Que cada gota derramada no sea un eco perdido, en el crisol de sangre de aquel 7 de octubre, en la festividad de Simjat Torá. Imploro que no sea en vano, la sublime valentía y la pureza angelical de esas almas, atrapadas en las fauces del enemigo Nazi, en sus túneles siniestros.
Que no se disuelva en la nada, cada susurro de terror y pánico, cada noche plagada de sombras sin sueño, cada salto y carrera desesperada hacia un refugio, cada sesión de terapia mental que se alarga por horas
Que no sea un sacrificio vacío, la sangre de nuestros hijos e hijas, nuestros hermanos y hermanas, que con coraje entregaron sus vidas, desde aquel día atroz, hasta el amanecer siguiente.
Que tenga un significado profundo, el sacrificio total de las familias de los reservistas, que lo dejaron todo atrás, en un anhelo por salvaguardar lo más sagrado.
Que cada lágrima derramada por las familias desoladas no se pierda en el olvido, llorando sobre tumbas aún frescas, lamentando vidas truncadas, y más vidas que se desvanecen.
Que cada miembro amputado de valientes guerreros, cada pulmón ennegrecido, cada ojo que perdió su luz, de nuestros héroes heridos, que pagaron un precio en carne, y aún siguen pagando, no sea en vano.
Que el desgarrador desarraigo de los evacuados, del norte y del sur, familias con niños, ancianos y adolescentes, lazos rotos, familias desgajadas, infancias trastornadas, no sea una tragedia sin propósito.
Que no sean veinte años perdidos en refugios, niños aterrados y marcados, a quienes se prometió seguridad, pero fueron cruelmente masacrados por los terroristas.
Por tanto, para que no sea en vano, no devuelvan a sus hogares a asesinos, violadores, secuestradores, saqueadores, cerca de nuestros inocentes, a meros metros de distancia.
No permitan que más infancias sean marcadas por el fuego implacable de los cohetes, sacrificando la inocencia por preservar la vida de los verdugos.
No cesen hasta que cada enemigo sea erradicado, hasta que nuestras comunidades y hogares respiren paz y seguridad, hasta que todos, en Sderot y alrededores, podamos vivir sin temor.
Para que cada sacrificio tenga un propósito, para que la sangre de los asesinados, de los soldados, de las familias, de los heridos de cuerpo y alma, el dolor de los evacuados, no se pierda en la inmensidad del olvido.
Finalicen esta historia en Gaza, ahora. No nos retornen hasta que la lucha haya cesado, hasta que todo haya concluido, porque de lo contrario, la historia se repetirá, inexorablemente.