Cualquier persona que visitara un mercado navideño europeo en la década de 1990 o a principios de los 2000 jamás habría pensado que su vida podría estar en peligro. Esos tiempos han quedado atrás.
En octubre descubrimos que el asesino que mató a los niños en Southport, Inglaterra, no era un refugiado cristiano ruandés ligeramente perturbado, como el gobierno inglés y todos los medios de comunicación tradicionales habían asegurado, sino un terrorista que tenía en su casa un manual de Al Qaeda y material químico para fabricar una bomba. Mantuvieron la verdad oculta durante cuatro meses. ¿Por qué?
¿Y quién recuerda al “kamikaze cristiano” Emad Al Swealmeen, el atacante de Liverpool? “Enzo Almeni”, como lo llamaban sus amigos, era un solicitante de asilo con padre sirio y madre iraquí, quien había cambiado su nombre para sonar “más occidental” y fingió haberse convertido al cristianismo para ocultar su verdadera identidad y motivos. Planeaba atacar la catedral.
Ahora tenemos al médico saudí que mató a cinco personas en un mercado navideño en la ciudad de Magdeburgo, en el centro de Alemania.
Se discute actualmente la identidad del atacante, un médico saudí llamado Taleb Al Abdulmohsen, quien afirmaba haber abandonado el islam. Sin embargo, la mañana después de la masacre, nos encontramos con una serie de absurdos basados en sus declaraciones de ser un “exmusulmán”. ¿Por qué un ataque contra un mercado navideño en Magdeburgo dirigido a cristianos?
El “estimado” doctor era pro-Hamás. Muchos exmusulmanes que lo conocían aseguran que nunca renunció al islam y que engañó a Occidente para obtener asilo.
¿Practicó taqiya, una práctica islámica que permite a los creyentes engañar al enemigo, fingiendo ser otra cosa, para llevar a cabo la yihad? Los saudíes habían advertido a los alemanes que Taleb era peligroso.
Hace unos meses, en Annecy, Francia, un hombre de Siria sembró el terror en un parque al apuñalar a varios niños. Es común que un solicitante de asilo, aceptado primero en Suecia hace diez años, finja ser ateo, cristiano u homosexual para obtener asilo. El atacante de Annecy, armado con un cuchillo, afirmó ser cristiano y llevaba una cruz. Sin embargo, el sirio resultó ser un exmiembro del ejército de Bashar al-Ásad que luego se unió al ISIS antes de buscar y obtener asilo político en Europa.
Todos sabían que ningún cristiano podría inmolarse dentro de una catedral, así como ningún cristiano apuñalaría al azar a niños en una clase de danza, y ningún exmusulmán atacaría un mercado navideño en Magdeburgo.
Por ello, mi mayor temor es que la taqiya haya avanzado de manera increíble y alarmante en Occidente.
En agosto se reveló que uno de los terroristas que quería llevar a cabo una masacre en el concierto de Taylor Swift en Viena trabajaba para una empresa que presta servicios en eventos de este tipo.
En Inglaterra acaban de arrestar a un oficial de policía por apoyar a Hamás.
Mickaël Harpon, el autor de la masacre en la Prefectura de Policía de París, que cobró la vida de cuatro agentes, era un policía encargado de la lucha antiterrorista en uno de los lugares más protegidos de Francia. El “ordenador 007” había sido contratado por un departamento cuya prioridad era combatir el terrorismo, particularmente el islamismo radical. Sin embargo, Harpon se había convertido al islam en secreto.
Jean-Baptiste Salvaing, subcomandante de la policía judicial, y su pareja Jessica Schneider, secretaria en una comisaría, fueron asesinados en su casa de Magnanville por un islamista. Tiempo después, durante una investigación a una mujer sospechosa de vínculos con el ISIS, la policía hizo un descubrimiento impactante: la mujer tenía un USB con los datos personales de miles de agentes de policía franceses.
Esto recuerda el caso de Faris, un oficial de origen musulmán que filtró información sensible sobre el político holandés Geert Wilders a bandas criminales, lo que llevó a la sustitución total del equipo de seguridad asignado a proteger a Wilders.
También es pertinente mencionar a Nidal Hasan, mayor del ejército estadounidense, quien al grito de “Allahu Akbar” asesinó a 13 compañeros en la base de Fort Hood, Texas. ¿Quién habría sospechado de él?
La pérdida del control fronterizo está siendo seguida por la pérdida del control interno. Pero aún más grave es la pérdida del control sobre la propia identidad. Una cosa es evidente: las sociedades paralelas están creciendo en Europa. Las autoridades y la sociedad en general no tienen idea de su magnitud.
Cuanto antes enfrentemos nuestra falsa conciencia y nuestras mentiras tranquilizadoras, antes sabremos cómo defendernos. De lo contrario, solo nos quedará rezar por los muertos, víctimas de la imprudencia de una clase política y cultural occidental que cada año apuesta más en un experimento demencial que solo puede terminar en suicidio.