Un 15 de abril como hoy, pero de 1945, el ejército británico derribó la resistencia alemana y liberó el campo de concentración de Bergen-Belsen, uno de los mayores en la Alemania nazi. Se estima que allí murieron más de 50.000 personas y los cuerpos sin enterrar, junto con los miles de sobrevivientes gravemente enfermos, evidenciaron los horrores perpetrados por el régimen de Hitler.
El campo de trabajo de Bergen-Belnsen fue creado en 1940 como un campo para prisioneros de guerra, en particular franceses y belgas. Un año más tarde se extendería a otro tipo de prisioneros, entre los que se encontraban 14.000 soviéticos que murieron allí de enfermedades, hambre y frío.
Entre 1943 y 1944, el campo se pobló esencialmente de judíos, y las condiciones empeoraron significativamente, lo que significó decenas de miles de muertos por múltiples causas, entre las que se destacan la inanición y las enfermedades relacionadas a la falta de higiene y el agotamiento físico.
Al liberar el campo, los británicos encontraron uno de los tantos escenarios del horror: miles de cuerpos desparramados por el suelo y prisioneros con aspectos que distaban por mucho de los de seres humanos. Rápidamente se instalaron allí campamentos médicos en los que se albergaron cerca de 12.000 refugiados. El campo fue cerrado definitivamente en 1950.
La historia reveló que, poco después de ser liberados por los británicos, los judíos que sobrevivieron al horror celebraron una cena de Shabat. A lo mejor el hecho de poder cumplir con sus tradiciones haya sido la primera sensación de libertad en años, tras tanto sufrimiento. Quizás para expresar ese sentimiento fue que los sobrevivientes comenzaron a entonar, todos juntos, una canción en hebreo, llamada “Hatikva”.
“Hatikva” significa en hebreo “esperanza”. Tres años después, esa melodía, símbolo del espíritu con el cual el pueblo judío resistió a las calamidades del nazismo, iba a convertirse en el himno del Estado de Israel. Hoy en día “Hatikva” existe en múltiples versiones, incluso en varios idiomas. Puede que ninguna represente tanto su mensaje de fuerza como aquella cantada por aquellos que, después de vivir un infierno, supieron renacer con esperanza.