En medio del turbulento panorama que envuelve las negociaciones para la liberación de los secuestrados, emerge una nueva dimensión de complejidad: la creciente presión de la administración Biden sobre el gobierno israelí.
Esta influencia, ejercida con diplomacia calculada, pero firme, parece estar erosionando la postura tradicionalmente intransigente de Israel en el tablero internacional. Con cada gesto de apaciguamiento y cada llamado a la moderación, Washington insinúa una disminución de la rigidez israelí, un suavizar de las líneas antes inquebrantables en su política de seguridad.
Mientras Israel se enfrenta a la crueldad psicológica de una organización terrorista, la presencia de Estados Unidos en la ecuación introduce una dinámica adicional que podría inclinar la balanza, y no en favor de …