Han transcurrido ya dos meses y medio desde aquel nefasto 7 de octubre, y parece que para la mayoría de los israelíes, los horrores vividos se desvanecen lentamente en el olvido.
Mantener viva esta ira no es solo un noble deber moral de recordación, ni simplemente una base para proclamar “nunca más”. No, es más que eso. Es un mandamiento, el undécimo, si así lo queremos llamar, con un propósito vital y beneficios tangibles: combatir la erosión que nos afecta a todos.
La furia se conserva al escuchar: los gritos de las mujeres que fueron brutalmente violadas, algunas de ellas niñas, una violenta violación en grupo que terminó en asesinatos y mutilaciones aún más violentas de sus cuerpos. En muchos casos, delante de sus familiares y amigos, justo antes de …