El asalto de la pasada primavera a la valla que separa las ciudades israelíes de la Franja de Gaza amenazó con romper la frontera de Israel, sin duda, pero también ha amenazado con exacerbar las crecientes brechas dentro del Partido Demócrata por el conflicto israelí-palestino. El empeoramiento de las tensiones entre los demócratas que abrazan la narrativa antiisraelí de una facción de izquierda cada vez más influyente del partido y aquellos que no representan un serio riesgo para Israel y para el futuro de los Demócratas, y ni Israel ni los preocupados por el partido la capacidad de recuperar la Casa Blanca sabe muy bien qué hacer al respecto.
El hecho de que Hamás, ideológica y militarmente comprometido con la aniquilación de Israel, se haya ganado su designación de organización terrorista y su reputación de manos ensangrentadas y de estafar a aquellos sobre quienes gobierna nunca ha importado mucho a los críticos de izquierda de Israel. La pasada primavera, Hamás exhortó a sus súbditos a cruzar a Israel para matar a civiles, lo cual, dado su elaborado sistema de túneles subterráneos diseñados para ese fin, no es una broma.
Las masas de gazatíes hicieron lo que se les dijo, avanzando en la frontera de Israel bajo la cobertura del humo cegador de neumáticos quemados colocados estratégicamente, lanzando granadas y cócteles Molotov, plantando explosivos y lanzando «cometas de fuego» repletas de dispositivos incendiarios que lograron quemar miles de hectáreas de Tierras de cultivo, huertos y bosques israelíes. En algunos casos lograron romper la valla fronteriza. Nada de esto marcó una gran diferencia para la izquierda, que, sin proporcionar ninguna sugerencia útil sobre cómo se suponía que Israel debía detener esto, recitó debidamente la frase habitual de que Israel era culpable de violaciones de derechos humanos. Incluso la proclamación pública de Hamás de que la mayoría de los asesinados por las Fuerzas de Defensa de Israel que intentaban proteger la frontera eran miembros de Hamás no dio mucha pausa a los críticos de Israel.
En casa, los demócratas se han vuelto cada vez más fríos con Israel. Una encuesta de Pew a principios de este año reafirmó lo que otras encuestas han encontrado: el porcentaje de demócratas que se autoidentifican como «liberales» que apoyan a Israel se está hundiendo. Hay numerosas razones para esto. La virulencia dirigida por la Casa Blanca de Obama contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que se volvió completamente tóxica durante el debate sobre el acuerdo nuclear iraní, pasó factura. El cálido abrazo de Donald Trump a Israel, un bienvenido alivio para el gobierno de Netanyahu, ha desencadenado una estampida hacia las salidas a Israel por parte de los demócratas, quienes son unánimes en su detestación por Trump.
Estas divisiones entraron en erupción a la vista pública cuando los enfrentamientos fronterizos orquestados por Hamás se organizaron para coincidir con la apertura de la administración de Trump de una embajada de los Estados Unidos en Jerusalén. El senador Bernie Sanders, el portaestandarte de la izquierda demócrata, acusó a Israel de «acciones terribles» en la defensa de su frontera. La nueva superestrella demócrata Alexandria Ocasio-Cortez culpó a Israel de una «masacre». Cuando fue presionado en una entrevista para defender su acusación contra Israel, Ocasio-Cortez retrocedió, impúdica. «No soy el experto en geopolítica en este tema», admitió. «Puede que no use las palabras correctas, pero sé que este es un problema intenso».
El conflicto de generaciones es, de hecho, «un asunto intenso». No solo importa si la cosecha de activistas y organizadores que están brindando tanta energía positiva al Partido Demócrata usan «las palabras correctas» cuando lo discuten, sino que saben qué están hablando sobre.
«Los votantes de la base demócrata son más hostiles a Israel que en cualquier punto en décadas», dijo recientemente el profesor de Brooklyn College KC Johnson a la JTA . «A medida que las primarias presidenciales de 2020 toman forma, es fácil imaginar más candidatos ideológicamente flexibles … criticando duramente a Israel para aumentar su posición con activistas progresistas». La táctica cada vez más antiisraelí de los demócratas hiere a Israel, que depende del apoyo bipartidista de Estados Unidos para su seguridad nacional. Pero también perjudica a los demócratas, que no pueden permitirse el lujo de disgustar a los demócratas e independientes de Israel en 2020. La tendencia no es bonita para ninguno de los dos, y es algo que requerirá audacia y cuidado por parte de los partidarios de Israel y por los líderes demócratas.