¿Podría Francia, bajo el gobierno de Macron, estar en curso de colisión directa con la recién electa administración de Trump tras su contundente victoria a principios de este mes? Hay buenas razones para argumentar que esto podría ser cierto.
Indicaciones ominosas
De hecho, una señal preocupante del deterioro de la política francesa y de su divergencia respecto al consenso occidental liderado por Estados Unidos podría haber sido evidente en una reciente decisión de liberar al terrorista libanés Georges Ibrahim Abdallah, quien llevaba mucho tiempo encarcelado.
Abdallah fue condenado a cadena perpetua en 1987 por su participación en los asesinatos, en 1982, del agregado militar estadounidense Charles Ray y del diplomático israelí Yakov Bar Simantov en París, así como en un intento de asesinato contra Robert O. Homme, cónsul estadounidense en Estrasburgo.
Es elegible para solicitar libertad condicional desde 1999, pero todas sus solicitudes anteriores fueron rechazadas, salvo en un caso hace más de una década, que fue bloqueado por el entonces presidente Jacques Chirac. Es significativo que el embajador estadounidense en Francia de aquella época, Charles Rivkin, criticara la decisión de otorgarle la libertad condicional, señalando que Abdallah nunca expresó arrepentimiento y que, de ser liberado, podría seguir representando una amenaza.
Estados Unidos se ha opuesto de forma consistente a la liberación de Abdallah y, hasta la fecha, no ha habido cambios en la posición de Washington respecto a este tema. Si bien es cierto que los fiscales antiterroristas franceses declararon que apelarían la orden de liberación, resulta difícil no sentir que esta decisión judicial podría reflejar los nuevos vientos que empiezan a soplar desde el Palacio del Elíseo.
Actitudes en desarrollo
Lamentablemente, esta actitud adversa de París hacia Israel y Estados Unidos no es algo reciente.
El pasado junio, el Ministerio de Defensa de Francia emitió un decreto que prohibía la participación israelí en una importante exposición de armas, Eurosatory. Aunque la justicia francesa anuló la prohibición, esto no disuadió al gobierno de Macron de imponer otra prohibición contra empresas israelíes en otro evento, Euronaval, que tuvo lugar a principios de este mes y que también fue revocada por los tribunales.
De manera perversa, mientras Francia vetaba a las empresas de seguridad israelíes de participar en prestigiosas exposiciones de armas en su territorio, algunas de las más de 200 empresas francesas presentes en el evento son conocidas por tener licencias para suministrar material a la Guardia Revolucionaria de Irán (CGRI) y a la guardia costera iraní. Además, se informa que nueve de estas empresas figuran en la lista iraní de proveedores autorizados para sus industrias petrolera y energética. Aún más indignante, algunas de las empresas iraníes con las que las firmas francesas hacían negocios estaban bajo sanciones impuestas por Estados Unidos.
Macron también ha sido una figura destacada en la promoción de un embargo de armas contra una Israel asediada, enfrascada en una mortal lucha multifrontal impuesta por las despiadadas fuerzas del terror islámico. En una advertencia innecesaria, el presidente francés tuvo la osadía de acusar a Israel de “sembrar barbarie” mientras este país lucha por repeler la violencia desenfrenada de sus enemigos.
¿Indulgencia por “dinero fácil”?
A finales del mes pasado, un destacado sitio israelí publicó una acusación según la cual “la reciente hostilidad de Francia hacia el Estado judío podría estar motivada por un nivel adicional de corrupción”. Esta dura afirmación se basó en las revelaciones del renombrado periodista francés y experto en Oriente Medio Georges Malbrunot, tanto en su libro como en el periódico Le Figaro.
Malbrunot desató un escándalo al exponer un acuerdo secreto realizado en 2020 entre Macron y Hezbolá en el Líbano. Según Malbrunot, Macron se reunió con un representante de Hezbolá sancionado por Estados Unidos en un encuentro sin precedentes entre el líder de una democracia occidental y un alto representante de una organización terrorista importante.
Entre otros temas, negociaron un acuerdo multimillonario para la reconstrucción del puerto de Beirut, devastado por explosiones en 2020, cuya autoría aún no se ha determinado, aunque abundan las sospechas sobre la implicación de Hezbolá.
De acuerdo con Malbrunot, Macron accedió a ignorar cualquier actividad de Hezbolá en la región como condición para adjudicar un contrato a un consorcio francés encabezado por el multimillonario franco-libanés Rodolphe Saadé, propietario de BFM TV y de la compañía francesa de transporte marítimo CMA-CGM.
Estas maniobras proyectan una imagen poco favorable del presidente francés, quien parecería priorizar las ganancias corporativas sobre la seguridad de Líbano e Israel. Además, sugieren que Macron habría otorgado indulgencia, si no legitimidad, al grupo terrorista respaldado por Irán, pese a su naturaleza perniciosa y su control sobre el gobierno libanés.
¿Pataleta pueril y petulante?
Esta actitud hostil hacia Israel y afín a sus enemigos parece haberse extendido a la postura de Francia hacia los aliados de Israel. Esto es evidente en el caso de Azerbaiyán y simbolizado por la ausencia de Francia (junto con Irán) en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP29).
Este gesto parece una demostración pueril y petulante, especialmente considerando la importancia del tema climático para la diplomacia francesa y la agenda personal de Macron. Según un análisis de Le Monde, esto representa “una crisis sin precedentes entre Francia y Azerbaiyán”. El periódico afirma que esto es “la consecuencia de un deterioro constante en las relaciones entre París y Bakú, que tiene su origen en el fuerte apoyo de Francia a Armenia en su disputa territorial con Azerbaiyán” y en el suministro de equipo militar francés a Ereván.
En este contexto, conviene recordar algunas conductas “cuestionables” de Armenia en los últimos años, como actuar como canal para la transferencia de mercancías hacia Irán y Rusia, en violación de las sanciones occidentales. De hecho, a la luz de los recientes acuerdos a gran escala con Teherán, existe preocupación de que Armenia pueda convertirse en un aliado iraní en el Cáucaso.
Según algunas fuentes, Bakú habría perdido la esperanza de mejorar las relaciones bilaterales mientras Macron permanezca en el poder, pues lo consideran influido excesivamente por la poderosa diáspora armenia en Francia. Por lo tanto, cualquier progreso hacia un fortalecimiento de los vínculos franco-azeríes probablemente deba esperar a una era posterior a Macron.
Lamentablemente, lo mismo podría ser cierto para Israel.