El despliegue del ejército libanés en el sur del Líbano, en medio de informes contradictorios sobre la persistente reticencia del gobierno libanés a hacer cumplir el desarme de Hezbolá, toca el núcleo de la política interna del país.
Algunos informes elogian al ejército libanés por haber tomado el control de 196 de las 260 posiciones fortificadas de Hezbolá al sur del río Litani, haber incautado un número no revelado de depósitos de armas pertenecientes a la milicia chií en el sur del Líbano y por estar desmantelando las posiciones fortificadas del grupo en la región. Sin embargo, otros reportes señalan que las Fuerzas Armadas Libanesas apenas han desplegado 6.000 soldados en el sur; se estima que serían necesarios al menos otros 4.000 efectivos para completar el despliegue.
Además, diversos informes revelan una cooperación evidente entre miembros de Hezbolá y oficiales de inteligencia chiíes pertenecientes al Comando Sur de las Fuerzas Armadas Libanesas. También cabe destacar que entre el 50 % y el 60 % de los soldados desplegados pertenecen a la comunidad chií, y muchos mantienen vínculos familiares o tribales con los residentes del sur que se identifican con Hezbolá.
No obstante, el aspecto más crítico sigue siendo que el gobierno libanés no ha entregado, como se le solicitó, un cronograma preciso a la enviada estadounidense Morgan Ortagus ni para el despliegue del ejército en el sur ni para la disolución de Hezbolá. Incluso el tema del desarme de las facciones palestinas en el Líbano, incluida Hamás —un paso que debía darse antes del desmantelamiento de Hezbolá—, sigue sin ser abordado por el gobierno, lo que ha provocado decepción en la administración estadounidense.
Como de costumbre, el gobierno libanés insistió en la complejidad del sistema político sectario del país, lo cual, según alegó, le impide adoptar una postura más firme contra Hezbolá. Además, subrayó el riesgo de un retorno a la guerra civil, una posibilidad que sería desastrosa para todos. También explicó a los enviados estadounidenses que la frágil situación en la frontera nororiental con Siria ha obligado al ejército a destinar allí tropas que originalmente estaban previstas para el sur.
En cambio, las autoridades libanesas optaron por presentar 18 nuevas reformas dirigidas al sector financiero y argumentaron que una retirada total de Israel del sur del Líbano fortalecería su posición frente a Hezbolá y facilitaría la adopción de una política más firme contra el grupo terrorista.
Mientras tanto, Hezbolá ha expresado su disposición —según Reuters, citando a un alto funcionario del grupo que no fue identificado— a discutir el desarme, pero supeditado a que Israel se retire primero de cinco posiciones estratégicas que mantiene en la frontera entre ambos países. Mientras tanto, la organización terrorista continúa mostrando fuerza, reorganizándose en el sur del Líbano y preparándose para una posible reanudación de las hostilidades con Israel.
Publicado originalmente por el Centro de Jerusalén para la Seguridad y los Asuntos Exteriores.
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