En las últimas dos décadas, tras su retirada de la Franja de Gaza, Israel ha mantenido el control de casi todas sus fronteras, con la excepción de una que limita con Egipto. Actualmente, se observa un movimiento por parte de Israel para recuperar el control de esta frontera sur.
El gobierno israelí, liderado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, sostiene la necesidad de controlar esta área fronteriza, conocida como Corredor Filadelfia. El objetivo es prevenir el contrabando de armas por parte de Hamás hacia la Franja. Esta medida se enmarca en una estrategia más amplia para neutralizar al grupo militante palestino, en respuesta a un ataque ocurrido el 7 de octubre, donde, según Israel, la mayoría de las más de 1.200 víctimas fueron civiles.
Netanyahu declaró enfáticamente que el control del Corredor Filadelfia es crucial, argumentando que solo bajo control israelí se puede garantizar el desarme deseado. Esta postura refleja una firme convicción en la gestión de la seguridad de la frontera.
Israel ha comunicado a Egipto sus planes de llevar a cabo una operación militar en el lado de Gaza de la frontera. Esta operación implicaría probablemente el desplazamiento de funcionarios palestinos de un paso fronterizo importante y el posicionamiento de fuerzas israelíes a lo largo de un tramo que va desde el sudeste de Gaza hasta el mar Mediterráneo.
Para Israel, esta acción significaría un impacto estratégico en su lucha contra Hamás. Se espera que retomar el control de esta área permita a Israel bloquear los túneles de Hamás, limitar su acceso a armamento, restringir el movimiento de sus militantes fuera de la Franja de Gaza y eliminar su influencia sobre el paso fronterizo.
Para la población palestina, la potencial recuperación del control israelí sobre la frontera sur de la Franja de Gaza significaría un retroceso en lo que consideran un símbolo de su soberanía. Además, existe la preocupación de que esta acción pueda llevar a Israel a mantener un control prolongado sobre la frontera, alterando así el acuerdo de seguridad que ha regido esta zona durante casi veinte años.
Michael Milshtein, exdirector del Departamento de Asuntos Palestinos de la inteligencia militar israelí, ha expresado que no se permitirá que el cruce fronterizo funcione como en el pasado. Sin embargo, admite que la situación es extremadamente compleja, especialmente en comparación con otras áreas de Gaza, donde las fuerzas israelíes han operado anteriormente.
Por otro lado, Egipto muestra preocupación ante la posibilidad de que una intervención militar israelí en Gaza viole los términos del tratado de paz firmado en 1979, el cual establece limitaciones en la presencia militar de ambos países cerca de sus fronteras. Además, existe el riesgo de que las operaciones militares israelíes causen daños accidentales en territorio egipcio. A pesar de esto, funcionarios israelíes aseguran estar coordinando con Egipto para abordar estas preocupaciones.
Recientemente, Egipto rechazó una propuesta israelí para el estacionamiento de fuerzas de seguridad israelíes en su lado de la frontera, argumentando que esto infringiría su soberanía. Las autoridades egipcias han informado que están fortaleciendo las barreras físicas en su lado de la frontera y aumentando la vigilancia, pero no compartirán imágenes de vigilancia con Israel.
Las decisiones finales sobre una operación militar israelí a lo largo de la frontera aún no se han tomado. El calendario y la posibilidad de tal operación dependerán de las negociaciones con Egipto, que actualmente busca un nuevo acuerdo para el intercambio de rehenes israelíes y prisioneros palestinos, así como un alto al fuego en Gaza.
Una ofensiva en esta área sería militarmente complicada debido a la densa población civil en la región. Más de un millón de civiles palestinos, que han huido de otras partes de la franja, se concentran ahora en la ciudad de Rafah y en zonas a lo largo de la frontera. Muchos de ellos se encuentran en campamentos improvisados.
Una operación militar, incluso si es limitada a una franja estrecha de terreno, implicaría que las fuerzas israelíes atraviesen Rafah y las zonas donde se ubican los campamentos de desplazados. Los analistas de seguridad advierten que tal operación podría exacerbar la crisis humanitaria en la región.
Según las autoridades sanitarias controladas por Hamás, más de 23.000 personas han muerto desde el inicio de la guerra, aunque no permiten la verificación, y las cifras no distinguen entre combatientes de Hamás y civiles.
Frente a las indagaciones sobre un posible operativo militar en Rafah, un vocero del ejército israelí señaló que las fuerzas armadas “actuarán contra Hamás donde sea necesario”, aunque evitó dar detalles específicos sobre los planes operativos. Desde el ejército israelí se ha indicado que se evitará una operación de limpieza a gran escala en Rafah, similar a la realizada previamente en el norte de Gaza.
Tras la retirada de Israel de Gaza en 2005, el control del espacio aéreo, aguas territoriales y la mayoría de los pasos fronterizos, excepto el de Rafah, se mantuvo en manos israelíes. El paso de Rafah fue entregado a Egipto, la Autoridad Palestina y una misión de la Unión Europea, aunque tras el control de Hamás sobre Gaza en 2007, los observadores europeos se retiraron. Sin embargo, Israel ha mantenido una influencia sobre este paso fronterizo gracias a la cooperación de seguridad con Egipto.
Desde el ataque de Hamás el 7 de octubre, Israel ha incrementado su rol en la supervisión de la entrada de personas y bienes a través del paso fronterizo de Rafah, incluyendo la aprobación de los contenidos de camiones de ayuda que entran en Gaza. No obstante, funcionarios israelíes consideran necesaria una mayor vigilancia, argumentando que Egipto no ha combatido eficazmente el traslado de personas y armas por parte de Hamás a través de la frontera.
Un alto mando militar israelí expresó el dilema de Israel respecto a Gaza: “No queremos ser responsables a largo plazo, pero cómo aseguramos que siga desmilitarizada es el desafío. Controlar una zona implica controlar lo que entra y sale”. El oficial añadió que, por cuestiones de seguridad, Israel necesita mantener el control de las fronteras a corto plazo, y posiblemente en las próximas décadas.
Por su parte, Egipto asegura tener un control riguroso sobre la frontera y, mediante canales diplomáticos y de seguridad, ha estado presionando a Israel para que reconsidere sus planes.
En Israel, algunos analistas y funcionarios consideran clave eliminar el control palestino sobre el paso de Rafah como parte de una visión a futuro para Gaza, en la que una entidad palestina desarmada y con poderes limitados reemplace a Hamás y administre los asuntos civiles del enclave.
El gobierno israelí está considerando un plan militar que implicaría la formación de autoridades locales palestinas lideradas por clanes y familias. Además, existe la expectativa de que una fuerza de seguridad regional o internacional pueda eventualmente desplegarse en Gaza, aunque ningún país ha comprometido tropas para esta tarea.
En el contexto actual de Oriente Medio, se observa una dinámica compleja en la gestión de la gobernanza palestina. Por un lado, una iniciativa de Estados Unidos sugiere que la Autoridad Palestina, establecida en Judea y Samaria, asuma una mayor responsabilidad de mando. Por otro lado, Egipto propone la creación de un gobierno palestino que integre a Hamás. Ambas propuestas, sin embargo, enfrentan la resistencia de Israel.
La zona fronteriza de Rafah ha sido históricamente un punto de fricción entre Israel, los gazatíes y Egipto. En los años 2003 y 2004, Israel llevó a cabo la demolición de numerosas residencias palestinas cerca de esta frontera, justificando la acción como un medio para detener actividades de contrabando y terrorismo.
Tras la retirada israelí de Gaza en 2005 y la posterior toma de control por parte de Hamás en 2007, los túneles subterráneos en esta área fronteriza se convirtieron en una vía crucial para el contrabando variado, desde vehículos hasta armas y alimentos, desde Egipto a Gaza. No obstante, recientes esfuerzos militares de Egipto, incluyendo la instalación de un muro subterráneo, han reducido significativamente esta actividad.
A pesar de estas medidas, funcionarios israelíes sostienen que el flujo de armas hacia Hamás no se ha interrumpido totalmente, citando el ingreso de armamento por el paso fronterizo oficial de Rafah. Expertos en seguridad advierten que una presencia militar israelí prolongada en Gaza, particularmente cerca de la frontera de Rafah, podría desencadenar nuevamente levantamientos e insurrecciones armadas palestinas, como se ha visto en el pasado.