A medida que Donald Trump se prepara para retomar la presidencia en siete días, lo espera un extenso portafolio de desafíos internacionales y nacionales, con las preocupaciones de seguridad de Israel ocupando un lugar destacado. A diferencia de su primer mandato, Trump asumirá el cargo el 20 de enero tras una preparación meticulosa y con una comprensión clara de las prioridades y las estrategias de implementación.
La amenaza nuclear iraní
La amenaza nuclear iraní es la principal preocupación de seguridad. Tras haber abandonado el acuerdo nuclear en 2018 durante su mandato anterior, Trump muestra una aguda conciencia del peligro inmediato que representa Teherán. Dos intentos de asesinato por parte del régimen de los ayatolás han reforzado su determinación de buscar una resolución rápida. El enfoque de la próxima administración incluye varias estrategias: sanciones estadounidenses estrictas, mayor colaboración militar entre Israel y Estados Unidos y la posible formación de una coalición internacional más amplia.
Apoyo operativo y militar
La crisis de escasez de municiones, derivada de las restricciones impuestas por la administración Biden sobre ciertos tipos de armamento, encabeza las necesidades inmediatas de Israel. El equipo de transición de Trump ha señalado planes para eliminar dichas restricciones y agilizar los envíos de material militar a las Fuerzas de Defensa de Israel en las primeras 48 horas tras su investidura.
La guerra en Gaza es otra prioridad urgente. El presidente electo ha adoptado una postura más definida sobre la conclusión de la guerra, con una victoria israelí, que el liderazgo actual de Israel. Aunque no se espera un cese inmediato, el equipo de Trump prevé una resolución en cuestión de meses. La administración pedirá al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, un plan estratégico detallado para concluir la campaña.
En un movimiento significativo contra la presión legal internacional hacia Israel, Trump planea actuar de inmediato en relación con la Corte Penal Internacional de La Haya (CPI). Según informó Israel Hayom, se impondrán sanciones integrales contra la institución y su personal, incluidas restricciones económicas y prohibiciones de entrada a Estados Unidos. Esta acción ejecutiva será paralela a iniciativas legislativas en el Congreso para implementar medidas más estrictas contra la corte y sus colaboradores.
Asimismo, la administración abordará rápidamente las sanciones de la era Biden que afectan a ciudadanos israelíes, en particular aquellas dirigidas a residentes judíos de Judea y Samaria y a líderes del movimiento Tzav 9, que se opusieron a las transferencias de suministros a Hamás. El equipo de Trump se ha comprometido a eliminar estas restricciones en los primeros días de su mandato.
Dinámica regional y relaciones estratégicas
La culminación de los Acuerdos de Abraham mediante la normalización entre Israel y Arabia Saudita sigue siendo un objetivo compartido, aunque persisten desafíos importantes. Las aspiraciones nucleares de Arabia Saudita chocan con los principios de seguridad de Israel, mientras que las expectativas sauditas de un reconocimiento israelí de un futuro Estado palestino enfrentan una resistencia creciente tras la masacre del 7 de octubre.
Las preocupaciones estratégicas de Israel también abarcan la creciente influencia de los estados alineados con la Hermandad Musulmana. Esto incluye el papel regional en expansión de Turquía, su protectorado en Siria y la creciente influencia de Catar en Occidente mediante una diplomacia sofisticada y un poder económico significativo. Aunque no se abordaron en las conversaciones iniciales entre la próxima administración y Netanyahu, estos desarrollos exigen atención creciente.
La cuestión palestina, que ocupó un lugar central en el “Acuerdo del Siglo” del primer mandato de Trump, ahora tiene una prioridad notablemente menor. Aunque los designados de seguridad nacional se alinean en gran medida con las posturas de la derecha israelí, la posición actual del presidente sobre el tema permanece indefinida.
Mirando hacia adelante
Quedan por discutir otros asuntos bilaterales, incluyendo el posible apoyo de Israel a diversas iniciativas globales de Estados Unidos. Además, persisten las reservas estadounidenses sobre la participación china en inversiones estratégicas en Israel.
Estos temas están considerablemente interconectados: abordar el programa nuclear de Irán podría influir en las ambiciones nucleares sauditas, mientras que el apoyo militar acelerado podría facilitar la resolución de la guerra en Gaza.
Dos principios fundamentales merecen consideración. En primer lugar, los líderes contemporáneos suelen dedicar el 80 % de su atención a desafíos emergentes en lugar de iniciativas planificadas. En segundo lugar, Trump—considerado históricamente como el mayor aliado presidencial de Israel—emplea enfoques no convencionales y sorpresas estratégicas para lograr resultados significativos. Aunque tal comportamiento puede surgir, es poco probable que perjudique los intereses de Israel.