La nueva política de Turquía respecto a Chipre, basada en una solución de dos Estados, está siendo muy criticada por la comunidad internacional. En una declaración de prensa, el Secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, expresó el apoyo estadounidense a un acuerdo global dirigido por los chipriotas para reunificar la isla como una federación bizonal y bicomunal.
Asimismo, la decisión de Ankara de reabrir la costa de Varosha, ciudad situada en el extremo oriental de la isla y abandonada tras la invasión militar de 1974, unió a los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU en su condena. El 23 de julio, el Consejo de Seguridad reafirmó el estatus de Varosha, tal y como figuraba en resoluciones anteriores, como la 550 (1984) y la 789 (1992).
Israel se ha comprometido a reforzar su colaboración tanto con Grecia como con Chipre.
La llamada telefónica de julio entre los presidentes Isaac Herzog y Recep Tayyip Erdogan no impidió que Jerusalén expresara su profunda preocupación por los anuncios turcos sobre Chipre. El ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, recibió a sus homólogos Nikos Dendias, de Grecia, el 21 de julio, y Nikos Christodoulides, de Chipre, el 27 de julio. Aunque el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí suele abstenerse de tomar partido, ahora está claramente del lado de Nicosia, al igual que el verano pasado se puso del lado de Atenas durante el enfrentamiento greco-turco en el Mediterráneo oriental. Dendias agradeció públicamente a Israel su postura.
Estados Unidos está recalibrando sus relaciones con Turquía. Las dos partes están buscando formas de cooperar a pesar de los graves problemas. Dado que el proceso con Ankara está en marcha, Washington aún no ha dado pasos concretos para cimentar la asociación entre Israel, Grecia y Chipre. La asociación tripartita es sólida en sí misma, pero obviamente se beneficiaría de un paraguas estadounidense, como ocurrió durante la administración Trump.
Mientras tanto, las acciones turcas en el Mediterráneo oriental -más allá de la cuestión de Chipre- merecen atención. Mientras que Israel, Grecia y Chipre habrían contratado al buque francés Nautical Geo para llevar a cabo una investigación marítima para la construcción del oleoducto East Med, Ankara ha filtrado que su estudio sismográfico Oruc Reis no produjo ningún resultado. Si esto es cierto, es probable que no se realicen perforaciones en las zonas marítimas que reclaman tanto Atenas como Ankara en el Mediterráneo Oriental. Sin embargo, Turquía amenaza con continuar las investigaciones sismográficas y las perforaciones en aguas chipriotas.
En paralelo a la filtración, fuentes turcas afirman que Ankara podría estar dispuesta a someter sus diferencias con Atenas a la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Ankara ha indicado que un acuerdo especial que se negociaría entre ambas partes y se presentaría ante la CIJ podría abarcar únicamente las zonas marítimas. Grecia, bajo el mandato del ex viceprimer ministro Evangelos Venizelos, informó continuamente a la CIJ desde 2015 de otras disputas (en materia de soberanía, actividades militares, etc.).
A primera vista, la postura turca parece extraña. Ankara lleva años engrosando su catálogo de reclamaciones, desafiando la soberanía de los islotes griegos, así como cuestionando el derecho de Grecia a militarizar algunas de sus islas del Egeo, y ahora parece dispuesta a permitir la jurisdicción de la CIJ sobre las zonas marítimas.
Sin embargo, un examen más detallado muestra que la política exterior turca no ha cambiado y que simplemente está empleando nuevas metodologías técnicas. Ankara estudió detenidamente los acuerdos marítimos de 2020 firmados por Grecia con Italia y Egipto, y espera que Atenas esté dispuesta a hacer “compromisos” similares en las delimitaciones jurídicas greco-turcas. Las zonas marítimas alrededor de la isla de Kastelorizo son su principal objetivo, así como ciertos derechos de soberanía en el Egeo.
Aunque Turquía parece haber modificado provisionalmente su retórica sobre la CIJ (al menos en teoría), sigue presionando con firmeza para que Grecia desmilitarice algunas islas del Egeo. El 13 de julio, su representante permanente ante la ONU envió una carta al Secretario General, Antonio Guterres, quejándose de la postura de Grecia. Atenas rechazó las acusaciones, enviando su propia carta unos días después. Además, a partir del 20 de julio, Turquía intentó durante varios días rescatar a migrantes al sur de Creta en zonas de responsabilidad griega. Su Ministerio de Defensa dijo que Turquía estaba llevando a cabo una operación de búsqueda y rescate.
Puede que este verano en el Mediterráneo Oriental sea más tranquilo que el año pasado, pero los graves desacuerdos políticos, unidos a las viejas y nuevas estrategias y metodologías turcas, lo están convirtiendo en un polvorín a punto de estallar de nuevo.