Marchas nocturnas con los ojos vendados a través de túneles. Alimentos infestados de gusanos. Meses sin acceso a duchas ni cambio de ropa.
Un informe difundido el martes por el Ministerio de Salud, compartido con la Cruz Roja y organizaciones internacionales de salud, describe las penurias sufridas por doce de los rehenes secuestrados por terroristas liderados por Hamás el 7 de octubre de 2023 y liberados durante un cese al fuego a principios de este año.
La Cruz Roja no ha proporcionado asistencia alguna a los rehenes durante su cautiverio.
El documento, basado en testimonios y registros médicos, detalla métodos sistemáticos de degradación física y psicológica, que incluyen acoso sexual continuo y condiciones infrahumanas.
El Ministerio de Salud afirmó que los abusos descritos en el informe constituyen tortura y graves violaciones del derecho internacional humanitario, y exigió la provisión inmediata de alimentos, agua y atención médica para quienes aún permanecen en cautiverio.
El informe se publica días después de que grupos terroristas divulgaran videos de dos rehenes visiblemente demacrados, mientras Israel busca mantener la atención internacional sobre la situación de los cautivos, de los cuales 50 siguen retenidos por grupos terroristas en Gaza. También coincide con las críticas de los familiares de los rehenes contra un nuevo plan gubernamental para tomar el control de la ciudad de Gaza , que, según ellos, pondría en peligro la vida de al menos 20 rehenes que se presume están vivos.
El informe señala, basándose en los testimonios, que los cautivos vivos enfrentan “un peligro inmediato” y que cada día adicional en cautiverio incrementa el riesgo de daños irreversibles a su salud física y mental.
Respecto a los rehenes liberados, el documento establece que existe una relación directa entre la duración del cautiverio, las duras condiciones en que fueron retenidos, los abusos continuos sufridos por los sobrevivientes y su capacidad para someterse a procesos de rehabilitación y reintegrarse a la vida familiar y social.
Un panorama desgarrador
El informe se centra en cuatro mujeres y ocho hombres, parte de las 251 personas secuestradas durante el ataque liderado por Hamás el 7 de octubre, cuando miles de terroristas invadieron Israel y masacraron a unas 1,200 personas. Los rehenes incluidos en el informe fueron liberados durante el cese al fuego de dos meses, entre enero y marzo de 2025.
Los doce rehenes recibieron atención médica en cuatro hospitales israelíes: el Centro Médico Shamir, el Centro Médico Sheba, el Centro Médico Rabin y el Centro Médico Soroka, donde se reunieron con sus familias y получили tratamiento inicial.
El informe se basa en los testimonios de los liberados, un análisis exhaustivo de los registros médicos y conversaciones directas con los proveedores de atención médica, con el consentimiento informado de los sobrevivientes. Sus relatos coinciden con los de otros rehenes.
El documento describe un panorama desgarrador. Los cautivos fueron retenidos en condiciones subterráneas extremas, a menudo en túneles angostos de apenas dos metros cuadrados y menos de 1.5 metros de altura, hacinados con hasta seis personas durante períodos prolongados.
Los traslados de los rehenes se realizaron de manera abrupta, bajo amenaza de muerte, y en ocasiones implicaron largas caminatas nocturnas con los ojos vendados. El Ministerio determinó que estos desplazamientos resultaron físicamente peligrosos y psicológicamente devastadores.
Muchos rehenes permanecieron atados con fuerza durante horas, sin consideración por necesidades fisiológicas básicas. Dormían en el suelo duro de los túneles, rodeados de insectos, expuestos a un calor opresivo constante o a un frío glacial.
Escasez de alimentos y agua
El informe indica que los rehenes recibían, en el mejor de los casos, una comida diaria, consistente en pan pita o arroz, y en ocasiones nada en absoluto. Con frecuencia, los alimentos estaban en mal estado, infestados de gusanos, y acompañados de agua contaminada, a menudo aguas residuales sin tratar o agua de mar.
Las oportunidades para mantener una higiene adecuada fueron mínimas: las duchas, ofrecidas cada varios meses, se realizaban con agua fría y una toalla compartida. Los cambios de ropa eran escasos, y algunos rehenes debieron usar la misma ropa interior durante seis meses.
Los retretes eran agujeros improvisados cavados por los propios cautivos. En algunos casos, se vieron obligados a hacer sus necesidades a la vista de todos.
El entorno hostil, según el informe, provocó enfermedades persistentes y no tratadas, como infecciones intestinales recurrentes con dolor abdominal, vómitos, diarrea y fiebre alta. La exposición al polvo y la arena desencadenó problemas respiratorios crónicos.
El cautiverio también trajo infestaciones de piojos, sarna y pulgas en la piel de los rehenes, junto con dermatitis y erupciones que persistieron incluso tras su liberación.
“Debido a que estas enfermedades no recibieron tratamiento, causaron alucinaciones severas y dolores intensos”, señala el informe. “Varios rehenes describieron casos de deshidratación grave que provocaron confusión e incluso pérdida de conciencia.”
Las lesiones físicas fueron extensas. Los rehenes sufrieron heridas de bala, heridas por esquirlas, quemaduras y fracturas no tratadas. Muchos presentan daños nerviosos permanentes que generan dolor crónico, agudo o ardiente, pérdida de funcionalidad y sensibilidad al tacto. Los rehenes relataron que incluso ducharse resulta doloroso, y a menudo requieren medicamentos analgésicos diarios.
Deficiencias nutricionales graves
Los rehenes experimentaron una pérdida de peso severa, entre el 15% y el 40% de su masa corporal, acompañada de atrofia muscular y reducción de la densidad ósea, lo que los coloca en alto riesgo de fracturas futuras y osteoporosis.
Los análisis de laboratorio revelaron problemas nutricionales graves, como deficiencia de vitamina C, que se manifestó en sangrado de encías y síntomas clásicos de escorbuto. Los niveles de vitaminas K y D también fueron bajos, mientras que los de vitamina A se situaron cerca del límite inferior del rango normal.
Estos problemas, agravados por el hambre y la mala higiene, comprometieron la inmunidad de los rehenes y aumentaron su vulnerabilidad a infecciones.
El informe destaca que los rehenes sufrieron un abandono médico peligroso, y se les negó tratamiento con antibióticos. El documento describe a un rehén que intentó tratar una lesión ortopédica por sí mismo, solo para perder el conocimiento en el esfuerzo. Otro recibió un antibiótico inadecuado, lo que empeoró una infección y puso en riesgo su vida o le causó daños a largo plazo.
Terror y trauma duradero
Los rehenes también padecieron un aislamiento prolongado. Una persona permaneció sola durante más de 50 días mientras estaba herida, y otros soportaron un aislamiento absoluto durante más de un año. Estas condiciones generaron desesperación, privación sensorial y, en algunos casos, disociación, según el informe.
Algunos captores aterrorizaron a los rehenes psicológicamente, incluso sosteniendo granadas armadas mientras contaban hacia atrás.
Los rehenes también enfrentaron acoso sexual. El informe detalla que una mujer relató abusos continuos durante meses, y tanto hombres como mujeres recibieron comentarios humillantes centrados en sus cuerpos. No se proporcionaron más detalles al respecto.
Los terroristas también infligieron daño a través de manipulaciones psicológicas, como mostrar alimentos o agua limpia a los rehenes para luego negarles el acceso. El informe afirma que los captores emplearon “un conjunto sistemático de torturas y terror psicológico, con traumas de larga duración”.
Los sobrevivientes ahora enfrentan daños nerviosos irreversibles que dificultan actividades diarias básicas. Aunque algunos están sometiéndose a cirugías, como la extracción de fragmentos que comprimen nervios o la reconstrucción de cicatrices, se espera que persistan el dolor crónico y las limitaciones funcionales.
Los médicos también expresaron preocupación por trastornos endocrinos; las mujeres reportaron cambios menstruales y hormonales, y los profesionales señalaron “preocupaciones razonables sobre posibles impactos en la fertilidad futura”.
Seis meses después de su liberación, el Ministerio de Salud destacó que el pronóstico de salud mental de los rehenes sigue siendo incierto debido al riesgo de un trastorno de estrés postraumático de inicio tardío, y se espera que su trauma persista mientras otros cautivos permanezcan en Gaza.
“Mientras otros rehenes permanezcan en cautiverio en Gaza, el proceso de rehabilitación y reintegración social de quienes han regresado se verá perjudicado”, concluye el informe.