Desde la guerra de 1967 hasta el 7 de octubre, los trabajadores de Judea y Samaria han tenido acceso al mercado laboral israelí, sobre todo en el sector de la construcción.
El número de estos trabajadores ha variado, aumentando durante periodos de calma y disminuyendo drásticamente durante episodios de inestabilidad o amenazas terroristas. Antes de la reciente guerra, en el tercer trimestre de 2023, el número de trabajadores palestinos con permisos oficiales alcanzó un máximo de 127.000 personas.
Del mismo modo, justo antes del inicio de una escalada de atentados en septiembre de 2000, el número de trabajadores autorizados alcanzó máximos históricos. A ello se sumaron numerosos palestinos que trabajaban ilegalmente (conocidos como shabakhim), que a menudo se quedaban en Israel, contribuyendo así en diversos sectores, además de la construcción.
Entre el 22% y el 43% de los trabajadores de Judea y Samaria en Israel en la última década no tenían permiso de trabajo, lo que refleja una gran inestabilidad en estas cifras.
Esta fluctuación en el número de trabajadores palestinos y su contribución decisiva a la construcción revela un profundo impacto negativo.
Flexibilidad y desafío: la contratación en la construcción israelí
Los responsables de contratación en la construcción han confiado en la barata mano de obra palestina durante los periodos de calma, una ventaja que no comparten otras industrias israelíes ni el sector de la construcción en muchos países avanzados.
Enfrentados a restricciones de seguridad debidas a actos terroristas o a la guerra, los empresarios solicitan ayuda gubernamental, argumentando el grave perjuicio para su sector. A pesar de recibir ayudas, los proyectos se retrasan y la disponibilidad de viviendas disminuye, lo que provoca un aumento de los precios.
Los empresarios, por su parte, se muestran reacios a invertir en tecnología o enfoques que reduzcan la necesidad de mano de obra intensiva, algo habitual en las naciones desarrolladas.
Incluso sin la llegada de trabajadores palestinos, como ocurrió tras el 7 de octubre, los empresarios evitan innovar, esperando que el gobierno ceda a sus demandas y permita de nuevo el flujo masivo de mano de obra procedente de Palestina.
Opciones innovadoras ante la dependencia de la mano de obra palestina
Más allá del capital y la innovación, la industria israelí de la construcción tiene alternativas viables a la contratación de trabajadores palestinos. Estas incluyen emplear mano de obra local israelí, principalmente jóvenes árabes con opciones educativas limitadas, que de otro modo se enfrentarían al desempleo o a la delincuencia; contratar a empresas de construcción internacionales a través de licitaciones, asegurándose de que cumplen la normativa israelí y se responsabilizan de la importación y gestión de sus trabajadores, incluido su retorno una vez finalizados los proyectos; y contratar a trabajadores extranjeros en virtud de acuerdos estatales.
Estos acuerdos internacionales deberían incluir impuestos y cuotas elevados, superiores a los actuales, para compensar a la sociedad israelí por las repercusiones económicas, sociales y nacionales de traer a estos trabajadores extranjeros. Además, es crucial un control riguroso de los países asociados para evitar que los trabajadores extranjeros se queden en Israel.
Para los empresarios, estas opciones pueden parecer menos ventajosas en comparación con la situación actual, pero representarían un avance significativo para la economía israelí al reducir la dependencia de los trabajadores palestinos y la volatilidad asociada.
Volatilidad laboral en tiempos de guerra
Es importante señalar que los problemas derivados de la inestabilidad laboral palestina suelen coincidir con conflictos militares, lo que repercute negativamente en la economía israelí y puede agravar las recesiones o ralentizaciones económicas en momentos críticos.
Además, la reducción brusca de la disponibilidad de trabajadores palestinos puede desencadenar un aumento del desempleo en Judea y Samaria, incrementando el riesgo de que los jóvenes se involucren en actividades terroristas, en mayor medida que aquellos con ingresos bajos, pero estables que nunca han trabajado en Israel.
Para mitigar estos riesgos y promover alternativas más estables y beneficiosas para la economía y la sociedad israelíes, la solución para el gobierno parece clara: estabilizar el número de trabajadores palestinos en Israel en un nivel constante y predecible: cero.