeres palestinas que Sarsur prefiriera defender la de la diputada palestina y activista contra la corrupción Nayat Abu Baker. A causa de su heroica campaña y sus críticas sin tapujos contra la corrupción de los líderes de la AP, el presidente de la propia Autoridad Palestina (y de Fatah), Mahmud Abás, ha despojado a Abu Baker de su inmunidad parlamentaria y la ha expulsado de la facción gobernante Fatah. Hace poco, la AP prohibió a Abu Baker salir de la Margen Occidental. En principio, debía viajar al Líbano para asistir a una ceremonia en la que iba a ser homenajeada como la diputada más respetada del mundo árabe.
Sin embargo, Sarsur no ha dicho ni una palabra para defender a mujeres como Abu Baker.
Ni le interesan tampoco los enormes progresos que han hecho las mujeres árabes en Israel. Mientras la AP persigue a Abu Baker, las mujeres árabes de la Knéset pueden hablar con libertad y sin miedo.
Uno se pregunta, también, qué piensan Sarsur y sus compañeras feministas sobre el trato que se da a los gays que viven en los regímenes de Hamás y la AP. Mientras, una ciudadana árabe de Israel, Talen Abu Hana, ganó el concurso Miss Trans el año pasado. Y lo que es peor: en Irán, los miembros de la comunidad gay están siendo colgados en las calles.
Otra señal del empoderamiento de las mujeres en Israel y de sus éxitos es que el año pasado el Gobierno israelí nombró a Mariam Kabaha consejera nacional para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo, en el Ministerio de Economía e Industria. Kabaha, árabe israelí, fue elegida para el puesto de entre 60 candidatos.
Mientras Sarsur defiende la sharia, la tendencia de las israelíes árabes musulmanas a eludir los tribunales de la sharia –y acudir en su lugar a los tribunales civiles del país– va ganando impulso, según Roy Brumer, abogado judío que representa a algunas de estas mujeres. En Israel, los tribunales de la sharia tienen jurisdicción, en la comunidad musulmana, en asuntos de carácter personal como el divorcio, el matrimonio y la conversión. Sin embargo, en los últimos años Brumer ha observado un aumento del número de mujeres que solicitan sus servicios.
Sarsur debería prestar atención: en Israel, las mujeres árabes disfrutan de más derechos y libertad que la mayoría de las mujeres en Irán, Sudán, Kuwait y Arabia Saudí. En Israel, las mujeres pueden presentarse libremente a las elecciones e ir a la playa o a un centro comercial sin que las acompañe un familiar varón. En Israel, las mujeres árabes pueden conducir y ser jueces en los tribunales civiles. En Israel, las mujeres no están obligadas a llevar el hiyab. ¿Ha oído hablar Sarsur de Gada Bsul, jueza en el Tribunal de Haifa de Asuntos Locales? ¿O es que no tiene interés para ella?
La afirmación de Sarsur de que el sionismo y el feminismo son incompatibles no es más que una sucia mentira. En el Estado sionista de Israel, las árabes han llegado a puestos de alto nivel y disfrutan de una considerable libertad en todos los órdenes de la vida. Las feministas como Sarsur quieren hacer retroceder siglos la causa de la mujer. Con feministas como ésta, ¿quién necesita enemigos?