En medio de las tensiones continuas entre Irán e Israel, los líderes políticos y militares de la República Islámica han comenzado a insinuar abiertamente un cambio en la doctrina nuclear del régimen.
Esto va más allá de la guerra psicológica contra el “enemigo sionista”; se trata de una señal con consecuencias potencialmente catastróficas. El mundo, especialmente Israel y Estados Unidos, debe tomar nota antes de que sea demasiado tarde.
Kamal Kharrazi, asesor político del Ayatolá Jamenei, anunció recientemente que Irán podría modificar su doctrina nuclear en respuesta a los ataques de Israel. Kharrazi también afirmó que Irán está desarrollando misiles balísticos de largo alcance, presumiblemente capaces de portar ojivas nucleares.
En una reunión con un grupo de estudiantes, el Ayatolá Jamenei, líder supremo del régimen, fue interrogado por un estudiante sobre si consideraría cambiar la doctrina nuclear y emitir una segunda fatua sobre armas nucleares. En respuesta, declaró: “todos deben saber que, en esta lucha, se tomará cualquier acción militar, armamentista y política necesaria para la preparación de la nación iraní, y las autoridades ya están involucradas en esos esfuerzos.” El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores del régimen también señaló: “nos equiparemos con todo lo necesario para defender a Irán.”
Estas declaraciones son el indicio más claro hasta ahora de que la lucha de poder en torno a una respuesta al bombardeo de la Fuerza Aérea Israelí del 26 de octubre se ha inclinado hacia la facción dura de la Guardia Revolucionaria.
El general de brigada Ahmad Haqtalab, encargado de la seguridad y protección de los sitios nucleares, detalló las razones para revisar la doctrina nuclear. Mencionó que una “revisión de la doctrina nuclear y de la política nuclear de la República Islámica es posible y concebible” si Israel “pretende usar la amenaza de atacar instalaciones nucleares como medio para presionar a Irán.”
Partidarios dentro del régimen argumentan que desarrollar armas nucleares es necesario porque la situación en la región ha empeorado para Irán. Creen que la fatua de Ali Jamenei sobre la prohibición de armas nucleares podría modificarse según las circunstancias actuales, similar al caso de Ayatolá Ruhollah Jomeini, el fundador del régimen islámico, quien cambió algunas de sus fatuas, incluida la de 1989 sobre la prohibición de jugar ajedrez. Una fatua, en la tradición islámica, es una opinión legal o interpretación emitida por un jurista o muftí en relación con la ley islámica.
A principios de 2003, dos años después de que Estados Unidos calificara a Irán como parte del “Eje del Mal” y tras las invasiones estadounidenses de Afganistán e Irak, el Ayatolá Jamenei emitió una fatua declarando prohibida (haram) la producción y desarrollo de armas nucleares. Esta declaración respondía al temor de que Irán fuera el siguiente objetivo de una invasión estadounidense. Tenía como propósito reducir las tensiones con Occidente y presentar las ambiciones nucleares de Irán como completamente pacíficas.
Ahmad Bakhshayesh Ardestani, miembro del parlamento, sostiene que esta supuesta fatua se refiere al “uso de armas nucleares, no a su producción o almacenamiento,” y que “esta fatua puede y debe modificarse,” porque, en su opinión, “en la situación actual, donde la seguridad, los intereses y la integridad territorial de la República Islámica de Irán están amenazados por Israel,” el régimen “no puede estar atado a una fatua emitida bajo circunstancias completamente diferentes.”
En medio de este impulso hacia la adquisición nuclear, es crucial señalar que Irán ya ha logrado avances significativos para obtener armas nucleares. El régimen ha progresado en el enriquecimiento de uranio a nivel de grado armamentístico y en el desarrollo del vehículo de entrega (misil).
Según las evaluaciones más recientes de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional (ISIS), el régimen puede producir rápidamente uranio apto para armas (WGU) al enriquecer aún más sus reservas protegidas de uranio enriquecido al 20 % y al 60 % hasta alcanzar el 90 %.
A septiembre de 2024, Irán podría producir suficiente WGU para un arma nuclear en siete días y tener suficiente para seis a nueve armas nucleares en un mes en las plantas de enriquecimiento subterráneas de Fordow y Natanz. De hecho, Irán ha avanzado tanto en la nuclearización de sus actividades que solo le quedan unas pocas tareas de desarrollo pendientes para construir un arma nuclear rudimentaria, según estimaciones del ISIS.
Una bomba iraní podría desencadenar una carrera armamentista nuclear en Oriente Medio y acelerar la retirada de Estados Unidos de la región, lo que sería una desventaja estratégica para Israel.
Es evidente que el régimen espera utilizar su retórica sobre el cambio doctrinal en su guerra psicológica continua con el “enemigo sionista”. Sin embargo, las implicaciones políticas de la revisión podrían ser serias, incluyendo la ruptura de relaciones con la AIEA o incluso la retirada del Tratado de No Proliferación (TNP).
Israel, Estados Unidos y la comunidad internacional deben mantenerse vigilantes. Con Trump nuevamente elegido como presidente de Estados Unidos, debería priorizar una vez más contener las ambiciones nucleares de Irán, como lo hizo durante su primer mandato.