Se descubrió cuál era el plan que Hamás tenía. La evidencia ya nos permitía intuirlo, y esto es algo que he estado explicando durante meses. Te explico las implicaciones de este plan y dónde radicó el error crucial de Sinwar y Hamás.
El plan estaba diseñado para desencadenar una guerra en varios frentes contra Israel, aprovechando la crisis política y social que se había generado por la controversia sobre la reforma judicial propuesta por Netanyahu. La primera fase del plan consistía en un ataque por parte de Hamás. La evidencia recuperada por Israel demuestra que el objetivo era literalmente conquistar las áreas adyacentes a Gaza, con el fin de trasladar la guerra al territorio israelí, lo que obligaría a una brutal respuesta por parte de Israel.
La estrategia era arrastrar a las fuerzas israelíes hacia Gaza, un área que, durante décadas, había sido transformada en un intrincado laberinto de túneles desde donde Hamás llevaría a cabo una devastadora guerra urbana contra las tropas israelíes. Aunque Israel contaba con los medios para imponerse a Hamás, el contexto sería doblemente complicado: miles de soldados israelíes morirían en las trampas de Hamás, mientras que decenas de miles de civiles palestinos caerían como víctimas colaterales.
Parecía una lógica perversa: cuanto mayor fuera la brutalidad de Hamás causando bajas en las filas israelíes, mayor sería la represalia de Israel, que destruiría la infraestructura de Hamás, llevándose por delante a los civiles palestinos. Esto forzaría a la comunidad internacional a intervenir para detener la guerra.
Este escenario no habría durado más de un mes. Hamás podría haber perdido entre mil o dos mil combatientes y algunos túneles, lo cual, en relación con el tamaño de su infraestructura, no sería una gran pérdida. A cambio, Hamás habría humillado a Israel con el ataque del 7 de octubre, dejándolo frustrado y atado de manos debido a la presión internacional, mientras movilizaba la mayor parte de su ejército hacia el sur, en los alrededores de Gaza. En ese momento, Hezbolá entraría en escena.
En algún punto de la guerra, preferentemente cuando Israel estuviera más debilitado, Hezbolá habría lanzado un ataque aún más devastador desde el norte. Israel ha mostrado pruebas en los últimos días. Las bases de Hezbolá en las aldeas fronterizas del Líbano, la cantidad de armamento acumulado y el tamaño de los túneles son pruebas contundentes de que el ataque en el norte habría causado más bajas y más secuestros. Hezbolá intentaría entonces tomar la Galilea.
En medio de este caos absoluto, con una sociedad israelí polarizada hasta el límite tras el colapso militar, las células terroristas en Judea y Samaria habrían comenzado a realizar ataques y atentados en la región central de Israel. Muy probablemente, Hezbolá y las Guardias Revolucionarias de Irán habrían atacado desde Siria, y ahora sabemos que los huthíes en Yemen también habrían comenzado a disparar misiles y drones. Las milicias pro-iraníes en Irak también habrían entrado en combate.
El desenlace sería un Israel humillado, invadido, profundamente dividido, urgido por negociar la liberación de miles de rehenes y maniatado por la comunidad internacional. Las instituciones del estado judío habrían colapsado por completo. La estabilidad habría sido imposible de mantener. La comunidad internacional, liderada por la siempre anti-israelí ONU y su líder antisemita Antonio Guterres, habría intervenido bajo el pretexto de “estabilizar” la situación, lo que en realidad habría significado rediseñar Israel desde dentro, destruyendo su carácter democrático.
El “nuevo Israel” habría eliminado las fronteras de facto con los territorios palestinos, y el país se habría palestinizado. En cuestión de meses o años, los palestinos habrían tomado el control de las instituciones políticas, e Israel dejaría de existir.
¿Cuál fue el error de Hamás y Sinwar en todo esto? Algo casi infantil, imperdonable para quien planifica una guerra: nunca imaginaron que las cosas podían desarrollarse de manera distinta. El primer error fue creer que podían conquistar territorio israelí.
El 7 de octubre del año pasado, miles de terroristas de Hamás y civiles palestinos invadieron Israel. El ataque duró entre tres y cuatro horas, pero hacia la tarde de ese mismo día, ya estaban controlados. En 24 horas, Israel había eliminado a unos 1,500 invasores, y el resto huyó.
En resumen, los invasores no fueron un rival significativo para Israel. Los bombardeos contra posiciones de Hamás en Gaza comenzaron de inmediato, pero Israel implementó una estrategia que dejó a Hamás completamente desconcertado. En lugar de lanzarse a una invasión inmediata, Israel adoptó un enfoque paciente. El ataque terrestre se produjo tres semanas después, cuando la infraestructura de Hamás en Gaza ya estaba gravemente dañada. Esto fue clave, ya que alteró por completo la estrategia de guerra urbana que Hamás había soñado.
El resto ya es conocido: Israel avanzó lenta, pero firmemente. Resultó evidente que tenían bien planificadas las estrategias para un conflicto en estas condiciones, lo que les permitió evitar la movilización masiva hacia el sur. En su lugar, reforzaron sus posiciones en el norte, impidiendo así un ataque mayor de Hezbolá, que solo pudo limitarse al lanzamiento de cohetes. Al mismo tiempo, Israel comenzó a atacar las células terroristas en Judea y Samaria, neutralizándolas.
En términos simples, Israel logró alinear a sus enemigos en fila. Primero, neutralizó a Hamás en Gaza y, ahora que la situación está casi resuelta, ha comenzado a desmantelar a Hezbolá en el Líbano, un proceso que avanza con éxito, incluyendo la eliminación de Nasrallah.
Irán también quedó sorprendido ante la respuesta israelí y ahora está en alerta máxima, ya que no sabe cuándo ni cómo vendrá el ataque de represalia por haber lanzado 181 cohetes contra Israel. Irán nunca imaginó que la guerra podría llegar a su propio territorio.
¿Cuál fue la ventaja de Israel? Es simple: sus fuerzas armadas profesionales siempre consideraron todos los escenarios posibles y prepararon estrategias adecuadas para cada uno de ellos. Hamás, Hezbolá e Irán no lo hicieron. Soñaron con un plan, intentaron ejecutarlo, fallaron y se arruinaron.
Más adelante, compartiré detalles de la estrategia israelí, que ha demostrado ser una de las más brillantes en la historia militar. Es probable que se hayan superado incluso los logros de las estrategias de 1967 y 1973.