El presidente argentino, Javier Milei, sigue poniendo a la defensiva a los internacionalistas socialistas, y es un espectáculo glorioso de presenciar.
Desde que asumió el cargo en diciembre de 2023, Milei ha dado al mundo, y en particular a los Estados Unidos, una lección revitalizante sobre lo que es posible. Durante años, la izquierda hizo todo lo posible para engañar al mundo haciéndole creer que la expansión constante del gobierno era inevitable e irreversible. Sin embargo, en poco más de un año en el poder, Milei ha destrozado alegremente esa idea, reduciendo drásticamente el gasto público y devolviendo cierta estabilidad económica a Argentina, un país que durante mucho tiempo fue un caso perdido bajo políticas de extrema izquierda.
Milei ha proporcionado a los partidarios de Donald Trump un ejemplo concreto al que recurrir cuando los izquierdistas aseguran que el gobierno federal es demasiado grande como para ser despojado de sus excesos y detenido en su expansión. Y esta semana, en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, Milei continúa enfrentando a las élites izquierdistas, arrojando sus mentiras de vuelta a sus rostros.
Rick Moran informó el viernes sobre la denuncia inicial de Milei contra el wokeismo en Davos, y lo mejor es que aún no había terminado. Fox News reportó el sábado que Milei intensificó la presión sobre las élites izquierdistas, denunciando “el virus mental de la ideología woke”, entre otras cosas. Atribuyó los logros de la civilización occidental, como el respeto por la vida, la libertad, la libre expresión y la libertad religiosa, al progreso que permitió la Revolución Industrial, la cual sacó de la pobreza al 90 % de la población mundial. Luego, advirtió que el wokeismo es la enfermedad que podría destruir todo lo que la civilización occidental valora.
Milei expresó: “Esta es la gran epidemia de nuestra época que debe ser erradicada. Este es el cáncer del que debemos deshacernos. Esta ideología ha colonizado las instituciones más importantes del mundo: desde los partidos políticos y los gobiernos de las naciones líderes de Occidente hasta las organizaciones de gobernanza global, las ONG, las universidades y los medios de comunicación”. Agregó una advertencia: “La civilización occidental —e incluso la especie humana— no podrá regresar al camino del progreso que demanda nuestro espíritu pionero. Es esencial romper estas cadenas ideológicas si queremos dar paso a una nueva era dorada”. Una era dorada. ¿Dónde habremos oído eso en los últimos días?
El presidente argentino atacó directamente una de las fantasías más preciadas de la izquierda, afirmando: “Intentar imponer la idea de que las mujeres son hombres y los hombres son mujeres basándose únicamente en la autopercepción. Y no dicen nada cuando un hombre se viste como mujer y asesina a su oponente en un ring de boxeo, o cuando un recluso masculino afirma ser mujer y termina abusando sexualmente de mujeres en prisión”. Confundirlos con sentido común: ese es el talón de Aquiles de los izquierdistas, desde Buenos Aires hasta Ginebra.
Decidido a arruinar la fiesta a los progresistas, Milei también mencionó el caso de una pareja homosexual en Georgia que abusó sexualmente de sus hijos adoptivos, declarando: “Quiero ser claro al hablar de abuso. Esto no es un eufemismo, porque en sus formas más extremas, la ideología de género es abuso infantil en toda regla. Son pedófilos”. Y añadió que el hecho de que tan pocos se atrevan a llamarlos por lo que son es un indicio de la profunda enfermedad de nuestra época.
Milei continuó con su embestida: “A niños sanos se les está causando un daño irreversible a través de tratamientos hormonales y mutilaciones, como si un niño de cinco años pudiera consentir semejantes cosas. Y si la familia no está de acuerdo, siempre habrá agentes estatales dispuestos a intervenir en nombre de lo que llaman el interés superior del menor”.
Además, ofreció a los izquierdistas, seguramente enfurecidos, una visión del futuro que ellos mismos han creado: “Solo ahora estamos comenzando a ver los efectos de toda una generación que ha mutilado sus cuerpos, alentada por una cultura de relativismo sexual, y estas personas tendrán que pasar toda su vida en tratamiento psiquiátrico para sobrellevar lo que se han hecho a sí mismas. Sin embargo, nadie se atreve a hablar sobre estos temas. No solo eso, sino que la gran mayoría también ha sido sometida a las autopercepciones equivocadas de una pequeña minoría”. Sin embargo, el discurso de Milei dejó claro que la marea está cambiando.
“Créanme”, concluyó Milei, “los escandalosos experimentos realizados en nombre de esta ideología criminal serán condenados y comparados con los cometidos en los períodos más oscuros de nuestra historia”. Así será. Tal como los escolares de hoy se horrorizan al aprender que, en el pasado, se quemaba a personas acusadas de brujería, las futuras generaciones se horrorizarán al saber que en nuestra época de absurdos, las élites destruyeron innumerables vidas al insistir en que los hombres podían ser mujeres y las mujeres, hombres, obligando a tantos como pudieron a seguirles la corriente. Javier Milei será recordado como uno de los líderes que ayudó a este mundo extraviado a recuperar la cordura.