Durante dos jornadas intensas en la Corte Internacional de Justicia en La Haya, se ha manifestado, con claridad, la lucha de Israel por su justicia y seguridad. Este hecho permanece inalterable, independientemente de la decisión del tribunal. Como es habitual, el llamado conflicto “palestino-israelí” en el epicentro de los debates en diversas instituciones internacionales.
En estos foros, cualquier otro tema queda relegado en cuanto emerge la cuestión palestina. Israel se ve constantemente en el punto de mira, recibiendo condenas sistemáticas. Ben-Gurion, con su etiqueta de “ONU deplorable”, marcó el tono de la relación de Israel con estas instituciones, sesgadas en su mayoría. No es sorprendente, dado que el número de naciones opuestas a Israel, con un fuerte contingente de países islámicos, eclipsa a sus aliados, liderados por Estados Unidos.
Muchos abogaban por que Israel no debía dignificar el “circo” internacional presentándose en La Haya ante la vergonzosa demanda de Sudáfrica. Sin embargo, fue acertada la decisión de participar. Israel envió a Aharon Barak para persuadir al panel de jueces, acompañado de juristas de primera línea, para contrarrestar las acusaciones infundadas. La transparencia de la justicia israelí exigía no dejar el terreno libre a los difamadores, mientras se continúa la lucha contra los asesinos.
El pueblo de Israel observó con admiración la actuación de sus cuatro representantes, en respuesta a la fiscal, aliada de Hamás, y su montaje de mentiras y distorsiones. Nuestros juristas no solo refutaron sus alegatos, sino que los superaron con la verdad. Así, el resultado del tribunal, por más pomposo que sea, resulta irrelevante. La causa israelí, mal representada hasta ahora por la propaganda, finalmente tuvo una exposición convincente, inteligente y sólidamente argumentada. La exposición pública de la perspectiva ilustrada de Israel fue elocuente y precisa, dejando a los representantes sudafricanos visiblemente desanimados.
Además, la participación de Israel cobró un significado adicional. Durante los debates, tanto Alemania como Gran Bretaña mostraron un apoyo explícito y claro hacia Israel. Especialmente destacable fue la postura de Alemania, que junto a Estados Unidos, se revela día a día como un aliado del Estado judío. No obstante, es importante señalar que estas tres naciones, aunque de forma tímida, apoyan la “solución de dos Estados”, contraria a la posición del gobierno israelí. Israel no puede aceptar un Estado hostil, regido por Hamás, en sus fronteras con Judea y Samaria. La masacre del 7 de octubre debe ser un argumento contundente contra la instauración de un régimen árabe-terrorista en Judea y Samaria, que amenazaría la existencia misma de Israel. Ya medio millón de judíos residen en decenas de prósperos asentamientos en estas regiones.
El apoyo de Estados Unidos a Israel es una realidad consolidada, ofreciendo un alivio significativo. Sin embargo, no es menos cierto que desde Washington se ejerce una presión creciente para que Israel acelere y finalice la guerra. Por otro lado, la relación con Alemania, marcada por un pasado histórico doloroso y la atrocidad del Holocausto, nos confronta con un dilema moral y emocional. A pesar de este oscuro pasado, Israel ha decidido mirar hacia adelante, reconociendo una Alemania transformada. Este reconocimiento, aunque controvertido, fue inicialmente propuesto por Ben-Gurion. En el contexto actual, y particularmente tras la masacre del 7 de octubre, la amistad germano-israelí se ha convertido en un activo crucial.
En este panorama de alianzas, no podemos olvidar la tradicional amistad de Chequia con Israel. Su rol en 1948 fue crucial, proporcionando armamento vital al ejército israelí en un momento en que Estados Unidos imponía un embargo de armas en Oriente Medio. Como expiloto de las FDI, guardo un recuerdo particular de los rifles checos, algunos de estos rifles eran botín de la Alemania nazi. En sus cañones estaba grabada la esvástica.
Contrastando estas alianzas, la hostilidad de ciertos países hacia Israel se ha intensificado. Erdogan y su Turquía son un claro ejemplo, apoyando abiertamente a Sudáfrica en su denigración de Israel como “genocida” y albergando a líderes de Hamás, mientras simultáneamente reprimen con brutalidad a los kurdos y mantienen un historial oscuro, como la masacre de armenios. Irlanda, por su parte, ha mostrado un apoyo cada vez mayor hacia el lado palestino, llegando al punto de presionar al entrenador de fútbol irlandés del Maccabi Tel Aviv a renunciar. En Israel mismo, voces como la de Zeev Degani, director del Gimnasio “Herzliya”, abogan por una cooperación con la justicia internacional en lo que respecta a los supuestos “crímenes” de Israel, creando una división interna preocupante.
A pesar de estos desafíos, la presentación en el tribunal internacional de La Haya ha servido para unir aún más al pueblo israelí, inyectando un renovado sentido de esperanza y orgullo. Sea cual sea la decisión del tribunal, tanto desde Gaza como desde La Haya, se destila un sentimiento de resiliencia y fortaleza.