Según el censo brasileño de 2010, había 35.167 musulmanes viviendo en el país, muchos de ellos concentrados en las ciudades de Sao Paulo y Foz do Iguazú. La mayoría de los inmigrantes árabes chiítas han gravitado en las comunidades musulmanas de Sao Paulo, Curitiba y Foz do Iguazú. Fruto de ello, a la fecha, hay más de treinta y seis mezquitas, centros religiosos islámicos y asociaciones islámicas en Brasil.
Otra tendencia actual es el aumento de las conversiones religiosas al islam entre los ciudadanos no árabes. Una fuente de medios musulmanes estimó que hay cerca de 10.000 conversos musulmanes viviendo en Brasil. Durante los últimos 30 años, el islam se ha hecho cada vez más notable en la sociedad brasileña no solo por la construcción de mezquitas, sino también de bibliotecas, centros de arte, escuelas islámicas y periódicos publicados por la comunidad. De hecho, a lo largo de la “Avenida estatal” de la ciudad de Sao Paulo se encuentra la “Sociedad de Beneficencia Musulmana” que alberga la mezquita más grande de Brasil.
Derivado de fuentes de agencias de inteligencia abiertas, varias fuentes de periódicos en Brasil señalan que los agentes de Al-Qaeda han estado planeando ataques, recaudando dinero y reclutando seguidores en su país. Los brasileños sostienen que las áreas aisladas y deshabitadas en el norte del país permiten a Al-Qaeda en Brasil (AQB) entrenarse en secreto y más recientemente, ha permitido el establecimiento con ciertas libertades de los agentes de Hezbolá llegados de Caracas.
Fuentes de agencias de seguridad sostienen que una estructura de clase rígida con pobreza rampante, corrupción enquistada desde varios años y cultos cristianos evangélicos, hace que las condiciones sean adecuadas para que una teología religiosa extremista se expanda rápidamente en Brasil. La misma fuente describió que la expansión del islam extremo presente en Brasil, practica el adoctrinamiento religioso estricto utilizando técnicas de lavado de cerebro y proclamando una retórica religiosa fundamentalista en la presentación de interpretaciones radicales y distorsionadas del Corán.
En el pasado y en el presente, varios elementos de alto perfil de Al-Qaeda, como Khaled Hussein Ali, han estado activos en Brasil difundiendo propaganda anti-americana e israelí los últimos meses.
Específicamente, la investigación de la policía brasileña encontró videos y mensajes de texto dirigidos a los seguidores de Al-Qaeda. Los sospechosos también crearon cuentas de correo electrónico “spam” generadas por computadora que promovían el odio hacia los judíos y los negros.
Brasil es el hogar de una de las mayores poblaciones árabes fuera de Medio Oriente, con la mayoría de ellos viviendo en Sao Paulo y en Fóz do Iguaçu, esta última ciudad es un semillero de contrabando de cocaína en la llamada región de la triple frontera cerca de Argentina y Paraguay. Se estima que la región de la triple frontera tiene unos 14.000 residentes de origen árabe, la mayoría en la ciudad de Fóz do Iguaçu. El área ya tiene tráfico activo de armas para los numerosos cárteles criminales de Brasil. Un funcionario de seguridad brasileño declaró recientemente bajo anonimato a la revista Veja de Sao Paulo que “la mayoría de estos carteles ya poseen ‘armas de vanguardia’ que superan fácilmente a la policía y los militares brasileños en todo el país, especialmente en las peligrosas áreas de favelas de Brasil”.
Un ejemplo específico de cuán abrumada está la policía se ve fácilmente en un área de Sao Paulo apodada “Cracolandia” o “Tierra del crack”. Allí, según describió un alto oficial de la Policía, la población de adictos al crack se estima en miles de consumidores, especialmente niños abandonados que están socialmente destinados a seguir la misma suerte que sus padres. Los funcionarios brasileños han reconocido formalmente que están lidiando con una “epidemia de crack” y un aumento de la violencia relacionada con las drogas. Esto es a pesar del hecho de que pequeñas cantidades de marihuana para uso personal son completamente legales en Brasil.
Los brasileños entrevistados afirmaron que el problema social del crack está empeorando. Las fuentes de los medios de comunicación brasileños señalan que la adicción a la cocaína por el crack se debe al hecho de que el “crack” es barato y está fácilmente disponible. La adicción al crack y la cocaína también está infiltrando otras ciudades importantes. Además de la ciudad brasileña de Sao Paulo, numerosas “Cracolandias” han aparecido en todo el país en la última década para incluir una “Cracolandia” en el destino turístico más popular de Brasil: Río de Janeiro.
Ya en 2011, la presidenta Dilma Rousseff asignó 1.900 millones de dólares del presupuesto federal de Brasil para combatir la cocaína y el crack. La mayoría de los gastos se destinaron al tratamiento y educación de drogas para los aproximadamente 1.5 millones de adictos al crack en el país. Una comparación con el manejo de la epidemia de crack-cocaína con el manejo de Al-Qaeda en Brasil (AQB) requiere un análisis simple de inteligencia sociológica:
“Si uno piensa que la Policía Federal de Brasil puede suprimir a los agentes de Al-Qaeda extremadamente dedicados y altamente capacitados, entrenados en terrorismo avanzado mientras en las montañas de Afganistán y ahora integrados en las comunidades brasileñas, entonces se debe pensar de nuevo”.
Además de la adicción al crack y el alcoholismo, la adicción al juego también ha entrado en la escena. El problema de los juegos de azar, aparentemente benigno, pero altamente adictivo y extremadamente ilegal en Brasil, se centra en los numerosos salones de juegos de “bingo” del país. Al igual que las pérdidas financieras y las pandillas chinas asociadas, los salones “Mahjong” se han observado en los numerosos “Chinatowns” de Estados Unidos, desde Nueva York hasta Hawai. Aunque, el juego chino “Mahjong” a menudo proporciona horas de entretenimiento, sin embargo, en realidad, saquea y desperdicia los “ahorros de vida” de muchos inmigrantes de etnia china. El problema del juego asociado con los “juegos de bingo” ilegales también afecta a muchos brasileños.
Las agencias de inteligencia global y los grupos de vigilancia de organizaciones no gubernamentales (ONG) han manifestado preocupación durante los últimos años por el hecho de que la región de la triple frontera es un centro de recaudación de fondos para los grupos terroristas islamistas como Hezbolá y Hamás. Ambos grupos practican el fundamentalismo islámico radical que utiliza medidas de piratería terrorista, atentados suicidas y fabricación de dispositivos explosivos improvisados mortales. Sin embargo, Brasil no ha aprobado ninguna nueva legislación específica contra estas endemias.
Los analistas están de acuerdo en que la “Resistencia Islámica en el Líbano”, con el tema de Hezbolá, comenzó su infiltración en América Latina a mediados de la década de 1980, estableciendo su primer bastión importante en la triple frontera, una región relativamente sin ley en las fronteras de Argentina, Brasil y Paraguay. Desde esta base en el corazón de América del Sur, Hezbolá estableció empresas ilícitas para financiar sus operaciones en el Medio Oriente y en otros lugares. Los tipos actuales de actividades delictivas discutidas en la región de la triple frontera por fuentes brasileñas incluyen lavado de dinero, falsificación de ropa de marca y lencería (Victoria’s Secret), perfumes, cremas faciales para mujeres, joyas (relojes), cigarrillos, piratería de películas en DVD, programas informáticos y tráfico de drogas, principalmente cocaína.
A fines de 2018, las autoridades policiales brasileñas en Sao Paulo detuvieron a un ciudadano árabe que tenía un sitio web cuyo foro incluía una retórica anti-estadounidense y anti-judía escrita en árabe. El hombre es considerado un jugador clave en la campaña de propaganda de las redes sociales de islamistas dentro de Brasil.
Además de cerrar el sitio web extremista, la policía incautó sus computadoras para determinar cualquier relación con redes terroristas. Los fiscales brasileños describieron el contenido del sitio web como “deplorable” y lleno de mensajes de odio a los estadounidenses, a los judíos y completamente supremacistas e islamistas
Los oficiales de policía se sintieron frustrados porque el sospechoso tuvo que ser liberado en 20 días porque tiene una residencia fija en Brasil y en el país legalmente. La policía sostiene que la persona puede ser acusada bajo las leyes brasileñas que penalizan la promoción electrónica de la intolerancia racial. Sin embargo, no prosperó la acusación contra el islamista. A pesar de ello los oficiales de policía han impuesto serias acusaciones sobre cómo los terroristas islámicos se han infiltrado en Brasil. El Director de Inteligencia de la Policía Federal de Brasil presentó un siniestro esquema de subversión terrorista islámica radical en Brasil donde se señala que los extremistas religiosos utilizaron a Brasil como una “parada” para evitar la detección en el país más grande de América Latina y la ciudad más poblada (Sao Paulo). En el caso del árabe detenido, este se había casado con una prostituta y adoptó a sus hijos para obtener la residencia legal en el país. Según la policía brasileña, su plan era que una vez atrincherado legalmente en territorio brasileño, comenzara a planear ataques a objetivos en el en Brasil o en países limítrofes.
Según la prensa de Sao Paulo, en el pasado la “negación” al problema del terrorismo islámico que llevó adelante el gobierno sosteniendo siempre que la amenaza era “inexistente” ha permitido a los agentes de Al-Qaeda y Hezbolá en Brasil propagarse lentamente en muchas partes del país, especialmente en la ciudad de Sao Paulo.
Por ejemplo, un presunto miembro de Al-Qaeda tenía dos casas en Sao Paulo y coordinó el llamado “batallón de medios sociales de jihadistas”. Inicialmente, los temas de las redes sociales generados desde Sao Paulo simplemente “hicieron proselitismo” o “predicaron los objetivos” de Al-Qaeda. Sin embargo, los temas de las redes sociales de Internet se transformaron en “sitios web de redes sociales” para reclutamiento, logística, capacitación en comunicación y “llamadas a la acción” para alcanzar objetivos contra blancos judíos y estadounidenses en América del Sur.
Los oficiales de la policía brasileña han declarado recientemente: “Tenemos la percepción de que estos extranjeros en el país no están ejecutando acciones extremistas en Brasil, sino que están comenzando a reclutar programas, brindar apoyo, capacitación, logística y reconocimiento para acciones terroristas fuera del país y están utilizando nuestro territorio pacíficamente para, desde aquí, ejecutar ataques terroristas en la región”.
El sitio web “discoveringislam.org” presenta videos en Internet de brasileños de la fe católica tradicional que recientemente se han convertido al islam. Los videos de moda en línea muestran una amplia gama de testimonios de conversos, desde una joven brasileña hasta un ex pastor evangélico, ambos comprometidos con su nueva fe islámica. Otro clip de medios de comunicación destaca cómo diecinueve personas se convirtieron al islam recientemente.
Sin embargo, una transformación más radical de una ciudad católica liberal a una sociedad islámica rígida en Brasil se expresó en los comentarios de esta ciudadana brasileña de 22 años sobre lo que observó en Fóz do Iguaçu:
“No me sentía como si estuviera en Brasil. Vi mujeres vestidas con ropa extraña cubierta de pies a cabeza. Muchos hablaban un idioma que nunca antes había escuchado en Brasil. Era como si estuviera en otro país, en una cultura diferente, incluso los edificios (y la arquitectura) eran diferentes. También sentí que no era bienvenida allí por ser evangélica y me dijeron que no hablara de Jesús en la mezquita. Realmente me sentí como un extranjero en mi propio país”.
Se desconoce si los miles de conversos musulmanes dentro de Brasil se produjeron a partir de una simple ilustración de la religión islámica o simplemente se produjo por un rechazo de la cultura brasileña. Sin embargo, las “conversiones express” al islam son un concepto a menudo denominado “radicalización”, que generalmente sienta las bases para una teología extremista islámica conducente a acciones terroristas.
Un proceso de “adoctrinamiento” puntual fue explicado por una joven brasileña de la siguiente manera: “Ingresé a la Mezquita en Foz de Iguaçu como turista, a mis amigos y a mí nos obligaron a ponernos la ropa islámica tradicional que solo mostraba mi rostro. Al principio, pensé que era divertido, pero ahora no estoy tan segura”.
Brasil ha negado repetidamente la actividad terrorista dentro de su territorio, a pesar del hecho de que Hezbolá tiene células importantes operando en el país e incluso algunos agentes de Al-Qaeda. Aunque Hezbolá (chiíta y favorable a Irán) y Al-Qaeda (sunita) provienen de ramas diferentes y hostiles dentro del islam, esto no es un obstáculo para que las dos organizaciones formen alianzas de conveniencia que buscan alcanzar objetivos comunes contra un adversario “común”, los Estados Unidos y los países socios de Washington. Los países limítrofes a Brasil deberían tomar nota de este escenario. Argentina ya experimentó la misma tendencia de los extremistas islámicos en los años noventa. Dos incidentes que ponen de relieve el peligro del islamismo radical en América Latina fueron los asesinatos de veintinueve personas por un atentado con bomba en la embajada israelí en Buenos Aires en 1992 y el asesinato de noventa y cinco en un atentado contra un centro comunitario judío (AMIA) en 1994.
En América Latina, las corrientes populistas que han dominado la escena política desde el advenimiento del chavismo en Venezuela han cambiado en muchas personas la manera de ver y percibir al terrorismo y a la acusación de “violencia” o de “terrorista”. Para algunos, la acusación no tiene el significado negativo que solía tener. Ha adquirido ropa nueva; un nuevo color. Ya no divide, no desacredita. Por el contrario, representa un centro de atracción cuyas ideas están hermanadas con la idea del Socialismo del Siglo XXI que implantó el chavismo en la región.
Hoy, ser “violento” o “terrorista” es una cualidad que ennoblece a cualquier persona y hasta la convierte en honorable, porque es un acto digno de un revolucionario comprometido en la lucha contra las políticas expansionistas de Israel y el imperialismo estadounidense. Y para ello, la izquierda y el populismo se ha aliado con el islamofascismo. De allí que no es extraño comprender por qué prácticamente todos los grupos terroristas “islámicos” importantes, desde Al-Qaeda hasta Hezbolá, desde Abu Sayyef hasta la Jihad Islámica Palestina, fueron creados o comandados por “ex” comunistas.
Además, los líderes talibanes más importantes, como Abdurrashid Dostum, Shahnawaz Tanai y Gulbuddin Hikmatyar, eran todos ex comunistas.
Negar que Al-Qaeda, Hezbolá y Hamás estén activos en Brasil es un problema social importante además de una peligrosa falla de inteligencia que puede ser abrir experiencias dolorosas para las sociedades de América Latina.