La demora en la transmisión del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) el martes por la noche no fue un hecho fortuito; requería la luz verde de múltiples estamentos, incluido el primer ministro Benjamin Netanyahu. El propósito de este mensaje no era informar al público israelí, sino enviar una señal clara a los destinatarios específicos: los habitantes de Gaza, Yahya Sinwar e incluso Ismail Haniyeh. La precisión y el peso de cada palabra emitida por el portavoz de las FDI eran cruciales.
Dirigiéndose primero a los gazatíes, el portavoz de las FDI reveló cómo Sinwar, en un acto de cobardía palpable, abandonó a su suerte a su gente, huyendo con sus hijos y una de sus esposas, bajo la protección de su hermano. El video del 10 de octubre, justo al inicio de la guerra, captura este momento de fuga. La estrategia de las FDI, al utilizar verbos como “escapó”, “huyó” y “escoltado”, fue meticulosamente diseñada para desmontar la imagen de Sinwar, mostrándolo como un líder pasivo, impotente y cobarde, una sombra del héroe y estratega que pretendía ser.
El mensaje se intensificó al dirigirse simultáneamente a Haniyeh y Sinwar. El portavoz, R.-Adm. Daniel Hagari, no solo expuso a Sinwar escondiéndose bajo tierra mientras la guerra devastaba la superficie, sino que también subrayó las fisuras y la tensión creciente entre ambos líderes de Hamás. La revelación de que Sinwar y Haniyeh no se comunican desde hace más de un mes agrega una capa de complejidad a la situación, dificultando cualquier intento de negociación sobre los rehenes.
Hagari, con su declaración de que “la guerra estaba pasando por encima de él”, no solo despreció la figura de Sinwar, sino que también avivó las llamas de la discordia entre los líderes de Hamás. Esta táctica de exacerbar el conflicto interno dentro de Hamás, enfocándose en presionar los puntos débiles de Sinwar, es una estrategia calculada. Es evidente que Sinwar se ve acosado por la frustración de tener que ocultarse, mientras Haniyeh gana terreno y asume más control sobre los acontecimientos en Gaza.
Este enfoque, lejos de ser meramente informativo, es una estrategia psicológica y política dirigida a desestabilizar y dividir a los líderes de Hamás, socavando su autoridad y credibilidad frente a los ojos de su propia gente y del mundo. La precisión y el impacto de cada palabra pronunciada por el portavoz de las FDI fueron diseñados para sembrar dudas, miedo y desunión entre las filas de Hamás, mostrando la verdadera naturaleza de sus líderes en tiempos de crisis.
Actualmente, Hamás se encuentra en una encrucijada, ya que dos voces dominantes en la organización terrorista se disputan el control, cada una queriendo ser la que mueve los hilos. Mientras Sinwar, el jefe en Gaza, se muestra dispuesto a aceptar una propuesta de alto el fuego de seis semanas, la dirección política asentada en Qatar presiona para que Israel haga mayores concesiones. Esta división interna supone un enorme obstáculo para el proceso de negociación e impide a Hamás presentar un frente unificado en las conversaciones con los mediadores internacionales.
Esta disputa tiene gran importancia para analizar la dinámica y predecir lo que vendrá después. Llama la atención que Haniyeh, sentado en una habitación con aire acondicionado en Qatar, no tenga en cuenta la dificultad a la que se enfrenta Sinwar, ni el sufrimiento de los residentes de Gaza. Desde su punto de vista, quiere demostrar al mundo que es él quien manda y asentar así su posición en la dirección de la organización.
Sinwar, situado en el corazón de Gaza, hace una evaluación de riesgos y comprende que debe lograr un alto el fuego lo antes posible.
Además, aquí hay una guerra de egos muy clara. A Sinwar no le gusta nada que las negociaciones “pasen por encima de él”. Como está escondido, le resulta más difícil expresar una postura firme y comprende que Haniyeh se aproveche de ello.
La conclusión es que, a pesar de la inmejorable imagen que se ha creado de Sinwar en Israel, está sometido a mucha presión y necesita un alto el fuego. Más allá de la lucha por la supervivencia, también está implicado en luchas políticas que le distraen. Israel necesita analizar el estado psicológico de los líderes y comprender cómo entra en la dinámica volátil de Hamás para aprovecharlo en su beneficio.
La guerra psicológica tiene sus propias reglas, se dirige a las emociones del enemigo y pretende herir su punto débil. En Hamás, la guerra psicológica pasa por alto el pensamiento racional. No tenemos forma de protegernos de sus efectos. Incluso cuando somos conscientes de las manipulaciones, siguen actuando sobre nosotros. Es tan eficaz porque se dirige a las emociones.
Nuestras emociones están a menudo fuera de nuestro control, especialmente cuando se trata de una figura como Sinwar. Él planeó los brutales y espantosos atentados del 7 de octubre. No hay otra forma de entender a esta persona sin comprender la psicopatía que le define. La planificación fría y precisa, el engaño estratégico planeado años atrás y la atención a los detalles de la masacre. Todo ello dibuja la imagen de un estratega frío y calculador, sin capacidad para sentir empatía, culpa o vergüenza. Para planificar una operación tan despiadada y precisa, es necesario desconectarse por completo de cualquier emoción humana. Este desapego no puede hacerlo una persona normal.
Se trata de personas completamente indiferentes. Por lo tanto, no sienten emociones de culpa, miedo u obsesión. Pero hay algo que sí les afecta, y es la pérdida de control y poder. Y eso es exactamente lo que pretenden los mensajes de Israel.
Para quebrar el espíritu de un psicópata, hay que romper sus expectativas. Esto minará por completo su percepción del mundo.
En la guerra actual, vamos camino de conseguirlo. Pero hemos llegado a un punto crítico. Si dudamos ahora, significa que Sinwar ha ganado. Ahora mismo, está intranquilo y se ha dado cuenta de que no anticipó correctamente la respuesta de Israel. Ahora, estamos jugando al juego de la gallina. ¿Quién pestañeará primero? Es mejor para Israel que no seamos nosotros.