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Estados Unidos necesita una estrategia audaz para ganar la carrera tecnológica a China

18 de mayo de 2025
Estados Unidos necesita una estrategia audaz para ganar la carrera tecnológica a China

Estados Unidos está perdiendo la carrera tecnológica frente a China. Esto no es una exageración, sino una realidad estratégica que exige acción inmediata. El enfoque estatal coordinado de China está erosionando la ventaja tecnológica de Estados Unidos en inteligencia artificial, computación cuántica, manufactura avanzada y dominio de las cadenas de suministro. Esta erosión representa una amenaza existencial para nuestra prosperidad económica, seguridad nacional e influencia global. Recuperar nuestro liderazgo requiere una respuesta fundamentalmente reimaginada.

El desafío tecnológico de Estados Unidos exige cambios sistémicos

Estados Unidos está cediendo terreno a China en múltiples frentes tecnológicos críticos al mismo tiempo. La estrategia de doble circulación y los enfoques de fusión cívico-militar de China representan un enfoque integral de toda la nación que supera los esfuerzos de Estados Unidos para avanzar en el sector tecnológico. Mientras debatimos ajustes incrementales de política, China ejecuta una estrategia coordinada que apunta sistemáticamente a las vulnerabilidades de Estados Unidos.

La competencia con China no se trata solo de quién produce más o de mejoras marginales en el rendimiento. Se trata de si los valores democráticos o autoritarios darán forma al futuro paisaje tecnológico y, por ende, al paisaje global. Como destaqué en el reciente compendio del Instituto New Lines, “Future-Proofing U.S. Technology”, esta rivalidad “representa un desafío sistémico que atraviesa los dominios económico, de seguridad y diplomático” y requiere una respuesta estratégica integral que aproveche la capacidad innovadora de Estados Unidos mientras protege las tecnologías críticas de la explotación.

Las intervenciones políticas aisladas y las soluciones tecnológicas estrechas son simplemente insuficientes. En cambio, debemos fortalecer los sistemas que han formado la base del poder tecnológico estadounidense durante décadas. Nuestro ecosistema de investigación, base manufacturera, desarrollo de capital humano y asociaciones internacionales están tambaleándose por falta de dirección estratégica, agravada por recortes presupuestarios significativos de la segunda administración Trump. Sin transformaciones a nivel de sistemas, el declive tecnológico de Estados Unidos solo se acelerará en comparación con el ascenso de China.

Una política efectiva requiere precisión, no regulación amplia

Nuestro enfoque regulatorio actual hacia la tecnología está fundamentalmente desalineado con el desafío que enfrentamos. Dado que las tecnologías más complejas tienen cadenas de suministro más complejas, los controles industriales en el sector tecnológico crítico de Estados Unidos deben ser precisos y específicos para evitar que las regulaciones se tornen engorrosas, vagas e ineficaces. Las restricciones excesivamente amplias no solo son ineficientes, sino que socavan activamente la competitividad estadounidense al sofocar la innovación que Estados Unidos necesita para ganar la carrera tecnológica contra China.

El sector de la ciberseguridad ilustra claramente este dilema. Se han propuesto varias medidas para obligar a las grandes empresas tecnológicas a mejorar sus prácticas de ciberseguridad. Sin embargo, la competencia limitada en la provisión de servicios en computación en la nube y otros servicios tecnológicos críticos distorsiona las dinámicas de poder entre las empresas y el gobierno, haciendo que una regulación efectiva sea casi imposible sin consecuencias no deseadas que perjudiquen la competitividad estadounidense.

Es crucial un enfoque más matizado. Si bien se necesitan controles para evitar que la tecnología de defensa más avanzada llegue a Pekín, los responsables de las políticas deben recordar que el enfoque ideal para las relaciones se basa en una cooperación cuidadosa e intencional, no en el aislacionismo y la guerra. El enfoque actual de la administración corre el riesgo de sobrecompensar hacia el aislamiento tecnológico, acelerando el declive de Estados Unidos en lugar de revertirlo.

La innovación requiere liberarse de paradigmas restrictivos

La rejuvenecimiento tecnológico de Estados Unidos exige que nos liberemos de los paradigmas actuales que limitan nuestro pensamiento y nuestras inversiones. En inteligencia artificial, el liderazgo estadounidense no debería definirse únicamente por el aprendizaje automático. La IA neurosimbólica, que combina técnicas de enfoques tradicionales y contemporáneos, representa un camino prometedor que aprovecha las fortalezas existentes mientras aborda las limitaciones fundamentales de los sistemas actuales de IA. En lugar de perseguir solo la escala computacional, debemos liderar estos enfoques de próxima generación.

De manera similar, en ciberseguridad, la industria necesita una transformación para romper con el patrón seguido en los últimos años, en el que unos pocos grandes proveedores de ciberseguridad controlan la mayor parte del mercado mientras los ciberataques exitosos se acumulan año tras año. Sus soluciones de “caja negra” a menudo ocultan vulnerabilidades fundamentales mientras crean dependencias peligrosas.

El financiamiento federal para investigación y desarrollo debe expandirse drásticamente, no ajustarse incrementalmente ni recortarse. El apoyo del gobierno estadounidense a la investigación básica fue crítico antes del ascenso de los sistemas expertos, y hoy son esenciales inversiones igualmente audaces. El enfoque de la administración actual hacia el financiamiento de I+D representa un retroceso peligroso de las inversiones que sustentan el liderazgo tecnológico estadounidense.

Es crucial desafiar enérgicamente la percepción de la tecnología como un fenómeno exclusivo de Silicon Valley. Esta concentración geográfica y demográfica estrecha del desarrollo tecnológico representa una vulnerabilidad estratégica al limitar nuestro reservorio de talento nacional. El estadounidense promedio no se siente personalmente conectado con el sector tecnológico de Estados Unidos ni confía en las grandes tecnológicas. Es necesario el apoyo público para respaldar una I+D más arriesgada que pueda generar dividendos en nuestra capacidad de innovación. Se deben crear nuevas vías para que los estadounidenses sin títulos universitarios participen de manera significativa en la fuerza laboral tecnológica, transformando el desarrollo tecnológico de una actividad de enclaves costeros en un esfuerzo nacional.

Las alianzas son la piedra angular del liderazgo tecnológico

El liderazgo tecnológico estadounidense no puede asegurarse solo con políticas domésticas. Exige una estrategia de alianzas fundamentalmente revitalizada. Creer que todas las cadenas de suministro tecnológicas pueden recrearse domésticamente y que la difusión de la IA ocurrirá simplemente por el excepcionalismo estadounidense es insensato. La cooperación internacional no es opcional, sino esencial, para establecer estándares de IA que reflejen valores democráticos en lugar de control autoritario. Si Estados Unidos no lidera este esfuerzo, China llenará el vacío, incrustando sus valores en la arquitectura tecnológica del siglo XXI.

La seguridad de la cadena de suministro representa un imperativo particular para la construcción de alianzas. La limitada capacidad de producción minera y de refinación de Estados Unidos ha generado una fuerte dependencia de las importaciones, particularmente de competidores como China. Aunque el deseo de la administración de eliminar la influencia china de las cadenas de suministro aliadas puede ser beneficioso en concepto, su ejecución sigue siendo poco clara y potencialmente arriesgada. Las tácticas coercitivas y las demandas unilaterales, especialmente aquellas poco realistas para los aliados, corren el riesgo de alejar a los socios cuya cooperación es esencial.

La administración debe cambiar radicalmente de un enfoque basado en la coerción a uno basado en incentivos en la construcción de alianzas tecnológicas. Si los aliados calculan que los costos de alinearse con los objetivos tecnológicos estadounidenses superan los beneficios, inevitablemente se inclinarán hacia un acercamiento con China. Solo al ofrecer incentivos económicos y de seguridad significativos podrá Estados Unidos construir la coalición necesaria para contrarrestar las ambiciones tecnológicas de China.

Este momento exige una respuesta estratégica decisiva

La competencia tecnológica con China representa el desafío estratégico más trascendental de nuestra generación. Está en juego nada menos que si la arquitectura tecnológica de las próximas décadas reflejará valores democráticos o control autoritario. Sin embargo, la trayectoria actual de Estados Unidos señala una influencia en declive y el riesgo de una eventual subordinación al dominio tecnológico chino.

Este resultado no es inevitable, pero evitarlo requiere una acción decisiva en múltiples frentes simultáneamente. Debemos transformar nuestro enfoque regulatorio de restricciones amplias a un enfoque preciso. Debemos liberarnos de los paradigmas tecnológicos actuales e invertir audazmente en enfoques de próxima generación. Debemos ampliar la participación en el desarrollo tecnológico a través de fronteras geográficas y demográficas. Debemos reconstruir nuestras alianzas internacionales basadas en beneficios mutuos en lugar de demandas unilaterales.

El tiempo para ajustes incrementales y medidas a medias ha pasado. Si Estados Unidos no responde de manera integral a este desafío, las consecuencias se extenderán mucho más allá de las métricas económicas hasta la propia naturaleza del orden global en el siglo XXI. La elección es clara: transformar nuestro enfoque hacia el desarrollo tecnológico o ceder el liderazgo a un rival autoritario cuyos valores son fundamentalmente opuestos a los nuestros.

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