Hace algunos años, el colectivo “Paz Ahora” decidió lanzar un panfleto. Con el título “La violencia de los colonos”, su intención era inconfundible. Nosotros, etiquetados como “colonos”, nos vimos en la necesidad de acudir a estudios de grabación y a cualquier otro espacio disponible para refutar sus falsedades.
No se trata de que “Paz Ahora” posea habilidades excepcionales. Más bien, su fuerza radica en el copioso financiamiento que reciben de los adversarios de Israel y de figuras antisemitas, así como en su fervoroso propósito de desmantelar el proyecto de asentamientos en Judea y Samaria, sin importar los medios. Cuando esta postura se alía con medios de comunicación que comparten sus objetivos, el camino se despeja con facilidad.
Pero, ¿cómo se puede acusar de violencia a una región que, en realidad, presenta tasas más bajas de esta que el resto de la pequeña Israel? La estrategia es sencilla. Los sábados por la mañana, un grupo de anarquistas desocupados dejaba a su mascota en casa para dar una vuelta por las montañas, asegurándose de llevar consigo a los locales palestinos (algunos de los cuales están actualmente detenidos por apoyar a Hamás). Llegaban al centro de los asentamientos, arrojaban piedras, prendían fuego a los campos y después se quedaban a filmar la reacción de los “colonos”. De esta manera, vídeo tras vídeo, mostraban al mundo la “horrenda violencia de los colonos” que se defendían.
El Israel posterior al 7 de octubre comprende muy bien que, del otro lado, en el bando palestino y sus seguidores, hay asesinos y violadores que son expertos en engañar. Gente que simula peleas y conflictos con el único objetivo de erradicar la existencia sionista. Sin embargo, a pesar de esta comprensión, todavía existen voces en los medios y la política, así como entre nuestro propio pueblo, que insisten en propagar la idea de que la situación en Judea y Samaria es diferente. Que con los “colonos”, la historia es diferente.
Y a todo esto se suma otro fenómeno, algo que conocemos desde mediados del siglo pasado como la demonización de las poblaciones. Lo que se entiende cuando se trata de un chico rubio del centro, se comprende menos cuando se trata de un joven con peot de cualquier colina que ha sido estigmatizada desde hace años. ¿Por qué? ¡Por antisemitismo puro y duro!
Sí, en cada sociedad existen los justos, los mediocres y los malvados, también entre los “colonos”, como en todo Israel. Pero el antisemitismo anticolonos que se manifiesta en los estudios de televisión ya no es una historia aleatoria, sino un esfuerzo meticulosamente orquestado cuyo objetivo es deslegitimar a las personas que han optado por una ideología de asentamiento.
La narrativa que surge ahora, con acusaciones lanzadas por criminales sobre el despliegue de tropas en Judea y Samaria en vísperas de la guerra, es un claro ejemplo de antisemitismo. Me pregunto: ¿es justo criticar la decisión de un oficial militar de aumentar la presencia militar para proteger vidas en una zona donde se ha asesinado a judíos? ¿Acaso no tengo derecho a protección en mi propio país? Si esta es la narrativa, y hay quienes ya están dispuestos a ignorar a medio millón de judíos con opiniones diferentes a las suyas, entonces que el Estado se pronuncie y tome tal decisión. Hasta que no se tome esa decisión, esta no es la situación legal en el territorio.
Israel está viviendo días históricos. Cada vez más de nosotros entendemos que nos enfrentamos a un enemigo nazi sediento de sangre cuyo objetivo es destruirnos, sin importar dónde vivamos. Cada vez más judíos que viven en las inmediaciones de Judea y Samaria – en Petah Tikva, Rosh Ha’ayin, Kfar Saba, Ra’anana, Hadera, Kiryat Gat, Givat Shmuel, Be’er Sheva y Tel Aviv – entienden que la seguridad de Judea y Samaria es el factor central para la seguridad de todo Israel. Y sin la realidad de la “colonización”, si Dios no lo quiera, Judea y Samaria estuvieran libres de judíos como Gaza, recibiríamos terror en todo el país como el que ha emanado de Gaza en las últimas dos décadas.
Pero hay una diferencia crucial: Judea y Samaria son el corazón de Israel, que simplemente no podría sobrevivir en tal situación. Incluso en los estudios de televisión comprenden esta realidad, pero la ceguera en sus ojos y las oportunidades para atacar a los colonos les roban la capacidad de juzgar la realidad de forma sensata.
Y un mensaje para la mayoría sensata. Para los reservistas que llevan meses sin ver sus hogares y no comprenden este absurdo debate. Para la formidable retaguardia que intenta vivir aquí mientras se desmorona debido a la ceguera de unos pocos que intentan silenciar la conversación. Para las buenas personas que verdaderamente desean que aquí reine el bienestar. Somos la mayoría. Y la mayoría es buena. Y es hora de silenciar a la minoría que intenta sembrar maldad y crear discordia.