La primera fase del alto el fuego entre Israel y Hamás concluyó el sábado, cerrando un período en el que fueron liberados 25 rehenes israelíes, cinco tailandeses y recuperados ocho cuerpos. A cambio, Israel excarceló a cientos de prisioneros palestinos, incluidos terroristas responsables de atentados recientes. Además, las FDI se retiraron de casi toda Gaza, excepto del Corredor Filadelfia, el perímetro del enclave y ciertas zonas del norte.
Durante las últimas seis semanas, Gaza recibió una afluencia masiva de ayuda humanitaria—unos 25.000 camiones—y la retirada israelí del Corredor de Netzarim permitió el regreso de cientos de miles de desplazados al norte.
La cuestión clave sigue siendo: ¿qué viene después? El plan original preveía que ambas partes negociaran una segunda fase que culminaría con la liberación de todos los rehenes, el repliegue total de las FDI y el fin de la guerra. Israel debía abandonar el Corredor Filadelfia el próximo sábado, iniciando así conversaciones sobre la reconstrucción de Gaza en una tercera fase.
Sin embargo, un nuevo factor alteró la ecuación: el Marco Witkoff, una iniciativa del negociador estadounidense Steve Witkoff. Más simple que el acuerdo previo, este plan plantea un alto el fuego temporal durante el Ramadán y la Pascua (del 8 de marzo al 20 de abril). En el primer día, la mitad de los rehenes, vivos y muertos, serían liberados. Al concluir el período, si se alcanza un acuerdo, los rehenes restantes serían entregados simultáneamente.
Según la Oficina del primer ministro, Witkoff propuso este marco tras determinar que una resolución inmediata era inviable y que se requería más tiempo para negociar una solución duradera.
El dilema central persiste: Israel busca eliminar a Hamás y liberar a los rehenes sin comprometer sus objetivos militares. Su postura es clara: Hamás debe ser desmantelado en lo militar y lo político, y sus líderes exiliados antes de cualquier discusión sobre el fin de la guerra. Hamás, en cambio, exige un cese total de las hostilidades mientras retiene sus capacidades militares, incluso si acepta ceder cierto control civil.
Así, Israel enfrenta el mismo dilema que al inicio de la guerra: neutralizar a Hamás sin poner en riesgo la vida de los rehenes. El Marco Witkoff es el último intento de resolver este impasse.
El anuncio del nuevo plan llegó poco después de la medianoche del domingo, tras una reunión de seguridad encabezada por el primer ministro Benjamin Netanyahu. Coincidió con dos eventos clave.
Primero, el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, aprobó una declaración de emergencia para agilizar la entrega de más de 4.000 millones de dólares en ayuda militar a Israel. Un comunicado del Departamento de Estado confirmó que la medida revierte las restricciones parciales de la administración Biden y sigue la línea de la administración Trump, que ya había autorizado casi 14.000 millones en ventas de armas a Israel.
Segundo, este movimiento refleja un cambio en la postura de Washington. Ya no se trata de presionar a Israel, sino de permitirle continuar su campaña contra Hamás sin restricciones.
El momento del anuncio no fue fortuito. Al vincular la ayuda militar con el nuevo marco de negociación, EE. UU. envió un mensaje claro a Hamás: aceptar la extensión del alto el fuego bajo estos términos o enfrentarse a la reanudación de la ofensiva israelí con el respaldo total de Washington.
Israel suspende suministros a Gaza tras el rechazo de Hamás al Marco Witkoff
Como era previsible, Hamás rechazó el Marco Witkoff de manera categórica. La respuesta israelí no se hizo esperar. La Oficina del primer ministro anunció que, a partir de esta mañana, se suspenderá el ingreso de bienes y suministros a Gaza.
El ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, estuvo en Estados Unidos la semana pasada, y Netanyahu afirmó el domingo que Israel está “coordinando plenamente con el presidente Trump y su equipo”.
Durante el mandato de Joe Biden, el suministro de ayuda humanitaria a Gaza fue un punto constante de fricción entre Israel y EE. UU. La administración Biden presionó reiteradamente para que Israel garantizara alimentos, electricidad y combustible a Gaza, incluso en medio de la guerra con Hamás. En retrospectiva, este enfoque podría haber prolongado la guerra. La liberación de los primeros rehenes en noviembre de 2023 ocurrió solo después de que Hamás enfrentara una reducción crítica de suministros, lo que plantea una pregunta clave: ¿qué habría ocurrido si Israel no hubiera estado sujeto a esa presión externa?
La administración Trump ha adoptado una postura diferente. En un giro significativo, recientemente eliminó las sanciones contra Tzav 9, un grupo que protestaba contra el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza. Ahora, la política que proponía el grupo—interrumpir los suministros hasta la liberación de los rehenes—parece haber ganado tracción en los niveles más altos del gobierno israelí.
Por ahora, la suspensión de ayuda no incluye el corte del suministro de agua y electricidad, aunque Netanyahu no descartó esa opción. Antes de la reunión de gabinete del domingo, advirtió que si Hamás sigue rechazando el Marco Witkoff, habrá “consecuencias adicionales”.
Según informes, Hamás aún dispone de suficientes reservas de alimentos y suministros para varios meses, pero una interrupción del agua y la electricidad tendría un impacto más inmediato.
Además de la suspensión de suministros, Israel envió otro mensaje contundente: el gabinete aprobó la extensión del llamado a filas de 400.000 reservistas hasta finales de mayo. Paralelamente, las FDI atacaron objetivos en el norte de Gaza, con reportes palestinos de al menos cuatro muertos.
El mensaje es claro: existe un nuevo marco de negociación. Si Hamás lo rechaza, Israel retomará la ofensiva, ahora con un arsenal reabastecido y sin restricciones logísticas en favor de su enemigo.
Las protestas contra la interrupción de la ayuda humanitaria no tardarán en intensificarse, sobre todo en el mundo árabe, Europa y la ONU. Sin embargo, con el respaldo incondicional de Washington, Israel podrá desestimar esas críticas con mayor facilidad, minimizando el riesgo de sanciones internacionales significativas.
Todo indica que Israel está dispuesto a reanudar la guerra. La pregunta es: ¿por qué esta vez debería lograr plenamente sus objetivos, cuando tras 15 meses de combates, aunque debilitó a Hamás, no logró su erradicación total?
No hay garantías. Sin embargo, el escenario ha cambiado. Hamás está más aislado que nunca. Ni Hezbolá ni Irán han intervenido directamente en su favor. Los hutíes podrían reanudar sus ataques con misiles, pero su impacto estratégico es limitado.
A nivel diplomático, Hamás también pierde respaldo. Sus principales aliados, Qatar y Turquía, deben evitar una confrontación con Trump, mientras que Washington podría persuadir a Rusia para adoptar una postura más constructiva a cambio de ajustes en la política estadounidense hacia Ucrania.
Por último, si la guerra se reanuda, será con Trump en la Casa Blanca, una administración que no impondrá las mismas restricciones a Israel que su predecesor.
Hamás intensifica la guerra psicológica tras rechazar el Marco Witkoff
¿Cómo responderá Hamás? Su reacción inicial fue rechazar el Marco Witkoff. Ahora, es probable que su estrategia se centre en la guerra psicológica: la difusión de videos cuidadosamente escenificados para presionar a la opinión pública israelí y forzar al gobierno a negociar el fin de la guerra y la liberación de todos los rehenes.
Se ha informado que Hamás ha reclutado nuevos combatientes y reconstruido parte de su capacidad militar. Sin embargo, tales afirmaciones deben analizarse con cautela. No es lo mismo mostrar reclutas con máscaras, cintas verdes y fusiles en desfiles propagandísticos, que restaurar una estructura de combate capaz de resistir una ofensiva total de las FDI por aire, tierra y mar.
Hamás aún cuenta con terroristas capaces de llevar a cabo ataques de guerrilla, pero su capacidad para defenderse de una operación militar a gran escala sigue siendo limitada.
Además, si bien se ha hablado de cómo Hamás utilizó la pausa para reorganizarse, Israel también lo ha hecho, y probablemente con igual o mayor éxito.