Después de los enfrentamientos del domingo entre Israel y Hezbolá, ambas partes parecen mostrar una moderada satisfacción con los resultados. El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, dio un discurso esa misma noche en el que declaró que la operación había “terminado”, aunque dejó claro que la organización se reserva “el derecho” de atacar de nuevo en el futuro.
El discurso de Nasrallah ha sido visto por algunos como una justificación ante el público libanés. En sus palabras, Hezbolá no permitió que el asesinato de su comandante militar, Faud Shukr, por parte de Israel, quedara sin respuesta, exigiendo así un precio al Estado israelí. Cabe recordar que Shukr fue abatido por Israel en Beirut el 30 de julio, tres días después de que un cohete de Hezbolá causara la muerte de 12 niños israelíes en Majdal Shams, en los Altos del Golán, ataque que Israel atribuyó a Shukr.
En su discurso, Nasrallah destacó el presunto ataque a la base de Glilot, ubicada al norte de Tel Aviv, como el principal éxito de su represalia. Sin embargo, destacó que la organización no disparó directamente contra Tel Aviv, evitando así desencadenar una respuesta que pudiera escalar la guerra a niveles más graves. La precaución de Hezbolá parece haber sido deliberada para evitar que la simetría entre un ataque a Beirut y otro a Tel Aviv se volviera en su contra.
Además de esta estrategia, Hezbolá también contempló el uso de misiles de precisión contra Glilot, una instalación clave que alberga tanto la unidad de inteligencia 8200 de las FDI como el cuartel general del Mossad. No obstante, Nasrallah decidió no usar esta arma, temiendo que una respuesta israelí podría desencadenar un conflicto prolongado y devastador.
En lugar de misiles, la organización optó por lanzar drones hacia Glilot, bajo la suposición de que estos no provocarían una reacción desproporcionada de Israel, dado que los drones han sido utilizados repetidamente por Hezbolá en los últimos meses sin escalar las hostilidades. De hecho, cerca de 20 drones fueron derribados en el intento, sin llegar más allá de Acre.
Un alto mando militar israelí declaró al The Times of Israel: “Militarmente, la represalia de Hezbolá fracasó en todos los aspectos. No alcanzaron ningún objetivo militar significativo, perdieron varias instalaciones de misiles en el ataque preventivo de Israel y aún no han calculado completamente el daño que les hemos causado”.
A pesar de estos fallos, se recomienda cautela en las declaraciones israelíes. Nasrallah, consciente de sus errores, subrayó en su discurso los “logros” de Hezbolá, pero Israel debe evitar provocarlo con excesivas muestras de superioridad, pues podría incitarlo a reiniciar las hostilidades. Mantener la ambigüedad ha sido una táctica útil en el pasado para finalizar ciclos de combate.
De acuerdo con análisis israelíes, las represalias moderadas de Hezbolá se deben en parte a tensiones internas dentro de la organización tras la muerte de Shukr. Su reemplazo como comandante militar, Ali Karki, ha generado fricciones con otros altos mandos, como Ibrahim Akil, jefe de operaciones, y Mortada, el jefe de seguridad.
Nasrallah también se mostró preocupado por los cohetes que impactaron en áreas civiles, específicamente en Acre y el moshav Manot, reiterando en su discurso que Hezbolá no tenía intención de atacar civiles.
Este temor parece estar vinculado a la posibilidad de que Israel responda con ataques masivos sobre áreas sensibles en el Líbano. Hasta ahora, Israel ha limitado los ataques a zonas militares, minimizando los daños en áreas civiles.
La gran interrogante es si los enfrentamientos del domingo marcarán un punto de inflexión en este conflicto prolongado con Hezbolá.
Durante la planificación del ataque preventivo, el mando norte de las FDI propuso una ofensiva más amplia, pero el gobierno israelí decidió limitarla al sur del Líbano, evitando así arrinconar a Hezbolá. Aunque hubo bombardeos más allá del río Litani, fueron cuidadosamente diseñados para no provocar una escalada mayor.
Mientras Gaza siga siendo considerada por Israel como su frente principal y continúe absorbiendo la mayor parte de los recursos de las FDI, la guerra decisivo en el norte probablemente se siga postergando. A pesar del reciente episodio de violencia, Israel parece inclinado a buscar una solución diplomática con Hezbolá, evitando por ahora una incursión terrestre en el Líbano.