¿Qué podemos aprender —si es que hay algo que podamos aprender— de las manifestaciones en Gaza contra Hamás? ¿Se trata de una auténtica señal de descontento civil contra un régimen autoritario, o es un intento escenificado por Hamás para proyectar una imagen de tolerancia y democracia? Hablamos de esto con Oded Eilam, investigador principal en el Centro de Jerusalén para la Seguridad y Asuntos Exteriores y exjefe de la División Antiterrorista del Mossad.
“Se puede decir que es ambas cosas”, afirma Eilam. “Por un lado, hay un elemento auténtico, principalmente debido a la presión militar que Israel está ejerciendo nuevamente. Los gazatíes se habían acostumbrado a una época de relativa calma, especialmente durante el Ramadán, lo que genera una cierta sensación de bienestar, con mesas llenas de cosas buenas. Sin embargo, con el fin de la ayuda humanitaria —aunque no haya una escasez total, ya que muchos suministros están almacenados por Hamás—, los precios de los alimentos han subido y en las calles de Gaza se percibe angustia”.
Dicho esto, Eilam remarca: “No es que de repente haya apoyo a Israel. Una encuesta auténtica revelaría que la mayoría de la población respalda la idea de la resistencia, la yihad y a Hamás. Solo unos pocos condenarían la masacre del 7 de octubre, ya sea en términos morales o religiosos. Como mucho, criticarían las consecuencias: la destrucción de Gaza y los efectos de la guerra. Aun así, comienza a surgir el reconocimiento de que la situación actual no lleva a ningún lado. El público gazatí escucha a la Liga Árabe, que vincula la reconstrucción de Gaza al debilitamiento de Hamás, y nota la debilidad de la organización, que ha sido duramente golpeada y ya no logra sembrar el terror como antes”.
Eilam señala que Hamás cuenta con una unidad interna de represión, comparable a la Gestapo de la Alemania nazi, encargada de tratar con colaboradores, opositores políticos, saqueadores e incluso manifestantes. “Los miembros de esta unidad todavía no han actuado de manera total, pero se espera que enfrenten a los manifestantes. No está claro si lograrán ser eficaces, pero representan una amenaza real para el movimiento de protesta”.
A pesar de los riesgos, Eilam considera que Israel debe expresar abiertamente su apoyo a los manifestantes: “Hay quienes, tanto en el gobierno como en el ejército, creen que Israel debe evitar implicarse para que los manifestantes no sean vistos como colaboradores. Eso es un error grave. Israel debe adoptar una postura clara: ‘Estamos con ustedes’. No podemos repetir el error de Obama, que no apoyó a los manifestantes en Irán en 2009. Si hubiera habido apoyo externo, el régimen iraní podría haber caído. Hoy también, Israel puede y debe dar señales, mediante vías diplomáticas, mediáticas y secretas, de que respalda a los manifestantes”.
Eilam aclara que no es ingenuo respecto a un posible cambio en la percepción del público gazatí: “Nos seguirán odiando, pero el oportunismo se impondrá. Por eso, debemos fomentar este levantamiento desde Beit Lahia hasta Rafah. Es una oportunidad única que puede desaparecer en dos semanas si no recibe apoyo externo. Hamás probablemente lo reprimirá con violencia, disparando a las rodillas como hicieron los iraníes, o como lo hace ahora Erdogan contra los manifestantes en Turquía”.
Eilam también destaca que las redes sociales en Gaza, así como Al Jazeera, presentan las protestas de forma sesgada. Las describen como manifestaciones contra la guerra en general, y no como oposición al régimen de Hamás. “Frente a esta tendencia”, dice Eilam, “debemos otorgar legitimidad internacional a la protesta, amplificarla y fortalecerla, tanto de forma encubierta como abierta, para inclinar a la opinión pública hacia un movimiento más amplio.”
Desde el punto de vista militar, Eilam agrega que, cuanto más intensifique Israel sus acciones contra el liderazgo de Hamás y más exponga su debilidad en Gaza, mayor será la posibilidad de que los gazatíes se atrevan a manifestarse. “La eliminación de figuras clave impacta en la duda del ciudadano común. Cuanto más vea que el liderazgo de Hamás se desmorona, más fácil le resultará vencer el miedo y unirse [a las protestas]. Esta acción militar tiene un valor civil y político muy claro”.