Israel ha guardado silencio respecto a la eliminación de Ismail Haniyeh, pero la sombra del Mossad se cierne como una tormenta constante sobre los servicios de inteligencia iraníes. Aunque carecen de la capacidad para enfrentar al astuto servicio secreto israelí, los rumores de operaciones encubiertas siguen circulando con la persistencia de un susurro siniestro. Los mulás, absortos en su propia propaganda, proclaman en un estado de euforia haber derrotado al Mossad, mientras la realidad pinta un cuadro muy diferente.
Si nos adentramos en las fantasías del régimen iraní, vislumbramos los presuntos logros del Mossad: una operación antiterrorista de proporciones épicas. Los líderes iraníes, guiados por mulás chiítas y autoproclamados baluartes del terrorismo islámico, han montado un espectáculo para sus propias audiencias.
En este escenario, se dice que el Mossad logró eliminar a una figura crucial dentro de la red terrorista de Teherán, en una zona fuertemente resguardada por la Guardia Revolucionaria Islámica y el Ministerio de Inteligencia (MOIS). Las operaciones modernas dependen en gran medida de la tecnología de telecomunicaciones, y justo un día antes de la anticipada presidencia de Masoud Pezeshkian, un ataque preciso del Mossad alcanzó tres objetivos: eliminó a un estratega clave de Hamás, sembró el caos entre los funcionarios iraníes y dejó en evidencia la incompetencia de los servicios de inteligencia iraníes.
Pero, ¿cómo confrontar a estos mulás delirantes con el hecho de que el Mossad no ha reconocido oficialmente su participación? Las calles de Teherán fueron testigos de la indignación iraní cuando multitudes protestaron contra el asesinato de Ismail Haniyeh, líder político de Hamás, en la Plaza Palestina, el miércoles 31 de julio de 2024.
Durante más de medio siglo, la SAVAK, en colaboración con el Mossad y la CIA, llevó a cabo operaciones conjuntas que preocuparon a la Unión Soviética y al KGB. Sin embargo, la historia no anticipó que, 45 años después, el régimen chiíta de Teherán ignoraría a su propia población, reprimiría brutalmente a los manifestantes y soñaría con destruir a Israel y a los Estados Unidos. La brutal represión y los delirios de grandeza continúan marcando el rumbo de un régimen que no puede escapar de la sombra de su propio pasado.
En el convulsionado escenario del Medio Oriente, un mulá irracional ha emergido como una figura temida y dominante, evocando la sombra de los antiguos califatos islámicos—Rashidun, Abasí, Omeya, Fatimí, Otomano, ISIS y otros. Este autoproclamado Amir al-Muminin, o comandante de los fieles, se ha alzado como el supuesto gobernante global de los musulmanes, con un único y siniestro propósito: promover el chiísmo, expandir la Media Luna Chiíta y tejer una red terrorista transnacional que abarca Irak, Siria, Líbano y Yemen. Bajo su mando, una coalición nefasta conocida como el Eje de la Resistencia Islámica ha devastado cuatro capitales del Medio Oriente. Las Fuerzas Quds y el Ministerio del Interior iraní han cometido atrocidades indescriptibles, operando incluso campos de entrenamiento terrorista en Irán.
Estos actores no estatales llevan consigo la destrucción, la oscuridad y la pobreza, despilfarrando los recursos de Irán en su frenético intento por construir un imperio chiíta y desafiar a Arabia Saudita. En Teherán, la estabilidad y seguridad del Golfo Pérsico parecen no ser prioritarias; con el pretexto de defender a los chiítas, fomentan el caos, el engaño y la subversión desde Bahréin hasta Marruecos.
El mundo aún recuerda con horror el 31 de julio de 1987, cuando peregrinos armados, con la intención de bombardear la Kaaba, protagonizaron un escándalo internacional que avergonzó a Jomeini. La República Islámica no actúa sola. En una alianza siniestra, colabora estrechamente con los Hermanos Musulmanes, Qatar y Turquía, respaldando a los terroristas de Hamás en su lucha contra Israel, mientras apoya al grupo terrorista PKK para mantener a Turquía bajo presión y asegurar que no disminuya la influencia iraní en la región.
En paralelo, trabajan con la tribu Barzani para desviar la atención de Turquía. Mediante sus alianzas con el PKK y Hezbolá, facilitan el tráfico de drogas, y con los Barzani, se involucran en el blanqueo de dinero. Las relaciones con varios partidos y organizaciones kurdas se mantienen sin importar su orientación política. La influencia oscura de Irán se extiende hasta África, reclutando individuos, estableciendo redes terroristas y operando desde Sudán hasta otros rincones del continente. Además, arman a grupos terroristas en Somalia, con vínculos indudablemente crecientes con Al Shabaab.
Los tentáculos de la Fuerza Quds y del Ministerio de Defensa iraní se extienden incluso a América Latina, colaborando con organizaciones criminales transnacionales y representando una amenaza para la seguridad del hemisferio norte. En Estados Unidos, mantienen redes terroristas y de propaganda. Pese a la constante vigilancia de la CIA, el Departamento de Seguridad Nacional y el FBI, los agentes de la República Islámica corrompen medios de comunicación, ocupan posiciones académicas en universidades, difunden falsedades, organizan charlas en centros de investigación financiados, orquestan marchas en universidades y colaboran con asesinos en redes terroristas clandestinas, manejando células durmientes con astucia y precisión inquietantes.
El mundo parece haber adoptado una postura indiferente ante la ideología destructiva del jomeinismo, un veneno que amenaza con desangrar a las sociedades libres. Sin medidas inmediatas, las consecuencias serán cada vez más catastróficas. Los demócratas, lamentablemente, parecen caminar al compás de este régimen sin escrúpulos.
La comunidad internacional, dormida en su letargo, no ha aplicado sanciones efectivas contra la vasta red de terrorismo transnacional orquestada por los mulás en Irán. La CIA ha jugado un papel crucial al eliminar a figuras clave como Osama bin Laden, el segundo al mando de Al Qaeda en Teherán el 7 de agosto de 2020, y al abatir a Qasem Soleimani, un maestro del terror de la Fuerza Quds responsable de la muerte de cientos de soldados estadounidenses y pieza fundamental en la expansión de la Media Luna Chií y la red de terrorismo transnacional de Irán.
Aunque los esfuerzos de la inteligencia estadounidense han sido significativos, es el Mossad quien ha demostrado una eficacia letal en la neutralización de terroristas y en el debilitamiento del régimen iraní. Este cuerpo de élite ha apuntado a figuras clave del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), desbaratando sus planes y sembrando el miedo en los corazones de sus líderes. Durante los últimos 45 años, el Mossad ha sido una espina constante en el costado del líder supremo iraní, Ali Jamenei, y de su régimen corrupto.
Imagina a Jamenei, de pie sobre los cuerpos de Haniyeh y su guardaespaldas, rezando con una mirada al cielo cargada de temor, como si anticipara el silbido mortal de un misil israelí o el golpe preciso de un operativo del Mossad. Este dictador inepto y paranoico desconfía de todos a su alrededor, mostrando su verdadera cobardía y debilidad.
Jamenei, embriagado por los crímenes de la Guardia Revolucionaria, las organizaciones de seguridad y su propia red terrorista, emite órdenes de terror bajo la bandera de la yihad islámica. Tras ordenar apresuradamente el lanzamiento de misiles contra Israel, se esconde en Mashhad, temeroso de la sombra del Mossad. En este contexto, ¿qué valor puede tener una fatwa emitida por un hombre con tal historial de sangre y terror?
El miedo a Israel y al Mossad ha llevado a la maquinaria propagandística del régimen a un estado de histeria. La situación es tan absurda que incluso exministros de inteligencia mencionan constantemente a la CIA y al Mossad, reconociendo su omnipresencia.
Para el Mossad, este juego del gato y el ratón con Jamenei es casi una distracción, pero mientras este dictador permanezca en el poder, la historia de guerra, sangre, bombas y terror en Oriente Medio continuará su sombrío curso. Se espera que, con un apoyo decidido al “cambio de régimen” en Irán, esta narrativa de horror pueda llegar finalmente a su fin.
Así como el Mossad nunca olvidará la oración de bendición de Haniyeh en un hotel en Turquía durante la brutalidad de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, tampoco olvidará los rostros de los cabecillas del CGRI: Hossein Salami, Ali Baqeri, Amir Ali Hajizadeh y otros, quienes orquestaron el lanzamiento de misiles de crucero supersónicos y drones kamikaze contra Israel.
La capacidad operativa del Mossad ha forzado a la República Islámica a considerar la posibilidad de reemplazar a sus principales figuras y reorganizar su comunidad de inteligencia, en un vano intento de bloquear la infiltración del Mossad. Pero los agentes del Mossad ya han anticipado estos movimientos, siempre un paso por delante, manteniendo su mirada fija en el corazón del enemigo.