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Portada » Especial » El arte de confundir al enemigo: Ucrania y el futuro del engaño en la guerra

El arte de confundir al enemigo: Ucrania y el futuro del engaño en la guerra

5 de junio de 2025

La sorpresa resultó crucial para el éxito militar. Si el enemigo conoce el momento y el lugar del ataque, sus defensas se fortalecen, lo que aumenta las posibilidades de derrota para las fuerzas atacantes.

Para evitarlo, los atacantes emplearon tácticas de engaño. Con el objetivo de ocultar sus intenciones, desorientaron a los comandantes enemigos y desviaron sus recursos. Las tropas se posicionaron bajo estrictas medidas de camuflaje o narrativas falsas, mientras distracciones como comunicaciones electrónicas fraudulentas y miles de señuelos multidominio simulaban la presencia de soldados y unidades inexistentes. Esta estrategia generó confusión al crear y reducir ambigüedad simultáneamente, lo que sobrecargó la capacidad cognitiva del enemigo y reforzó sus prejuicios previos.

Cuando el ataque se ejecutó, las fuerzas enemigas se encontraron mal posicionadas y sus defensas, desprevenidas. Este enfoque describe tanto las operaciones Fortitude y Bodyguard, que engañaron a los alemanes sobre la invasión del Día D al hacerles creer que el ataque ocurriría en Pas de Calais en lugar de Normandía, como los ataques ucranianos en Kursk en 2024, que utilizaron desinformación en redes sociales y manipulación estratégica sobre sus capacidades ofensivas.

Las operaciones de engaño han demostrado ser decisivas a lo largo de la historia y en conflictos modernos. Sin embargo, un reciente informe sobre las lecciones de los campos de batalla ucranianos advierte que, si Estados Unidos y sus aliados no adoptan las nuevas tecnologías y tendencias en el engaño, corren el riesgo de perder la ventaja en un ámbito que alguna vez dominaron.

“Por medio del engaño harás la guerra”, reza Proverbios 24:6, lema original del Mossad que subraya la importancia de sorprender al enemigo, especialmente a sus líderes. Según Martin van Crevald en Command in War, la historia del mando militar refleja una búsqueda constante de certeza sobre las intenciones y el estado de las fuerzas enemigas, así como sobre los factores que configuran el entorno bélico.

El engaño distorsiona esa búsqueda de certeza para favorecer los objetivos propios. Principios como el de Magruder, basado en la campaña de la Península de 1862, muestran que las preconcepciones enemigas son vulnerables. El Lema de Jones, inspirado en los expertos de la Segunda Guerra Mundial, destaca que controlar más canales de información aumenta la credibilidad del engaño.

Las nuevas tecnologías amplifican las posibilidades del engaño. La inteligencia artificial, los drones, los sensores comerciales, la fabricación aditiva, los materiales avanzados y la computación cuántica ofrecen nuevas formas de confundir a los adversarios.

Estas innovaciones también impulsan tendencias en el campo de batalla moderno, como una mayor conciencia del entorno, una nueva era de movilización masiva, ataques profundos más precisos y baratos, guerra cognitiva, la omnipresencia de sistemas no tripulados y la integración humano-máquina. Estas dinámicas, observadas en Ucrania y Oriente Medio, exigen repensar las estructuras de fuerza, las adquisiciones y la doctrina militar.

Por ejemplo, los enjambres de drones baratos complican el ocultamiento, pero también permiten crear fuerzas falsas de manera repentina. No obstante, Estados Unidos y sus aliados enfrentan un desafío: su doctrina, inversión y entrenamiento en engaño están rezagados frente a los de adversarios como Rusia y China. La doctrina rusa, encapsulada en el concepto de maskirovka (disfraz o camuflaje), y la china, influenciada por la centralidad del engaño en la estrategia del EPL, priorizan estas tácticas de manera notable.

Esta disparidad, combinada con el avance tecnológico y las nuevas tendencias bélicas, genera una brecha en la capacidad de engaño militar. Si no se aborda, esta vulnerabilidad será explotada por adversarios. Para recuperar la ventaja, las fuerzas militares democráticas deben implementar un aprendizaje sistémico que degrade las campañas de engaño enemigas y fortalezca las propias. Esto requiere actualizar el entrenamiento de mando, invertir en tecnología y revisar la doctrina para integrar lecciones históricas con las nuevas posibilidades tecnológicas.

Los conflictos, como el de Ucrania, funcionan como laboratorios de aprendizaje. Las lecciones extraídas de estos escenarios, junto con las percepciones de adversarios potenciales, deben guiar la preparación para futuras campañas de engaño. Como señaló el historiador militar Conrad Crane, “Es más fácil engañarnos a nosotros mismos que a la mayoría de nuestros enemigos”. Subestimar esta área crítica sería un error estratégico.

Mick Ryan, mayor general retirado del Ejército Australiano y autor de White Sun War, y Peter W. Singer, estratega en New America y socio gerente en Useful Fiction, son coautores del informe “El futuro del engaño en la guerra: Lecciones de Ucrania”.

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