A principios de este mes, muchos medios de comunicación informaron que, tras la caída de Assad y del partido Baazista, Israel estaba buscando los restos del agente del Mossad Eli Cohen, ejecutado en Siria hace casi 60 años.
La vida de Eli Cohen merece ser recordada hoy, incluso si nunca hubiera trabajado como espía en Siria.
Cuando Eli Cohen fue ejecutado públicamente por el gobierno sirio el 18 de mayo de 1965, tanto los israelíes como los sirios comprendieron que había logrado convertirse en amigo del presidente de Siria y había penetrado los círculos más íntimos del gobierno sirio. Sin embargo, lo que aún no se sabía era que Cohen había recopilado la información de inteligencia que más tarde salvaría al Estado de Israel de la destrucción.
Más que cualquier otra persona, Eli Cohen, un judío nacido en Egipto, cimentó la reputación del Mossad como uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo y allanó el camino para que Israel triunfara en el frente del Golán durante la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967.
Desde joven, Cohen quedó profundamente conmovido en El Cairo por el juicio, en 1944, de dos miembros del Grupo Stern (LEHI), Eliahu Bet-Zouri y Eliahu Hakim. Estos hombres habían asesinado al alto comisionado británico para el Medio Oriente, Lord Moyne, quien era conocido por su antisemitismo.
El joven Cohen ayudó a organizar manifestaciones en apoyo de Bet-Zouri y Hakim. Las protestas no dieron frutos; ambos fueron condenados a la horca. Sin embargo, en el patíbulo mantuvieron su dignidad y cantaron el himno nacional de Israel, “Hatikvá”. Se dice que los pensamientos sobre Bet-Zouri y Hakim fortalecieron a Cohen mientras era conducido a su propia ejecución.
Más adelante, Cohen desempeñó un papel clave en el establecimiento de un “ferrocarril clandestino” para ayudar a los judíos egipcios a emigrar a Israel. En los años 50, fue reclutado por el Mossad para participar en una operación de espionaje que vigilaba a los ex científicos nazis de Nasser, quienes trabajaban en la construcción de cohetes. Según se informa, Cohen también participó en actos de sabotaje.
Tras el descubrimiento de las actividades del Mossad en Egipto y la captura de la mayoría de sus integrantes, Cohen se trasladó a Israel en 1956. Después de un breve período de adaptación a su nueva vida y de servir en las Fuerzas de Defensa de Israel, fue invitado a trabajar como analista de información para el Mossad.
Eventualmente, el Mossad aceptó su solicitud para desempeñarse como agente de campo.
Cohen adoptó la identidad de un rico comerciante árabe llamado Kamal Amin Taabes, quien supuestamente había emigrado a Argentina y luego regresado a su patria siria. Bajo esta cobertura, Cohen se integró en los círculos más influyentes de la sociedad damascena y se unió al Partido Socialista Árabe Baaz.
En el Baaz, Cohen se volvió muy activo y trabó amistad con sus líderes. Después de un golpe de Estado, el Partido Baaz llegó al poder, donde permanece hasta hoy. Entre los hombres que Cohen había conocido, muchos asumieron cargos en el nuevo gobierno, incluyendo al jefe de inteligencia, el coronel Ahmad Suweidani, y al presidente sirio Amin al-Hafiz.
Cohen fue uno de los pocos civiles que logró inspeccionar instalaciones militares sirias en los Altos del Golán. Pudo enviar al Mossad fotografías y esquemas de las líneas del frente sirio. En una ocasión, logró advertir a Israel sobre un intento inminente de comandos sirios para cruzar la frontera.
Además de su trabajo de espionaje, a Cohen se le asignó la tarea de asesinar al criminal de guerra nazi Franz Rademacher, quien vivía en una colonia siria de ex nazis. El intento en 1962 fracasó. Otro nazi refugiado en Siria era Alois Brunner, mano derecha de Adolf Eichmann, a quien Cohen también intentó eliminar. Esta parte de la historia siria merece una reflexión hoy: incluso antes de que Assad llegara al poder, el gobierno sirio odiaba tanto a los judíos que ofreció refugio a criminales de guerra nazis. El famoso cazador de nazis Simon Wiesenthal describió a Brunner como “indudablemente el peor… criminal vivo del Tercer Reich” en 1988.
Cuando finalmente fue descubierto, casi por accidente, al detectarse su equipo de radio por agentes de la KGB, Cohen estaba siendo seriamente considerado para ocupar el cargo de ministro de Defensa o Viceministro de Relaciones Exteriores.
Tras dos largos juicios, Eli Cohen fue condenado a muerte en la horca. Tenía 40 años y dejó una viuda, tres hijas y un hijo. En su última carta a su esposa, escribió: “Te suplico que no pierdas tiempo llorándome. Piensa siempre en el futuro”.
Cohen dejó un consejo para los futuros líderes de Israel. Dijo una vez: “Contra los árabes no debes defenderte; debes atacar…”.
El consejo de Eli Cohen fue seguido por Menájem Begin en 1981, cuando, siendo primer ministro, ordenó a la Fuerza Aérea Israelí destruir el reactor nuclear iraquí en Osirak. El ataque estableció la Doctrina Begin, que declaraba que ese tipo de incursiones no serían un hecho aislado. Como explicó Begin el 15 de junio en una entrevista en CBS, *Face the Nation*:
“Este ataque será un precedente para cualquier gobierno futuro en Israel… Todo futuro primer ministro israelí actuará, en circunstancias similares, de la misma manera”.
La doctrina podría haberse llamado igualmente la Doctrina Eli Cohen.
El 7 de octubre nos mostró que Israel había olvidado esta lección. Esperemos que nunca vuelva a ser olvidada.