¿Cómo se define a Hamás? ¿Como una entidad legítima de liberación o como una organización terrorista que ha perpetrado crímenes contra la humanidad? La respuesta varía dependiendo de a quién se consulte. En Israel, una nación que ha enfrentado durante décadas a Hamás y sus actos de terrorismo antisemita, la respuesta es evidente. Sin embargo, en otros países, incluyendo tanto a los críticos habituales de Israel como a los que se consideran “aliados”, la respuesta no es tan tajante como se podría anticipar.
Tomemos como ejemplo al presidente ruso, Vladimir Putin. Para él, el culpable de la masacre del 7 de octubre no fue Hamás, sorprendentemente. Según su perspectiva, este horrendo acontecimiento es fruto de la “errónea política de Estados Unidos en Oriente Medio”. Putin reafirmó esta postura al recibir en Moscú a una delegación de Hamás. En la cumbre del G20, al referirse al conflicto, optó por cuestionar: “¿No resulta inquietante el aniquilamiento de la población civil en Gaza?”. Y no debemos olvidar la inquietante comparación que el mismo Putin hizo entre las acciones del ejército israelí en Gaza y el asedio nazi a Leningrado durante…