En los últimos años, el mundo ha visto a Rusia apuntalar su posición en Siria, Venezuela y otros lugares. Se ha prestado menos atención a las ambiciones de Moscú en el vasto continente africano.
Rusia se ha impuesto recientemente a la República Centroafricana, un país situado estratégicamente entre el norte musulmán y el sur cristiano. Más allá de la ventaja de su ubicación geográfica, la República Centroafricana posee importantes reservas de petróleo, diamantes, oro y recursos de uranio.
Los Estados Unidos hicieron caso omiso en gran medida de esta evolución, pero merece atención. Los esfuerzos de Moscú en África no se limitan a la República Centroafricana, y hay indicios de que su participación en el continente está a punto de ampliarse. De hecho, se ha informado de que en octubre de este año, Putin y el Presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi convocarán a 50 dirigentes africanos en la primera Cumbre ruso-africana que se celebrará en Sochi.
Los medios de comunicación han informado de que Rusia tiene la intención de aumentar su presencia en al menos 13 países africanos. Además, Rusia está interviniendo cada vez más con acuerdos comerciales y de negocios, ventas y cooperación militar y apoyo político y paramilitar.
Por ejemplo, Rusia desplegó contratistas militares privados en la República Centroafricana para entregar armas, entrenar a las fuerzas gubernamentales y proporcionar protección personal al presidente. Medidas similares se tomaron en Libia y Sudán, donde los asesores rusos apoyaron al dictador Omar Bashir. En mayo, Moscú anunció planes para desplegar expertos técnicos en la República del Congo, a fin de capacitar a las fuerzas locales para utilizar el equipo militar ruso.
Para Moscú, el continente africano no solo es un mercado emergente de energía nuclear, sino también un terreno de exportación agrícola creciente para el trigo ruso.
A un nivel más amplio, a pesar de los fracasos parciales de Moscú en Sudán y Sudáfrica, sus acciones en el continente han sido en gran medida exitosas hasta ahora. Vienen en medio de un vacío geopolítico en África creado por el interés decreciente de Europa y de los Estados Unidos en el continente.
Rusia necesita influencia en África, ya que para 2050 el continente estará en condiciones de tener el 25 por ciento de la población mundial en edad de trabajar y la mayor reserva de materiales de tierras raras fuera de China. Además, los 54 países de África constituyen el bloque de votación más importante de las Naciones Unidas, lo que puede dar a Moscú una influencia adicional. De ahí las frecuentes visitas del Ministro de Asuntos Exteriores ruso Sergei Lavrov a los Estados africanos.
Los intereses rusos en África pueden caracterizarse como imperiales en el sentido económico. El apoyo geopolítico a varios Estados y a sus líderes, a veces asediados, ofrece a Moscú una gran oportunidad de obtener una rica base de recursos naturales. Este enfoque no es tan diferente de lo que han hecho los países europeos, los Estados Unidos y China en todo el continente. África es grande y rica, pero también es inestable desde el punto de vista militar y económico. Esto lo convierte en una oportunidad geopolítica.
Es posible que Rusia todavía esté utilizando los conceptos ideológicos del panafricanismo y el nacionalismo africano para generar profundas conexiones entre los activistas poscoloniales africanos y la agenda internacionalista de Moscú. Los intereses rusos en África se relacionan principalmente con la tradición establecida durante la Guerra Fría, cuando Moscú expandió su influencia en el continente a través de ventas militares, incentivos económicos y la exportación de la ideología comunista.
Pero ha habido un gran cambio geopolítico en la posición de Moscú que le ha llevado a aumentar sus esfuerzos en África. Desde su anexión de Crimea en 2014, que la distanció de Occidente, el empuje geopolítico de Rusia se ha desplazado a otros lugares para aprovechar su posición de fracaso en el frente ucraniano. Al intervenir en Siria en nombre del dictador Bashar al-Assad, Moscú esperaba obligar a Occidente a abandonar su apoyo a Ucrania a cambio de concesiones rusas en Siria.
Lo mismo está sucediendo en Venezuela, y la ofensiva económica y diplomática de Rusia en África podría formar parte de una estrategia similar: ganar influencia en regiones importantes para Occidente a fin de desarrollar una posición geopolítica más equilibrada frente a Washington y otros países occidentales.
La competencia por los principales recursos de África y la búsqueda de aliados geopolíticos refleja y forma parte de una batalla más amplia que se desarrolla en el mundo. En Eurasia, Estados Unidos se enfrenta a China y Rusia, y el continente africano se está convirtiendo gradualmente en un escenario similar para la competencia entre esos tres jugadores.
La influencia china en África es bien conocida y se caracteriza principalmente por una gran cantidad de recursos. Pero también indica que, en la lucha por los recursos africanos, China y Rusia están desafiando a Occidente. Esto es problemático para Washington, ya que Estados Unidos todavía no tiene una política estratégica eficaz para oponerse a Moscú y Pekín en África. China y Rusia se encuentran de nuevo alineados contra Estados Unidos, y esta tendencia subraya su profunda cooperación.
Aunque está de moda presentar la asociación entre Moscú y Pekín como una mera alianza de conveniencia, no se debe subestimar su potencial. Los dos socavan la influencia de EE.UU.