En Irán, como en otras partes del mundo, existe una profunda división respecto a lo que puede traer la presidencia de Donald Trump. Algunos temen un conflicto total entre Teherán y Washington, sobre todo en el contexto de la agitación que afecta a la región, mientras que otros mantienen la esperanza de que Trump, como lo hizo con Corea del Norte, pueda sorprender con una diplomacia inusitada.
No obstante, una conclusión parece unánime: todos coinciden en que la relación entre Irán y Estados Unidos experimentará cambios significativos.
“Trump tomará medidas más severas contra Irán”, afirmó Ahmad Zeidabadi, analista político. Según él, el rechazo de los funcionarios iraníes hacia el nuevo presidente estadounidense solo podría intensificar las presiones sobre el régimen iraní.
Aunque el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, quien tiene la última palabra en todos los asuntos de Estado, ha expresado en repetidas ocasiones su aversión hacia Trump, algunos sectores dentro del gobierno iraní, especialmente el nuevo presidente reformista, han dejado abierta la posibilidad de entablar negociaciones con Washington. Esto con el objetivo de aliviar las sanciones internacionales que gravemente afectan la ya debilitada economía iraní. En este contexto, la moneda nacional de Irán, el rial, sigue en caída libre y alcanzó su nivel más bajo frente al dólar el miércoles, aunque experimentó una leve recuperación horas después.
La relación entre ambos países ha sido históricamente adversa desde la Revolución Islámica de 1979, cuando se produjo la toma de la embajada de Estados Unidos en Teherán y la crisis de los rehenes, que duró 444 días.
Durante su primer mandato, Trump adoptó una postura particularmente dura hacia Irán, implementando una estrategia de “máxima presión”. Esta política incluyó la salida unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, lo que se saldó con un recrudecimiento de las sanciones económicas, además de ordenar el asesinato del principal general del país.
La confirmación de la reelección de Trump llegó tarde para muchos periódicos iraníes del miércoles, pero al día siguiente, varios de ellos criticaron abiertamente su victoria. El periódico Hamshahri publicó una ilustración de Trump vestido con un mono naranja de prisionero, con las manos esposadas, bajo el encabezado: “El regreso del asesino”. Por su parte, el periódico de línea dura Javan afirmó que Trump había “vuelto a la escena del crimen”.
Teherán dividido sobre la reelección de Trump
En las calles de Teherán, las opiniones respecto a la reelección de Donald Trump fueron diversas. Algunos temen un regreso a los peores momentos de la primera presidencia de Trump, mientras que otros celebran su victoria con entusiasmo.
“Estoy muy contenta de que Trump haya ganado porque es un hombre muy poderoso”, expresó Fatemeh Kaveh, una mujer de 40 años. “Lo veo como un modelo a seguir en términos de personalidad, y siempre miro sus historias [en las redes sociales], y creo en él. Estoy muy feliz de que haya ganado”.
Sin embargo, la opinión que más pesa en la teocracia iraní es la del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, quien ha sido la figura dominante del país durante seis presidencias estadounidenses y no ha dudado en manifestar su desprecio por Trump.
“No considero a Trump una persona con la que valga la pena intercambiar ningún mensaje y no tengo respuesta para él, ni le responderé en el futuro”, declaró Jamenei en 2019 durante una conversación con el entonces primer ministro japonés Shinzo Abe.
Estas palabras llegaron un año después de que Trump decidiera retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, un pacto que ofrecía alivio a Irán de las sanciones internacionales a cambio de compromisos para evitar el desarrollo de armas nucleares.
La relación entre ambos países se deterioró aún más con la decisión de Trump de ordenar el asesinato del general Qassem Soleimani, líder del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, en un ataque con drones en Bagdad en 2020. Esta acción llevó a Estados Unidos a clasificar a la unidad de Soleimani como un grupo terrorista.
El sitio web personal de Jamenei aún alberga un video en el que se imagina a Trump siendo asesinado por un ataque con aviones no tripulados iraníes mientras juega al golf con Mike Pompeo, exsecretario de Estado y director de la CIA. Ante estas amenazas, ambos hombres recibieron medidas de protección adicionales.
Además, Irán ha sido señalado por intentar hackear a colaboradores de la campaña de Trump con el objetivo de perjudicar su imagen y sus posibilidades electorales. El asesinato de Soleimani sigue siendo un tema doloroso para muchos iraníes.
“Es un buen momento para que Irán tome represalias: el asesino de nuestro héroe ha regresado”, comentó Reza Solatani, un residente de Teherán de 39 años. “En algún momento debería pagar por su crimen”.
La gran incógnita ahora es cómo se manejará la postura de línea dura del régimen iraní en medio de una crisis económica que continúa golpeando al país, sumada a otros desafíos internos. En los últimos años, las protestas masivas se han intensificado, como la que surgió tras la muerte de Mahsa Amini en 2022 y el creciente rechazo de las mujeres iraníes al uso obligatorio del hijab impuesto por el gobierno.
Irán en medio de tensiones regionales
Irán sigue sumido en los conflictos que sacuden el Medio Oriente, y sus líderes han advertido sobre posibles represalias después de los ataques aéreos israelíes del 26 de octubre, los cuales fueron una respuesta al lanzamiento por parte de Irán de 181 misiles balísticos hacia Israel el 1 de octubre, con el objetivo de destruirlo.
Teherán continúa financiando a grupos terroristas, como Hamás, que invadió Israel desde Gaza el 7 de octubre de 2023, causando la muerte de aproximadamente 1.200 personas y tomando 251 rehenes. Este ataque desató la guerra entre Israel y el grupo terrorista, así como sus aliados. También respalda al Hezbolá libanés, que comenzó a lanzar misiles y drones a diario contra Israel desde el día siguiente al ataque de Hamás, lo que dio lugar a casi un año de enfrentamientos de pequeña escala, seguidos por una ofensiva israelí y una operación terrestre en curso para frenar al grupo.
Irán también suministra armas a los hutíes en Yemen y a diversos grupos terroristas en Irak y Siria, todos los cuales han atacado a Israel en el último año. A pesar de la crisis económica interna que afecta a Irán, el apoyo a estos grupos sigue siendo una prioridad, lo que ha generado fuertes críticas dentro del país.
“La elección de Trump significa que la paz volverá al Líbano y a Gaza, e Irán no gastará nuestro dinero allí”, afirmó Zohreh Naghavi, de 36 años, quien trabaja en una tienda de ropa. “Es una buena noticia”.
Por otro lado, el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, quien está por cumplir 100 días en su cargo, había hecho campaña prometiendo acercarse a Occidente para levantar las sanciones que pesan sobre Irán a causa de su programa nuclear, el cual ahora está enriqueciendo uranio a niveles cercanos a los de fabricación de armas.
A pesar de la victoria de Trump, Pezeshkian pareció mantener una postura abierta al diálogo con Washington, indicando que “no importa quién haya ganado las elecciones estadounidenses”. “De ninguna manera tendremos un enfoque cerrado y limitado en la expansión de los lazos con otros países”, declaró, según la agencia de noticias estatal IRNA. Esto deja abierta la posibilidad de futuras negociaciones.
El analista político Ahmad Zeidabadi destacó que, dado el estilo de Trump, “podría anunciar que quiere hablar con Pezeshkian en persona”. Sin embargo, advirtió que, aunque algunos en el gobierno iraní puedan estar interesados en estas conversaciones, “la mayoría de los de línea dura no permitirán que eso suceda”, lo que podría enfurecer aún más a Trump.
A pesar de las posturas de los sectores más duros del régimen, algunos iraníes creen que el país se encuentra en una encrucijada. “Creo que Irán no tiene otra opción que hacer las paces con Trump, considerando la situación del dólar y las condiciones de vida de la gente, y los altos precios”, comentó Sina Khaledian, una enfermera de 32 años. “Faltan medicamentos y atención sanitaria. Tienen que hacerlo. Creo que la capacidad del país para resistir se ha agotado”.